En marzo, cuando ganaba fuerza el coronavirus en Estados Unidos, un poco anunciado servicio de videollamadas de repente se encontró bajo los reflectores.
Y tan rápido como Zoom se convirtió en un nombre conocido para conectar a colegas de trabajo, grupos de iglesia y escuela, amigos, familia, clubes de lectura y otros durante las cuarentenas, también obtuvo una reputación por su laxa seguridad cuando intrusos entraban a reuniones privadas o simplemente espiaban conversaciones íntimas.
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El 1 de abril, tras una serie de demandas por violaciones a la seguridad, el director general Eric Yuan ordenó que se suspendieran las nuevas herramientas y prometió arreglar las fallas del servicio en 90 días. Y dicho plazo llegó.
El trabajo en “seguridad y privacidad nunca se va a terminar, pero ahora está integrado en cómo abordamos todo lo que hacemos en Zoom actualmente”, dijo la directora financiera de la compañía, Kelly Steckelberg, a The Associated Press en una entrevista reciente. Zoom anunció el miércoles algunos de los ajustes.
Los cambios más visibles incluyen una función que automáticamente protegerá todas las reuniones con contraseñas y mantendrá a todos los participantes en una sala de espera digital hasta que el anfitrión les permita entrar.
Tras escenas, Yuan comenzó a reunirse de forma regular con un consejo integrado por ejecutivos de seguridad en la industria tecnológica y trajo al exejecutivo de Yahoo y Facebook, Alex Stamos, como asesor especial. También consultó con otros expertos, como el fundador de Oracle, Larry Ellison, quien dio el paso inusual de publicar un video elogiando a Zoom como un “servicio esencial”.
Quizás no es coincidencia que Zoom dependa de Oracle y Amazon para gran parte del poder informático que necesita para lidiar con los 2 billones de minutos de reuniones que prevé para este año y que serían equivalentes a 38.000 siglos.
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Todavía falta el salto de seguridad más grande. Zoom ha prometido volver prácticamente imposible que cualquier intruso entre a las juntas virtuales encriptando las conversaciones de extremo a extremo. La técnica podría bloquear conversaciones de tal forma que incluso Zoom no pueda reproducirlas. La policía suele oponerse a dicho proceso —ya utilizada en aplicaciones como iMessage, WhatsApp y otras — argumentado que impide investigaciones policiales legítimas.
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