A mediados de agosto, solo uno de cada diez hogares había completado el cuestionario del Censo 2020 en Barrio Obrero Marina en Santurce según la Oficina del Censo de Estados Unidos. Doña Carmen quiso corroborar este dato preguntando en su sector: “¿Llenaste el Censo?”
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Con el sol de mediodía encima y su mascarilla bien puesta, Carmen Febres Alméstica, la líder comunitaria que preside la organización de residentes G-8 del Caño Martín Peña, comenzó por la calle Argentina.
Desde el balcón de una casa en esa calle, con su perro ladrando sin descanso detrás del portón de la entrada, Raquel Pérez saludó a doña Carmen y le contestó que sí, que su hija llenó el formulario por ella. Aseguró que varios de sus vecinos también lo llenaron y que recibió dos visitas de encuestadores después de haber contestado.
De allí, Febres Alméstica pasó a la calle 5, luego subió por la Avenida Rexach hasta la calle 14, su “querida calle 14”, donde vive hace aproximadamente 65 años. En el trayecto, un señor que barría frente a su barra, clausurada por la pandemia, dijo que lo llenó por internet. El muchacho que vende frutas y verduras en la Rexach dijo que lo llenó, y tres personas a las que atendía, también. Un señor que buscaba el fresco mientras se mecía en una hamaca en su balcón dijo que lo llenó con el apoyo de un muchacho que pasó hace unos días. Otro señor simuló que escribía en una computadora para dejar saber que su hija lo llenó por internet y que él lo hizo por correo. Desde un segundo piso, a través de un hueco entre las rejas de su balcón, una señora dijo que lo llenó por teléfono hace dos meses pero que todavía recibe muchas cartas del Censo.
La mayoría dijo que había llenado el Censo. Fueron pocos los que dijeron lo contrario. Una de ellas fue Petra Martínez, que un día pidió ayuda a uno de los encuestadores del Censo, pero éste le dijo que la casa no estaba en su lista de visitas y no podía ayudarla.
Aun así, los datos del Censo mostraban que hasta unas semanas antes, apenas 7% de los hogares en Barrio Obrero Marina habían contestado el formulario por su cuenta, la segunda tasa de respuesta más baja en Puerto Rico. El mensaje en los medios durante todo el verano era que solo uno de cada cuatro hogares en Puerto Rico había completado el cuestionario.
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“Es raro”, dijo en más de una ocasión Mariolga Juliá Pacheco, una trabajadora social comunitaria que acompañó a Febres Alméstica en el recorrido.
“Yo vivo en Trujillo Alto y lo llené por internet, y a mí me han visitado cuatro veces. ¿No será que no están registrando?”, cuestionó Juliá Pacheco.
La historia se repite una y otra vez en Puerto Rico: son muchas las personas que completaron el Censo, pero continúan recibiendo visitas y notificaciones, como si no lo hubieran hecho.
Por lo menos cuatro enumeradores del Censo dijeron al CPI que muchas de las residencias que visitan ya han completado el formulario a pesar de que el sistema refleja lo contrario. En ocasiones, los enumeradores informan mediante la aplicación electrónica del Censo que los hogares asignados ya completaron el formulario previamente, pero se les asigna nuevamente el caso como si nunca lo hubieran informado. Sospechan que hay un problema con el sistema digital.
“Si veía 50 casos en ocho horas, de esos, fácilmente no menos de 20 casos, a veces más, te decían, ‘ya lo llené’. Te dicen específicamente cómo lo hicieron: por correo, por teléfono, por internet. En algunos casos te daban hasta el número de confirmación”, dijo uno de los encuestadores que pidió no ser identificado.
La Oficina del Censo atribuyó estas visitas repetitivas a problemas con las direcciones en el sistema de la agencia federal, ya sea porque la información no concuerda con lo que está registrado o hay más de una dirección para un mismo hogar.
“Hemos escuchado gente un poco incómoda porque los han visitado dos y tres veces”, dijo Giselle Laffitte, portavoz del Censo en Puerto Rico. “Tenemos que asegurarnos de que esa dirección se refleje correctamente en el sistema del Censo. Vamos a seguir visitando a quien tengamos que visitar, para asegurarnos que esa casa es contada y todas las personas que viven en ella”, añadió Laffitte, quien admitió que el proceso en Puerto Rico ha sido más complicado que en Estados Unidos. Recordó que también se hacen visitas de seguimiento para el control de calidad o relacionadas a otras encuestas que ocurren al mismo tiempo, de manera independiente.
