Los bares de Texas podrán empezar a reabrir por primera vez desde junio, informó el miércoles el gobernador Greg Abbott, poniendo fin a una de las últimas medidas de cierre para combatir el coronavirus implementadas luego de un brote letal durante el verano.
Sin embargo, la orden de Abbott no permite que los bares reabran completamente, y no en todas partes. Tendrán que operar al 50% de su capacidad a partir de la próxima semana, y sólo en los condados que lo autoricen.
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Hace unos días, Texas supero las 16,000 muertes a causa del coronavirus y está cerca de alcanzar los 800,000 casos confirmados. El mes pasado, Abbott comenzó a retirar algunas restricciones impuestas para prevenir los contagios por primera vez desde que un repunte de casos durante el verano afectó a Texas, abrumando los hospitales de Houston y a lo largo de la frontera con México.
Aunque el número de casos ha disminuido drásticamente desde agosto, las hospitalizaciones en Texas se han mantenido estables en unos 3,200 pacientes durante dos semanas. Otros estados están registrando repuntes de casos, incluido Wisconsin, donde las autoridades de sanidad anunciaron el miércoles que se abrirá un hospital de campo la próxima semana en los terrenos de la feria del estado cerca de Milwaukee.
A nivel nacional, alrededor de 30,000 pacientes con coronavirus están hospitalizados, de acuerdo con el COVID Tracking Project.
La forma en la que Abbott ha manejado la pandemia ha sido criticada no sólo por los enojados propietarios de bares, sino también por la derecha de su propio partido. Activistas conservadores, que han impulsado la agenda del Partido Republicano durante años, han presentado múltiples demandas en las que acusan al gobernador de excederse con sus órdenes de confinamiento y por emitir una orden para el uso de mascarillas a nivel estatal.