El gobierno chino está tomando medidas draconianas para reducir la tasa de natalidad entre uigures y otras minorías dentro de una gran campaña para reducir su población musulmana, al tiempo que anima a algunos miembros de la mayoría han china a tener más hijos.
Aunque varias mujeres habían denunciado antes un control de natalidad forzoso, la práctica está mucho más extendida y es más sistemática de lo que se creía hasta ahora, según una investigación de AP basada en estadísticas del gobierno, documentos estatales y entrevistas con 30 expresos, familiares y un exinstructor de campo de detención. La campaña de los últimos cuatro años en la región occidental de Xinjiang está provocando lo que algunos expertos describen como “genocidio demográfico”.
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El estado suele someter a las mujeres de minorías a pruebas de embarazo e impone la implantación de dispositivos intrauterinos, esterilizaciones e incluso abortos a cientos de miles de personas, según las entrevistas y datos. Mientras el uso de DIU y las esterilizaciones caen en todo el país, crecen de forma drástica en Xinjiang.
Las medidas de control de población se ven reforzadas por detenciones masivas, ya sea como amenaza o como castigo por desobediencia. Tener demasiados hijos es un motivo común para ser enviado a campos de detención, según determinó la AP. Los padres de tres o más hijos son alejados de sus familias a menos que puedan pagar enormes multas.
Después de que Gulnar Omirzajh, una kazaja nacida en China, tuviera a su tercer hijo, el gobierno le ordenó que se implantara un DIU. Dos años después, en enero de 2018, cuatro hombres con ropa militar de camuflaje llamaron a su puerta de todos modos. Le dieron a Omirzakh, la humilde esposa de un verdulero detenido, tres días para pagar una multa de 2.685 dólares por tener más de dos hijos.
Si no lo hacía, advirtieron, seguiría los pasos de su esposo y de un millón de miembros de minorías étnicas encerrados en campos de internamiento, a menudo por tener demasiados hijos.
“Impedir que la gente tenga hijos está mal”, dijo Omirzakh, que se endeudó mucho para reunir el dinero y después huyó a Kazajistán. “Quieren destruirnos como pueblo”.
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La tasa de natalidad en las regiones de Hotan y Kashgar, de mayoría uigur, se desplomó más de un 60% entre 2015 y 2018, el último año con estadísticas del gobierno disponibles. Los cientos de millones de dólares que el gobierno dedica al control de natalidad han transformado Xinjiang, de ser una de las regiones de China donde más rápido crecía la población, a una de las más lentas en unos pocos años, según nuevas investigaciones a las que tuvo acceso The Associated Press antes de su publicación por parte del académico experto en China Adrian Zenz.
“Esto forma parte de una campaña de control más amplia para subyugar a los uigures”, dijo Zenz, contratista independiente de la organización con sede en Washington D.C. Victims of Communism Memorial Foundation.
El Ministerio chino de Exteriores y el gobierno de Xinjiang no respondieron a varias peticiones de comentarios. Beijing ha dicho en el pasado que las nuevas medidas sólo pretenden ser justas al permitir que los chinos han y las minorías étnicas tengan el mismo número de hijos.
La ya abandonada política china de un hijo implicaba que las autoridades fomentaban y en ocasiones imponían anticonceptivos, esterilizaciones y abortos sobre los chinos han. Pero las minorías podían tener dos hijos, tres si vivían en zonas rurales.
Eso cambió al comenzar el mandato del presidente Xi Jinping, el líder más autoritario que ha tenido China en varias décadas. Poco después de que asumiera el poder, el gobierno revisó las normas para que los chinos han de Xinjiang pudieran tener dos o tres hijos, igual que las minorías.
Aunque iguales sobre el papel, en la práctica los chinos han se libran en gran parte de los abortos, esterilizaciones, inserciones de DIU y detenciones por tener demasiados hijos que sufren otras etnias en Xinjiang, según entrevistas y datos. Algunos musulmanes de zonas rurales, como Omirzakh, fueron castigados aunque tuvieran los tres hijos permitidos por la ley.
Quince uigures y kazajos dijeron a AP que conocían a personas retenidas o encarceladas por tener demasiados hijos. Muchos pasaron años o décadas en prisión.
Una vez en los campos de detención, a las mujeres se les implantaban DIU a la fuerza y lo que parecían ser inyecciones para impedir embarazos, según entrevistas y datos.
Una exdetenida, Tursunay Ziyawudun, dijo que le dieron inyecciones hasta que dejó de tener el periodo y la patearon muchas veces en el vientre durante los interrogatorios. Ahora no puede tener hijos ya menudo sufre espantosos dolores y sangra por la vagina, señaló. Ziyawudun dijo que las mujeres en el campo debían someterse a revisiones ginecológicas y llevar DIU, y que su “maestra” les dijo que si se descubría que estaban embarazadas, se les practicaría un aborto.
En 2014 se colocaron algo más de 200.000 DIU en Xinjiang. Para 2018, la cifra había crecido más de un 60%, a casi 330.000 dispositivos. Al mismo tiempo, el uso de estos dispositivos cayó de forma drástica en el resto del país, ya que muchas mujeres empezaron a retirarlos.
Las estadísticas de salud chinas también muestran un aumento de la esterilización en Xinjiang.
Los documentos presupuestarios a los que tuvo acceso Zenz muestran que a partir de 2016, el gobierno de Xinjiang empezó a invertir decenas de millones de dólares en un programa de cirugías de control de natalidad. Mientras la tasa de esterilización en el resto del país se desplomaba, en Xinjiang se multiplicó por siete entre 2016 y 2018, con más de 60.000 operaciones.
Zumret Dawut, una uigur con tres hijos, dijo que tras liberarla de un campo en 2018, las autoridades la obligaron a ser esterilizada. Si no lo hacía, le dijeron que volvería al campo.
“Me enfadé mucho”, dijo. “Yo quería otro hijo varón”.
La campaña el gobierno está alimentada por temores de que la alta tasa de natalidad entre los musulmanes impulse la pobreza y el extremismo en Xinjiang, una región árida y sin acceso al mar donde en los últimos años se han registrado ataques con armas blancas y bombas atribuidos a extremistas islámicos. Aunque el programa emplea tácticas de la política china de “un hijo”, es diferente porque discrimina por etnia.
“Puede que la intención no sea eliminar por completo a la población uigur, pero reducirá de forma brusca su vitalidad, haciéndolos más fáciles de asimilar”, dijo Darren Byler, experto en uigures de la Universidad de Colorado.
Algunos expertos fueron un paso más allá.
“Es genocidio, punto”, dijo la experta en uigures Joanne Smith Finley, que trabaja en la Universidad británica de Newscastle. “No es un genocidio inmediato, chocante, de asesinatos masivos en un mismo lugar, sino un genocidio lento, doloroso, encubierto”.
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