La portavoz dijo que como parte del proceso, los enumeradores, que según ella no deben ser entrevistados por la prensa, desconocen la razón por la cual el sistema les pide que se visite una residencia.
Jeff Behler, director regional del Censo que supervisa las operaciones en la Isla, dijo al CPI que conoce de situaciones similares en Nueva York y Massachusetts, de personas que reciben múltiples visitas a pesar de haber llenado el formulario.
“He escuchado también de enumeradores en Estados Unidos llegando a sus propias conclusiones, [diciendo a la persona que visita] ‘bueno, el sistema no registró su información’. Están ideando sus propias formas de contestar cuando alguien les increpa, ‘¿por qué estás tocando a mi puerta?’. Pero podemos volver a ese hogar por una variedad de razones”, sostuvo Behler.
El director regional del Censo aseguró que el sistema no tiene problemas con los datos que recibe desde Puerto Rico, más allá de la situación con las direcciones. Esto último contrasta con la experiencia en la isla, donde muchos cuestionan si el sistema del Censo registra su información cuando contestan el formulario.
¿Baja respuesta en Puerto Rico?
Los datos de la Oficina del Censo sugieren que no fue hasta agosto, cuando comenzó la fase de visitas a los hogares, que la mayoría de los residentes de Puerto Rico completaron el formulario. Según la oficina federal, la cantidad de hogares “enumerados” o contados en la Isla aumentó dramáticamente en un mes, del 30% a mediados de agosto — el más bajo a nivel de Estados Unidos — a más de 90% en septiembre.
Sin embargo, la alegada alza en las respuestas durante la fase de visitas carece de una explicación clara en estos momentos. Por ejemplo, la respuesta al Censo de aquella persona que llena el cuestionario por su cuenta, pero recibe una visita para validar algún dato como la dirección, ¿se cuenta como una hecha en la primera etapa (“self response”) o se le atribuye a la segunda etapa (“follow-up”)?
“Al final, creo que ese caso se contaría bajo self response, después de que verifiquemos que la dirección existe”, contestó el director regional del Censo, Behler. Según él, no es hasta que se da la visita y se valida la información que el cuestionario se da por aceptado, aunque la persona lo haya enviado mucho tiempo antes.
Behler describió la operación en Puerto Rico como todo un éxito y anticipó “un conteo completo y certero”.
Pero los datos de la agencia no reflejan que este aumento repentino en la respuesta al Censo en Puerto Rico ocurrió en la primera etapa. Más bien dicen que fue en la segunda fase, durante las visitas a los hogares. Según el Censo, ningún estado de EE.UU. ha “enumerado” o contado más casas durante este periodo que Puerto Rico.
“No estoy tan seguro de que la mayoría de la gente tenga el Censo en la cabeza. Tampoco creo que a la gente no le importe. Lo que vi, en mi experiencia y en conversación con otros del trabajo, es que lo común era que la gente ya había contestado”, dijo un enumerador sobre su experiencia trabajando en la calle entre julio y agosto.
“Lo quieren achacar a que la gente no está cumpliendo. Eso no es correcto”, añadió otro.
El demógrafo Raúl Figueroa dijo al CPI que llenó el Censo el 12 de marzo, el primer día que estuvo disponible en internet. Hace apenas unas semanas, una enumeradora lo visitó porque aparecía como si no lo hubiese llenado. “Parece que [yo] no tenía el ‘Census id’ que fue lo que enviaron [luego] por correo. Pero yo lo llené el primer día, por lo que tiempo tenían para hacer el ‘macheo’ de la información ya que mi dirección no es complicada. Es urbana y no rural. Hasta me dieron número de confirmación luego de culminar la transacción. Pero vinieron a visitarme porque la casa no aparecía en el sistema. Tengo una amiga que lo ha llenado cuatro veces”, explicó Figueroa.
Esa amiga es la también demógrafa Judith Rodríguez. En su caso, cumplió dos veces con el formulario en papel, y comoquiera un trabajador del Censo fue a su casa en dos ocasiones para requerir su información censal.
Alberto Velázquez, gerente del proyecto del Censo en el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, identificó un posible desfase entre el procesamiento de datos del Censo y lo .que refleja la aplicación móvil que usan los enumeradores, particularmente con aquellos casos que contestaron sin el “Census id”, el identificador único que el Censo asigna a las personas para conectarlas a una dirección. La persona puede completar el formulario sin este id, pero luego la Oficina del Censo debe parear la información y dirección provista con los datos que están registrados en su sistema.
