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Recorridos en bicicleta por Londres dan esperanza en medio de la pandemia

"Necesitaba urgentemente encontrar algo positivo durante el estrés y la locura de toda la situación"

Fotografía de un mensaje de distanciamiento social durante el brote del coronavirus pintado en una calle en Londres, el 7 de mayo de 2020. (AP Foto/Nino Bantic) (Nino Bantic/AP)

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Me mudé a Londres en 1997 cuando tenía 31 años. Así que, tomando como medición mis años en Londres, sólo tengo 24.

A lo largo de mi vida en Londres acumulé por lo menos 12,000 horas — 500 días — de traslados al trabajo en el metro de la ciudad, conocido como “el Tubo”.

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Pasar tanto tiempo en el metro fue decisión mía. Disfrutaba ver a personas, leer libros o contar cuántas paradas necesita una persona para maquillarse o terminar un emparedado. Subir a una bicicleta para cubrir ese trayecto por arriba nunca fue una opción — no me interesaba competir con autobuses de dos pisos y camiones pesados a través de las transitadas calles londinenses.

De donde vengo, andar en bici significa otra cosa. Durante mi niñez en la capital croata de Zagreb, las bicicletas no eran herramientas diseñadas para llevarte del punto A al B en tiempo récord, sino vehículos para aventuras nuevas y despreocupadas (y libres de tráfico) más allá del mundo conocido de tu vecindario. Acepté lo que pensé que era una verdad inalienable: nunca podría experimentar eso en Londres.

Luego el COVID-19 entró sigiloso al pueblo.

La cuarentena paralizó a Londres. Necesitaba urgentemente encontrar algo positivo durante el estrés y la locura de toda la situación, y lo encontré: inesperadamente se abrió la oportunidad para aventurarme en bici más allá de mi típica vida diaria, y mi esposa y yo decidimos aprovechar la ventaja.

Durante las primeras cuatro semanas de cuarentena, no salimos de nuestra casa. Luego, al acercarse la quinta semana, abrimos nuestro cobertizo. Ahí, las dos bicis abandonadas por nuestros hijos otrora adolescentes, esperaban con expectativa.

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El primer paseo fue surrealista. Atestiguamos un época extraordinaria en la historia de nuestra ciudad, nos aventuramos en una travesía única en la vida a sitios turísticos desiertos, deambulamos a través de las calles fantasmagóricamente vacías de la ciudad y experimentamos un verdadero momento “cuéntale a tus nietos” cuando terminamos siendo las únicas personas afuera del Palacio de Buckingham.

Dicen que en épocas de crisis y examen de conciencia es esencial ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, pero incluso nuestros vasos medio llenos necesitaban ser rellenados cada semana.

Para motivarnos, creamos diferentes temáticas y metas para nuestros paseos. “Londres: del este al oeste”, “Junto al Támesis”, “Los canales del norte”. Juntos nos ofrecieron una perspectiva totalmente diferente de la ciudad en la que vivíamos desde hace décadas.

Barreras para inundaciones, faros en el río, estatuas de héroes barriales, lugares de llegadas y salidas históricas, antiguos muelles, esclusas y canales victorianos, bodegas abandonadas y remodeladas, bares cerrados, locales de kebab y curry, lugares escondidos para días de campo e inesperadas áreas verdes. Dicho lo anterior, hemos recorrido casi 650 kilómetros (400 millas) de partes de Londres bien conocidas, menos conocidas y totalmente desconocidas.

Al continuar la cuarentena, caímos en la cuenta de que no éramos los únicos. Muchos otros londinenses tuvieron la misma idea. De hecho, fueron tantos que había una espera de ocho a 10 semanas para comprar una bici. Muchos concejales han decidido construir vías adicionales para ciclistas y muchos conductores no están contentos. Solicitudes de todas las direcciones surgen en redes sociales. El alboroto por las bicicletas ha tomado control de Londres.

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No estamos seguros cómo será el futuro, pero los cascos, pantaloncillos de lycra y luces parpadeantes ya son parte de nuestra nueva realidad. Si no sucede nada más, será útil para nuestro paseo “Ciudad en la noche” de esta semana.

Los más de 32 kilómetros (20 millas) que planeamos recorrer serán pan comido. A pesar de todo, sólo tengo 24 años.

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