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Ciudadanas toman sede de ombudsperson de México por feminicidios y violencia de género

“Siento que las instituciones se burlan de nosotras”, dijo Erika Martínez, madre de una niña de 10 años que hace tres fue víctima de abusos sexuales y sigue en espera de justicia.

Machismo AFP

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Las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en el centro de la Ciudad de México, eran el martes unas instalaciones tomadas por decenas de feministas y mujeres indignadas por la falta de atención a los casos de feminicidio o violencia de género.

El edificio, que supuestamente atendía quejas de la sociedad 24 horas al día, quedó cubierto de pancartas y letreros de exigencias insatisfechas. Fotografías de víctimas de feminicidio y desaparecidos se mezclaban con cuadros grafiteados sacados del interior.

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“Siento que las instituciones se burlan de nosotras”, dijo Erika Martínez, madre de una niña de 10 años que hace tres fue víctima de abusos sexuales y sigue en espera de justicia.

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La toma de las instalaciones comenzó el pasado miércoles debido, explican las manifestantes, a la inoperancia de una institución que no les brinda ni las respuestas ni la atención que exigen, indicó Yesenia Zamudio, madre de una víctima de feminicidio.

Las mujeres dicen estar dispuestas a quedarse ahí hasta que lleguen soluciones concretas, agregó Martínez, porque ya están hartas de mesas de diálogo, promesas y paseos de una oficina a otra.

La institución, ha través de varios comunicados, mostró su disposición al diálogo pero también su preocupación por los expedientes que se encuentran en las instalaciones e hizo un llamado “respetuoso” a las manifestantes para que resguarden los documentos, ya que contienen “información sensible y base para las investigaciones por presuntas violaciones a derechos humanos”.

La CNDH es una entidad oficial que investiga violaciones de funcionarios públicos y emite recomendaciones a las distintas instituciones de la República que, aunque no son vinculantes, sí tienen un alto valor simbólico.

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La toma de una de sus sedes es el último problema de una serie de críticas acumuladas contra la institución desde que Rosario Piedra asumió su presidencia hace diez meses.

En noviembre de 2019, gritos de fraude, pancartas y empujones protagonizaron la toma de posesión de Piedra en el Senado, una escena que provocó que la oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos lamentara la polarización en la asignación de un cargo tan importante.

Piedra, hija de la connotada activista Rosario Ibarra y hermana de un desaparecido durante la guerra sucia de los años 70, fue miembro de Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, y ha sido criticada por su condescendencia hacia el mandatario y su falta de independencia frente al gobierno.

Desde que asumió el control de la CNDH se han suscitado críticas por desafortunadas declaraciones que minimizaban los asesinatos de periodistas y las violaciones a derechos humanos contra migrantes.

Asimismo, se han desatado los reclamos internos sobre el funcionamiento de la Comisión, algunos de cuyos trabajadores denunciaron decisiones arbitrarias y falta de contundencia al momento de denunciar a funcionarios.

Juan Carlos Gutiérrez, experto en derechos humanos y director de la ONG Idheas, consideró que los reclamos legítimos de quienes han tomado la CNDH son un ejemplo más de un “problema estructural” que tiene México para atender a las víctimas.

Distintos grupos de personas o familias afectadas por violaciones a los derechos humanos llevan meses protagonizando diversas protestas ante otras instituciones, incluido el Palacio Nacional, donde departe el presidente, y que tienen como común denominador la exigencia de una digna atención a las víctimas.

En este sentido, Gutiérrez urgió a que se haga una revisión de las funciones de todas las fiscalías, la federal y las estatales, y de las comisiones de atención a víctimas, que siguen sin ofrecer el apoyo necesario a todas estas personas.

Indicó que esa demanda no debe confundirse con los problemas internos que han denunciado trabajadores de la CNDH, una institución que lleva años muy burocratizada y que “nunca ha sido independiente” porque desde hace tiempo ha tenido dirigentes afines al gobierno de turno aunque, pese a ello, ha hecho recomendaciones importantes y es necesario que siga funcionando.

Los choques de activistas de derechos humanos, feministas o ecologistas con el presidente López Obrador se han multiplicado en los últimos meses y el mandatario siembre ha respondido a la distintas críticas con el argumento de que proceden de sus enemigos conservadores.

“Hay una demanda justa de que se atienda una necesidad, pero ya se convirtió en un asunto, vamos a decir, político y -no me equivoco- abrazado por el conservadurismo”, dijo martes al preguntarle sobre la toma de la CNDH.

Durante la víspera, el mandatario criticó que las activistas optaran por vandalizar cuadros históricos, algo que indignó aún más a las manifestantes. “Le preocupa más el valor de ese cuadro que el sufrimiento de mi hija”, lamentó Erika Martínez.

El coordinador del partido mayoritario en el Senado, Ricardo Monreal, dijo que la cámara alta está dispuesta a mediar entre las víctimas y la CNDH pero Gutiérrez señaló que ese diálogo debe ser lo más amplio posible para construir el andamiaje institucional necesario para atender de forma integral a las víctimas.

“Es necesario y evitaría este tipo de situaciones”, agregó.

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