“Parece que en el procesamiento, el sistema que tienen y que manejan internamente demora en decirle que ese hogar ya se enumeró [o contó], pero sin el ‘Census id’”, dijo Velázquez, quien reconoció que fue uno de los que recibió una visita de seguimiento a pesar de haber completado el formulario por internet.
Al momento se desconoce la cantidad y calidad de la información obtenida en la fase de visitas. Los enumeradores pueden poner notas en la aplicación electrónica de que la persona dijo que ya llenó el censo. Pero el CPI confirmó con al menos tres fuentes que estas direcciones continúan apareciendo luego como lugares a visitar.
Otra opción que tienen los trabajadores del Censo es intentar que la persona complete el formulario con ellos, aunque en ocasiones hay personas que rechazan hacerlo.
“Siempre trato de llenarlo porque así lo saco de la lista. Muchas personas lo vuelven a llenar conmigo. La minoría, de verdad, me han dicho que no, a veces con actitud, porque ya lo habían llenado. Pero siguen saliendo en el sistema”, dijo un enumerador al CPI.
“Se puede decir que ya no nos reciben tanto con botellas de agua”, añadió otro.
Gretchen Sierra, de la Puerto Rico National Agenda, una organización sin fines de lucro que impulsa la participación de los puertorriqueños en el Censo 2020, cuestionó si los hogares de Puerto Rico “enumerados” en la etapa de visitas casa a casa contestaron todas las preguntas del formulario, pues de no ser así, esto afectaría la calidad de la información obtenida. Los datos de “enumeración” del Censo para la etapa de visitas no reflejan “la calidad o certeza del conteo”, según investigadores de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
Los enumeradores mencionaron otros retos como dificultad con la aplicación electrónica que utilizan para el conteo, problemas para entrar a lugares con control de acceso y la proliferación de propiedades de alquiler a corto plazo en la Isla, “un dolor de cabeza para el sistema”, según narró una de las fuentes entrevistadas, por las dudas sobre cómo contarlas. La cantidad de unidades en Airbnb, por ejemplo, se ha triplicado en los últimos cinco años y lugares como el Viejo San Juan y Culebra podrían tener hasta una cuarta parte de sus hogares registrados en plataformas de alquiler a corto plazo.
Además, hubo denuncias de la falta de material protectivo contra el COVID-19 para los enumeradores. Según sus testimonios, han recibido una o dos mascarillas de tela, alguno que otro envase pequeño de jabón de manos y cero acceso a pruebas de detección. Laffitte dijo que la Oficina del Censo tiene protocolos y entrenamiento para la situación del coronavirus y aseguró que provee el material protectivo a todos sus empleados. Durante la entrevista no pudo ofrecer detalles sobre el tipo de material que distribuye, y la cantidad y frecuencia con que se reparte.
Desfase entre la importancia del Censo y lo que percibe la gente
La información que levanta el Censo sirve para repartir más de $675,000 millones en fondos federales — casi cinco veces la deuda pública de Puerto Rico — para carreteras, seguridad pública, hospitales y escuelas, entre otros, según la Oficina del Censo. También se usa para planificar la economía, evaluar política pública de salud o educación, y determinar representación electoral.
“Una de las campañas que se lanzan a nivel nacional para llenar el Censo es que si sabes medir la población, sabes sus necesidades y, por ende, puedes recibir más fondos federales. En Puerto Rico, lamentablemente ese estribillo no necesariamente convence a las personas a llenar el formulario porque se nos han prometido fondos federales desde María y sin embargo han llegado tan lento, que entonces crea escepticismo sobre el rol del gobierno local y federal”, dijo Rosanna Torres, directora de la Oficina de Washington, D.C., del Centro para una Nueva Economía, un think tank, y quien trabajó en la Oficina del Censo anteriormente.
“Si no tenemos los datos correctos, estamos formulando políticas públicas de salud, justicia, vivienda, que son incorrectas”, añadió Torres, quien exhortó a las personas a completar el Censo, “aunque no se vea inmediatamente el fruto de llenar el formulario”.
Por su parte, la portavoz del Censo en Puerto Rico, Laffitte, dijo: “No debemos de quejarnos porque si estamos quejándonos lo que estamos haciendo es afectar ese conteo, afectar que Puerto Rico mejore. Me da tristeza que la gente esté criticando esta operación, que es sumamente importante y que se lleva haciendo desde 1910 y se hace en Estados Unidos; y que no vean el ‘big picture’ de que esto es ayuda para todos y beneficioso para todos. No hay nada negativo aquí”.
