La Oficina del Censo de Estados Unidos redujo un mes la recolección de datos del conteo 2020 al quedar trabada en el Senado la ley que hubiera extendido el recuento. La situación preocupa a los investigadores, políticos y otros que temen que el cambio hará que se pasen por alto comunidades, minorías e inmigrantes, restando confiabilidad a los datos.
Expertos y activistas por los derechos civiles temen que el acortamiento de los plazos afecte la integridad del recuento, que determina la asignación de 1,5 billones de dólares en fondos federales y el número de bancas de cada distrito en el Congreso.
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“Esto no es sino un repugnante alarde de poder de un gobierno empeñado en conservar su fugaz poder político a toda costa”, dijo la directora del censo en la ciudad de Nueva York, Julie Menin.
Pero el director de la Oficina del Censo, Steven Dillingham, dijo que se pretende obtener el mismo nivel de respuesta que en censos anteriores. Habrá reuniones extraordinarias de capacitación y premios a los que van puerta a puerta que trabajen la mayor cantidad posible de horas.
“Mejoraremos la velocidad de nuestro recuento sin sacrificar la integridad”, dijo Dillingham.
Ante las demoras provocadas por la pandemia, la oficina del censo había prolongado las operaciones de campo desde el fin de julio al fin de octubre.
La oficina pidió al Congreso en abril que extendiera el plazo de entrega de datos para la asignación de bancas a los distritos legislativos del 31 de diciembre de 2020 al 30 de abril de 2021.
La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, aprobó el proyecto como parte de la ley de ayuda para el coronavirus, pero ahora está trabado en el Senado. El presidente Donald Trump emitió un memorando el mes pasado para tratar de excluir a las personas en situación irregular en Estados Unidos de el rediseño de los distritos legislativos.