Joe Biden aseguró el martes que, si gana las elecciones presidenciales la próxima semana, llamará inmediatamente al doctor Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del país. También dijo que trabajará con los gobernadores y autoridades locales para implementar un mandato de uso de mascarillas a nivel nacional y pedirá al Congreso que apruebe un proyecto de ley de gasto para finales de enero para abordar al coronavirus y sus consecuencias.
Tan sólo eso representaría un cambio drástico respecto al presidente Donald Trump, quien ha peleado con científicos, ha batallado para conseguir un nuevo acuerdo de estímulo económico y que ante el reciente aumento de casos de coronavirus en Estados Unidos insiste en que el país está “dando la vuelta” a la pandemia.
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Pero Biden aún enfrentaría retos políticos significativos para combatir la peor crisis de salud pública en un siglo. Lidiará con los límites de los poderes federales cuando se trate de los requerimientos del uso de mascarillas y seguramente enfrentará la renuencia de los republicanos que podrían oponerse a un gasto adicional.
“No hay varitas mágicas”, comentó el doctor Joshua Sharfstein, vicedecano de salud pública en la Universidad Johns Hopkins y exdirector del departamento de salud del estado de Maryland, quien recientemente presentó un informe ante Biden sobre reabrir las escuelas durante la pandemia. “No es como que se celebran unas elecciones y luego el virus se aleja a toda velocidad”.
El manejo de Biden en torno al coronavirus está adquiriendo una nueva urgencia en momentos en los que hay repuntes de casos en todo el país. El promedio de muertes diarias a nivel nacional ha aumentado un 10% en las últimas dos semanas, de 721 a casi 794 hasta el domingo, de acuerdo con datos recopilados por la UJH. Los casos confirmados al día están incrementando en 47 estados, y las muertes van al alza en 34.
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En tanto, un nuevo brote de casos en la Casa Blanca entre el personal del vicepresidente Mike Pence ha reavivado las preocupaciones sobre el impacto del virus en el gobierno.
Los primeros días de un gobierno de Biden serían consumidos por una respuesta a la pandemia.
“Estoy aquí para decirles que podemos y controlaremos este virus”, dijo Biden el martes durante un evento de campaña en Georgia. “Como presidente, nunca agitaré la bandera blanca de la rendición”.
Un paquete de gastos de 3 billones de dólares que fue aprobado por la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, se ha estancado en el Senado, donde los republicanos tienen la mayoría. Biden ha dicho que los senadores republicanos son “estúpidos” por no aprobar esa medida, pero no ha propuesto ningún paquete integral por su cuenta.
En cambio, ha dicho que el Congreso debería aprobar un paquete de 30.000 millones de dólares para ayudar a reabrir las escuelas y ha propuesto un plan económico de 700.000 millones de dólares. Pero ese plan no está enfocado sólo en el coronavirus, e incluye provisiones para impulsar industrias como la manufacturera para crear empleos y ayudar a reactivar la economía cuando la pandemia empiece a amainar.
Biden también quiere declarar la apertura de escuelas una “emergencia nacional” y acceder a potencialmente a miles de millones de dólares más en ayuda por caso de desastre de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias. Buscaría crear un sistema nacional para rastrear la exposición de aquellos que den positivo al virus, parte de un cuerpo de salud pública más grande que Biden señaló que podría funcionar como los cuerpos de conservación que el expresidente Franklin Delano Roosevelt creó durante el “Nuevo Trato”, un conjunto de programas de asistencia social implementados para contrarrestar los efectos de la Gran Depresión.