Los líderes del Caño Martín Peña reconocen que el Censo y los datos que produce se usan a la hora de destinar fondos públicos y privados a las organizaciones con las que trabajan. Torres desde el CNE, destaca que la mayoría de los datos que usa en sus investigaciones viene de este tipo de encuesta. Pero hay un largo trecho entre el mensaje de que el Censo traerá mejores oportunidades y lo que ven en la calle, admitieron.
“De María para acá, aquí en el Caño nada más nos han cerrado cuatro escuelas elementales”, dijo la trabajadora comunitaria Juliá Pacheco, como una contradicción entre la expectativa de tener más recursos educativos que respondan a las necesidades de la comunidad.
Mario Núñez Mercado, presidente de la Corporación Enlace del Caño Martín Peña, una entidad gubernamental a cargo de coordinar e implantar la política pública referente a la rehabilitación del caño y al desarrollo urbano, social y económico de las comunidades aledañas, añadió: “Dicen que vamos a tener los recursos para una mejor educación, para una mejor prestación de servicios de salud, para una mejor calidad de vida, pero la gente no está viviendo eso. Entonces hay una dicotomía entre lo que se dice y lo que está ocurriendo a nivel de la ciudadanía”.
Para la mayoría de las comunidades que bordean al Caño, había más personas en condiciones de pobreza, sin diploma de escuela superior o desempleadas en el 2018 que en el 2014, según el Índice de Vulnerabilidad Social que elaboran los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades con datos del Censo.
Núñez Mercado resaltó el impacto que tendrían los datos del Censo 2020 en el proceso de asignación de más de $255 millones necesarios para el dragado del Caño, proyecto por el cual llevan luchando casi 20 años. De esta cantidad, Enlace tendría que aportar un 35%, mientras que el resto serían fondos federales.
“No es lo mismo decir tengo un cuerpo de agua que descarga aguas usadas con cada evento de inundación a las residencias de 26 mil personas, que decir tengo un cuerpo de agua que me descarga aguas usadas a 15,000 residentes. Ya ha habido una merma [en población] y eso puede incidir en el momento de priorizar el dragado; si lo hacemos ahora o lo posponemos diez años más”, dijo.
Problemas con la pregunta de la raza en el Censo
El Colectivo Ilé, un grupo antiracista y anticolonial, lleva más de diez años concientizando sobre la importancia de que los puertorriqueños afirmen su afrodescendencia cuando les preguntan cuál es su raza. De cara a la recta final del Censo 2020, la organización dirige la campaña publicitaria “No dejes que te borren del Censo” que se consigue bajo el hashtag #PResAfro. El llamado principal es a las personas evidentemente negras y, en segundo plano, a todos los puertorriqueños para que no se identifiquen únicamente como blancos.
“Quisiera compartir la cantidad de personas que nos han escrito a nuestras redes sociales, diciéndonos que estamos equivocados, que nosotros no somos negros, que no somos afrodescendientes, que esa campaña no debe existir, que somos blancos”, recordó Gloriann Sacha, editora de la Revista Étnica y portavoz del Colectivo. Los ataques son duros y prueban que el racismo existe en Puerto Rico, dijo.
Casi al final de la encuesta, el enumerador del Censo pregunta a la persona cuál es su raza. “Usted puede seleccionar una o más razas. Para este Censo, el origen hispano no es una raza. ¿Cuál es su raza? ¿Es usted de raza blanca, de raza negra o afroamericana, de raza indigena de las Américas o nativa de Alaska, de raza asiática de las islas del Pacífico o de Hawái, o alguna otra raza?”, narró de memoria uno de los enumeradores. Luego de la contestación inicial, se pregunta por “el origen de su raza”. Para la raza blanca, el Censo ofrece como opción alemán, irlandés, inglés, italiano, libanés, egipcio, entre otros. En el caso de negra, provee afroamericano, jamaiquino, haitiano, nigeriano, etíope, somalí, entre otros. Y así con las demás “razas”.
Según él, son muchas las personas que le cuestionan si “mestizo” forma parte de la lista.
“Se te quedan mirando como si fueras un alien. ‘¿Qué se supone que yo sea de lo que me acabas de decir?’ La pregunta no toma en cuenta el mestizaje y la diversidad que hay en Puerto Rico”, dijo un enumerador.
No es la primera vez que esta pregunta causa confusión en la Isla como parte del Censo. Hace 10 años, tres de cada cuatro personas en Puerto Rico contestó que su única raza es la blanca. Una encuesta del 2005 a la que hizo referencia Godreau encontró que 41% de un grupo de personas escogió “trigueño” en vez de blanco, al tener esa opción.
