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Vuelven a abrir las escuelas en Europa a pesar de repunte en casos de COVID-19

Mientras en Estados Unidos se ha politizado el asunto del regreso a clases

Salón AP (Jens Buettner/AP)

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Una madre y sus tres hijos miraban artículos escolares en un supermercado en París: bolígrafos multicolor, cuadernos nuevos y muchas mascarillas. A pesar del repunte en los contagios de coronavirus, en Europa se repiten escenas similares ante la proximidad del nuevo curso.

Con virus o sin él, las autoridades europeas están decididas a que los niños regresen al salón, a reducir la brecha de aprendizaje entre los que más y los que menos tienen, que se agravó durante las cuarentenas, y a que los padres vuelvan al trabajo.

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Mientras hacen frente al aumento de las infecciones, las autoridades de Francia, Gran Bretaña, España y otros países están imponiendo medidas como el uso de mascarillas, contratan a más maestros y colocan nuevos pupitres en masa.

Mientras en Estados Unidos el regreso a las aulas ha estado politizado y es caótico, con una mezcla de normas que cambian rápidamente y críticas a la insistencia del presidente, Donald Trump, en la reapertura, los gobiernos europeos han tenido un panorama más tranquilo.

Y aunque el virus ha invadido las aulas en los últimos días desde Berlín a Seúl y algunos maestros y padres advierten que sus colegios no están preparados, los mandatarios europeos, ya sean de izquierdas, de centro o de derechas, están enviando inusualmente consistente: incluso en pandemia, los niños están mejor en clase.

El primer ministro de Francia prometió el miércoles “hacer todo lo posible” para que la gente regrese a los colegios y a sus puestos de trabajo. Su homólogo británico, Boris Johnson, calificó la reapertura de los centros de “deber moral” y su gobierno amenazó incluso con multar a los padres que dejen a sus hijos en casa. El ministro de Salud de Italia cerró de forma abrupta las discotecas este mes con un objetivo en mente: “reabrir las escuelas en septiembre con total seguridad”.

Como padre y profesor, Mathieu Maillard tiene muchos motivos de preocupación antes de la vuelta al colegio en Francia, prevista para el martes. El número de contagios por cada 100.000 habitantes en el país se ha multiplicado por cinco en el último mes.

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¿Cómo mantendrá su hija de 5 años la distancia de seguridad con sus amigos de preescolar a los que está tan emocionada por ver por primera vez en seis meses? ¿Cómo se ganará la confianza de sus estudiantes de secundaria en uno de los vecindarios más difíciles de Marsella si tiene que vigilar que usen la mascarilla?

Pero en general, Maillard cree que es hora de regresar. Las clases “tienen que comenzar de nuevo en algún punto”, dijo. “El riesgo sanitario existe, pero el riesgo de escolarizar a nuestros hijos es aún mayor”.

Al contrario que en Estados Unidos, muchos centros escolares europeos reabrieron a finales del curso pasado, dando lecciones para el otoño.

Entre las medidas que se implementaron estaba la instalación de puestos de lavado de manos, los pasillos de sentido único y escalonar las horas de salida y comedor. Algunas regiones ofrecen computadoras portátiles gratuitas por si hay nuevos confinamientos. Muchas naciones exigen el uso de cubrebocas en las escuelas, pero las normas sobre dónde deben usarse y la edad mínima para hacerlo varían.

Algunos centros europeos se están planeando o considerando un año académico híbrido, con algunas clases presenciales y otras online. Pero la mayoría aspira a tener clases totalmente presenciales.

Esto es lo que recomiendan organizaciones globales como UNICEF, que el jueves dijo que al menos un tercio de los niños en edad escolar del mundo no pudieron acceder a la enseñanza en remoto durante las cuarentenas, y advirtió que “las repercusiones podrían notarse en la economía y la sociedad durante décadas”.

Los expertos médicos dicen que el riesgo de reabrir las escuelas depende de lo propagados que estén los brotes de COVID-19 en esas comunidades y de las medidas de precaución que se tomen.

La evidencia sugiere que los niños pequeños no transmiten la enfermedad con facilidad, mientras que los de más de 10 años podrían contagiarlo con tanta facilidad como los adultos. Pero los expertos dicen que se necesitan pruebas más concluyentes. Y aunque parece que los niños son menos propensos a contraer la enfermedad que los adultos, se han registrado casos graves y decesos entre ellos.

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