Gobiernos y negocios redoblaban sus precauciones mientras los casos de coronavirus alcanzaban cifras preocupantes en partes de Estados Unidos y en otras partes del mundo, lo que podría borrar dos meses de progresos.
Se esperaba que Indonesia superase el jueves las 50.000 infecciones confirmadas. En Melbourne, trabajadores sanitarios tenían previsto ir puerta a puerta para hacer pruebas a más de 100.000 residentes en un foco de infección que amenazaba con desbaratar el éxito del país en la lucha contra el virus.
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En la capital india, Nueva Delhi, que ha reportado más de 70.000 casos, las autoridades dijeron que harían controles casa por casa durante las próximas dos semanas. Los hospitales de la ciudad están sobrepasados y efectivos militares atienden a enfermos en alas médicas improvisadas en vagones de tren.
India reportó un récord de 16.922 casos el jueves, elevando el total nacional a 473.105, con casi 15.000 muertos.
Los Centros Africanos de Control y Prevención de Enfermedades indicaron que los casos en el continente subieron a más de 336.000, frente a los 10.000 del día anterior. El jefe de los CDC dijo que la pandemia en el continente de 54 países “está ganando ritmo muy deprisa” y a muchos países les faltan materiales médicos y para pruebas diagnósticas.
En todo el mundo, se cree que las cifras reales son mucho mayores a las oficiales por varios motivos, como el número limitado de pruebas diagnósticas.
Los reveses en la lucha contra el virus remecieron los mercados al ensombrecer las perspectivas de recuperación para economías sumidas en su peor crisis desde la Gran Depresión, en la década de 1930.
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Las acciones asiáticas cayeron el jueves después de que el Dow Jones perdiera 700 puntos durante la noche para caer un 2,7%, y el más amplio S&P 500 cayó un 2,6%
En China, donde apareció el virus a finales del año pasado, parecía haberse controlado un brote en Beijing. China reportó 19 nuevos casos en todo el país, en medio de una campaña masiva de pruebas en la capital.
Corea del Sur seguía tratando de sofocar un brote allí, reportando 28 casos nuevos el jueves, la mayoría asociados con clubes nocturnos, iglesias, un enorme almacén de comercio electrónico y vendedores puerta a puerta. Pero los contagios no alcanzaron las cifras de centenares diarios que se vieron a finales de febrero y principios de marzo.
Aunque algunos gobiernos estudiaban emprender medidas más agresivas para frenar los nuevos brotes, en otros lugares se retiraban las restricciones.
Dubái, en Emiratos Árabes Unidos, puso fin al toque de queda nocturno después de varios meses. La oficina de medios de la ciudad estado tuiteó que habría “libertad de movimiento día y noche” mientras la gente llevara mascarilla y mantuviera el distanciamiento social.
Las naciones europeas parecían camino de reabrir sus fronteras internas para el 1 de julio, y los representantes de la UE debatían los criterios para levantar las restricciones a los visitantes del exterior.
Era improbable que se permitiera la entrada a los estadounidenses dada la situación de la pandemia en Estados Unidos y el veto impuesto por el presidente, Donald Trump, a la entrada de europeos en Estados Unidos.
Gestores de hospitales y expertos en salud en Estados Unidos advirtieron el miércoles que los políticos y una población cansada del confinamiento estaban planteando el escenario para un desastre. Los 34.700 casos de COVID-19 reportados el martes devolvieron al país a su pico anterior, a finales de abril, cuando registró 36.400 casos en un día, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo; el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, y el gobernador de Connecticut, Ned Lamont, anunciaron que sus estados, duramente golpeados al principio del brote pero que parecen haber controlado la situación, requerirán que los viajeros de algunos estados hagan cuarentena 24 días a su llegada.
La cuarentena afecta a gente llegada de estados con una tasa de pruebas positivas mayor a 10 por cada 100.000 residentes en una media de siete días, o con una tasa positiva del 10% o más durante siete días.
Varios estados han marcado récords de casos en un día esta semana. Es el caso de Arizona, California, Mississippi, Nevada, Texas y Oklahoma. Algunos, Como Carolina del Sur y Carolina del Norte, también batieron récords de hospitalización.
Se han atribuido más de 120.000 muertes en el país -la cifra más alta del mundo- y más de 2,3 millones infecciones confirmadas en todo Estados Unidos. El respetado modelo de la Universidad de Washington estimaba el miércoles que los muertos podrían llegar a 180.000 muertos para el 1 de octubre.
“La gente se confió”, dijo el doctor Marc Boom, director general del Sistema Hospitalario Metodista de Houston. “Y está volviendo y golpeándonos, sinceramente”.
Alarmados, algunos estados están tomando medidas para conseguir un uso más consistente de las mascarillas y otras precauciones.
El doctor Peter Hotez, experto en enfermedades infecciosas en la Facultad de Medicina de Baylor, en Texas, dijo temer que los estados desperdiciaran el tiempo que tienen para evitar una crisis mucho mayor.
“Seguimos hablando sobre sutileza, aún discutiendo sobre si debemos llevar mascarillas o no, y sin entender que una vacuna no va a rescatarnos”, dijo.
En todo el mundo se han confirmado unos 9,4 millones de contagios y casi 500.000 muertes, según el conteo de Johns Hopkins.
El doctor Michael Ryan, jefe de emergencias de la OMS dijo que el momento en el que cada país alcance su cifra tope de infecciones depende por entero de lo que haga la gente.
“No hay respuestas mágicas. Aquí no hay hechizos. No puedes hacerlo desaparecer”, dijo Ryan a la prensa en Ginebra. “Tenemos que actuar en todos los niveles”.
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