“El agravante con el 2020 es que ahora el Censo ha incluido ejemplos bajo las categorías raciales. Eso antes no estaba. Esos ejemplos son grupos étnicos. Son nacionalidades. Eso crea una mezcolanza entre los conceptos de raza y etnia”, dijo la Dra. Isar Godreau, socióloga, antropóloga y profesora en la Universidad de Puerto Rico que lleva investigando temas de raza en la Isla desde hace más de 20 años. En países latinoamericanos y caribeños, donde existe una “amalgama de colores y fenotipos”, estos ejemplos confunden más de lo que ayudan, según entiende.
El resultado de una pregunta que no está bien diseñada para los puertorriqueños es la obtención de un dato que no guarda relación con la realidad del país.
“La razón por la que uno quiere los datos debe ser principalmente para ver en qué medida los recursos en una sociedad se están distribuyendo equitativamente, sin perjudicar a aquellas personas que son más vulnerables al racismo”, dijo la académica.
Alberto Velázquez, del Instituto de Estadísticas, admitió que “siempre hago un disclaimer de que la información de raza que viene del Censo decenal y de las encuestas sobre la comunidad, le pongo un asterisco. No la utilizamos porque sabemos que tiene unos retos y no se recopila de la mejor manera. No es representativo de lo que es la población en Puerto Rico”.
Godreau propone preguntar sobre la tonalidad de piel, en vez de una raza en específico. “Es algo que se debería considerar en Puerto Rico, donde la gente no piensa en grupos [distintos], blancos versus negros, sino que se piensa más bien que hay una mezcla y gradaciones en el color de piel”, sostuvo.
Aun así, la expectativa, según la Dra. Godreau, es que menos gente se clasifique como blanca en el Censo 2020, una tendencia reflejada a nivel de los datos recopilados en los últimos 10 años a través de la Encuesta sobre la Comunidad, que realiza una muestra anualmente con la que genera un estimado para cinco años.
Opinó que la crisis sociopolítica que enfrenta Puerto Rico, en medio de una situación colonial cada vez más cruda, es una posible motivación para que cada vez sean menos los puertorriqueños que se identifican como blancos. “Hay un gobierno norteamericano racista, con Donald Trump de frente, que hace evidente que no nos ven como blancos. Esto reta el mito de la blancura criolla que tanto tiempo se estuvo promulgando en Puerto Rico”, dijo.
Un Censo irregular
Debido a la pandemia, la administración Trump ha cambiado dos veces las instrucciones sobre el proceso censal. Extendió inicialmente hasta el 31 de octubre el periodo de visitas o “non-response follow-up”, y en verano, cortó la fecha límite al 30 de septiembre.
Puerto Rico comenzó el Censo 2020 en desventaja desde el principio. Tras el paso de María en el 2017, la Oficina del Censo decidió que verificaría las direcciones e información de todos los hogares en la isla de forma manual, casa por casa, al mismo tiempo que entregaría los formularios. El Censo usa este sistema solo para el 5% de todos los hogares en Estados Unidos, mayormente en sectores rurales y, en menor grado, para lugares afectados por desastres naturales. Es la primera vez en la historia que la agencia federal decidió implementar este mecanismo para todo Puerto Rico, dijo Alberto Velázquez del Instituto de Estadísticas.
La operación estaba pautada a dar comienzo a mediados de marzo, pero llegó el primer cierre ordenado por el Gobierno de Puerto Rico en respuesta al COVID-19, y todo quedó suspendido. “Se fue a la cuarentena sin haber entregado casi ninguna invitación de que el Censo estaba por ocurrir”, recordó Velázquez.
Esto colocó a Puerto Rico en una “desventaja increíble” frente el resto de las personas en Estados Unidos, quienes ya tenían sus formularios, dijo Laffitte.
No fue hasta finales de mayo que comenzó la entrega de cuestionarios y la verificación de direcciones, dijeron ambos funcionarios. En poco más de un mes, y en medio de una pandemia, el equipo del Censo gestionó un proceso que estaba supuesto a tomar por lo menos tres meses. Según Laffitte, esto dejó a los residentes de Puerto Rico alrededor de un mes para contestar por cuenta propia el Censo, ya fuera por correo, internet o teléfono.
Esta historia es una colaboración del Centro de Periodismo Investigativo y USA Today. Los periodistas de USA Today Theresa Diffendal y Mark Nichols elaboraron el análisis de datos para esta historia.
Esta historia se publica en Metro gracias a una alianza con el Centro de Periodismo Investigativo, puedes leer la versión original AQUÍ