En un esfuerzo desesperado por sobrevivir, las aerolíneas tratan de convencer a la gente de que medidas como el uso obligatorio de tapabocas y filtros de aire parecidos a los de los hospitales hacen que los aviones sean más seguros que muchos sitios cerrados en tierra.
Pero no lo están consiguiendo.
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Estudios indican que, en lugar de aceptar que los vuelos pueden ser seguros, cada vez más gente expresa escepticismo. En Estados Unidos, las reservas se nivelaron el mes pasado después de exhibir un pequeño repunte, en lo que fue una reacción a los nuevos brotes del virus.
A nivel mundial, la actividad mermó un 85% respecto a hace un año, según cifras del sector.
El impacto en las aerolíneas es gravísimo y varias ya se declararon en bancarrota. Si no hay un repunte a corto plazo, otras seguirán ese camino.
Las cuatro aerolíneas más grandes de Estados Unidos perdieron en total 10.000 millones de dólares de abril a junio. Sus ejecutivos dicen que van a sobrevivir, pero redujeron sus expectativas en relación con la reactivación del mercado.
“Todos esperábamos que para el invierno (boreal) el virus hubiera seguido su curso”, expresó el CEO de Southwest Airlines Gary Kelly. “Obviamente, estábamos muy equivocados”.
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Cuando Consumer Reports interrogó a más de mil personas en junio respecto a qué pensaban de varias actividades durante la pandemia, el 70% dijo que los vuelos eran muy o en cierta medida inseguros. Opinaron que era más seguro ir a la sala de emergencia de un hospital o hacer cola para votar.
Un estudio encomendado por una organización del sector aeronáutico determinó que lo que más preocupa a la gente es la posibilidad de sentarse al lado de alguien contagiado.
John Kontak, maestro de Phoenix, dijo que ese fue su temor cuando se subió recientemente a un atestado vuelo de American Airlines para visitar a sus padres en Ohio.
“No sé nada de la persona que está sentada a mi lado”, dijo Kontak. “Pusieron sus intereses económicos por sobre la seguridad de los pasajeros. La próxima vez, prefiero ir manejando a volar. Es más seguro. Es algo que puedo controlar”.
Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos dicen que estar sentado a dos metros (seis pies) de otros pasajeros, a menudo por horas, puede aumentar el riesgo de contraer el COVID-19. Pero acotan que la mayoría de los virus y de los gérmenes no se mueven demasiado en los aviones por la forma en que circula el aire.
Standard & Poor dijo esta semana que las perspectivas de la aeronáutica comercial han ido “de mal en peor” y que el tráfico aéreo mundial bajó un 70% este año. En mayo, S&P había pronosticado que, en el peor de los casos, mermaría un 55%.
“Va a ser una recuperación más lenta y despareja de lo que esperábamos”, expresó el analista de S&P Philip Baggaley.
La Asociación Internacional del Transporte Aéreo pronostica que las aerolíneas perderán 84.000 millones de dólares este año, en el que será el peor año de su historia. Agregó que el sector no se normalizará hasta el 2024.
En Asia, donde el brote fue controlado antes que en Europa y Estados Unidos, a las aerolíneas les va mejor. Los vuelos nacionales de China ya están a dos tercios del nivel de hace un año. En Estados Unidos, el nivel es un tercio del del 2019.
En Europa, la actividad se redujo en junio en un 94% respecto al mismo mes del año pasado. Hubo unos 4 millones de pasajeros, comparado con los 217 millones del año previo.
El tráfico aumentó un poco cuando dos docenas de países europeos abrieron sus fronteras entre sí a principios de junio, pero en varias naciones hay rebrotes del virus y se están imponiendo de nuevo restricciones.
En Estados Unidos, el tráfico repuntó luego de caer un 95% en abril, pero fue un 74% inferior en junio y un 72% en agosto.
El sector atravesaba por el mejor momento de su historia cuando llegó la pandemia gracias a un aumento en la demanda, una menor competencia como consecuencia de fusiones y nuevos ingresos a partir de las tarifas que cobran por una cantidad de servicios.
Entre las aerolíneas tradicionales, las grandes seguramente sobrevivirán. Pero la británica Flyby dejó de existir en marzo. Las dos aerolíneas más grandes de América Latina, Avianca y Latam, se declararon en bancarrota. Lo mismo hizo Aeroméxico. Y Virgin Atlantic y Virgin Australia están en los tribunales tratando de reconfigurar sus deudas.
Las grandes aerolíneas estadounidenses están sobreviviendo con ayuda del gobierno y préstamos.
Ofrecen garantías de que los aviones son seguros. Exigen a los pasajeros que usen tapabocas y hacen una limpieza de las cabinas más a fondo, desinfectando los asientos con un spray.
“Puedes oler el desinfectante. Limpian todo de arriba abajo: Asientos, ventanas, hasta las perillas de la luz y las agarraderas de los portaequipajes”, comentó Jason Bounds, veterano asistente de vuelo de Delta Air Lines.
Algunas aerolíneas, como Delta, Southwest, JetBlue y Alaska, dejan asientos desocupados para que haya distancias entre los pasajeros. United, American y Spirit no lo hacen, diciendo que es imposible mantener distancias en un vuelo.
La mayoría de los vuelos parten con numerosos asientos vacíos. Pero hay vuelos llenos que alarman a los pasajeros.
Carol Braddick, asesora comercial que divide su tiempo entre Phoenix e Inglaterra, dice que se preocupó tanto después de un viaje al Reino Unido en American que se hizo una prueba de COVID-19 a su llegada.
“La persona a mi lado bebió todo el viaje y la gritaba a un amigo sentado detrás suyo. Gritaron todo el viaje”, dijo Braddick. “La combinación de alcohol, gritos y no usar tapabocas es inaceptable. Y los asistentes de vuelo no hicieron nada”.
Braddick dijo que suspendió un par de escapadas por Europa que tenía planeadas para este verano (boreal).
“La nueva realidad es que haremos menos viajes, con estadías más largas, y seremos mucho más selectivos con la aerolínea con las que viajamos”, manifestó.