Un grupo de poblados establecidos en la zona oeste de las faldas del volcán de Fuego de Guatemala se ampara en la agricultura comunitaria, con tecnología de riego y con protección de las cenizas, para sobreponerse a los estragos económicos y sociales de la Covid-19.
Con una vida de constante incertidumbre ante la presencia del volcán, que el pasado 3 de junio de 2018 arrasó con comunidades de la ladera contigua, al sur, los comunitarios indígenas kaqchikeles se defienden de la escasez y del contacto al exterior por el coronavirus con hortalizas diversas protegidas por macrotúneles y riego por goteo.
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Son las comunidades Las Cruces, Ojo de agua, Betania y Hermógenes Montellano, del municipio San Pedro Yepocapa, en el departamento de Chimaltenango (centro), a unos 45 kilómetros de distancia de la zona cero de la tragedia que dejó el volcán hace dos años -en el departamento sureño de Escuintla-, cuando arrebató la vida de 202 personas y dejó calcinadas y sepultadas a otras 229.
Los pobladores de dichas comunidades, ubicadas 88 kilómetros al oeste de Ciudad de Guatemala, jamás imaginaron que podrían contar con un sistema de cultivos variados y que los empujaron a evolucionar de los tradicionales monocultivos de maíz o café.