Una serie de tiroteos en Estados Unidos tiene a la policía en ascuas. Algunos prevén que la mezcla explosiva de la pandemia, el malestar racial, el aumento histórico de la venta de armas y un rencoroso año electoral apunta a un verano excepcionalmente violento.
Aunque se ha registrado una fuerte disminución de las masacres en lo que va del año, las muertes no suicidas con armas van en camino de superar las del año pasado, según el Gun Violence Archive, que rastrea esa clase de incidentes.
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El aumento fue anterior al inicio del verano boreal, cuando tradicionalmente se produce un pico durante los meses cálidos a medida que la gente sale más de sus casas, y antes del Día de la Independencia, el 4 de julio, históricamente uno de los días más violentos del año.
Los especialistas en armas dicen que las estadísticas reflejan el estrés de una población por el coronavirus que ha trastornado la economía y la ha encerrado en sus casas, las profundas divisiones en torno al accionar policial y la justicia y las divisiones políticas del año electoral.
Apenas en los últimos días, más de 100 personas resultaron heridas en tiroteos en Chicago, incluido un niño de 3 años que murió baleado en el asiento trasero del auto que conducía su padre. Según la policía, los asesinos buscaban matar al padre.
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En Carolina del Norte, tres personas murieron y seis resultaron heridas el lunes por la madrugada cuando desconocidos abrieron fuego durante una fiesta vecinal en Charlotte. La violencia dejó nueve heridos en una fiesta de cumpleaños en Syracuse, Nueva York.
En Minneapolis, la gente huyó de un concurrido barrio de clubes nocturnos cuando un hombre armado mató a un hombre e hirió a otros 11 el domingo por la madrugada.
Y por segunda vez en menos de 48 horas hubo disparos en la zona de protestas de Seattle. La víctima, de 17 años, fue baleada el domingo por la noche en la zona conocida como CHOP, la sigla en inglés de “Capitol Hill Ocupada por Protesta”. El día anterior murió baleado un joven de 19 años y un hombre de 33 sufrió heridas graves.
Según James Densley, profesor de justicia penal en la universidad Metropolitan State, dijo que sucesos como éstos presagian un verano violento.
“Hay gente frustrada, furiosa, con problemas en la vida, que ha estado todo este tiempo en casa procesando estos hechos a solas o tal vez con ayuda del internet”, dijo. “Una vez que empieza a abrirse la puerta, bien podría haber un aumento del a violencia”.
Mientras tanto, la policía enfrenta una reacción adversa con las acusaciones de empleo de fuerza excesiva contra los negros y otras minorías y los llamados a reducir sus presupuestos y asignar esos fondos a los servicios sociales y otras inversiones comunitarias.
“Si se invierte en sanar y en restaurar la justicia y atraer a la gente al diálogo para sanar y resolver sus propios problemas, se verá cada vez más que no se necesita la intervención policial”, dijo Kofi Ademola un mentor de la organización contra la violencia Chicos Buenos Ciudad Furiosa en Chicago.
Sería más eficaz asignar los millones de dólares que ahora financian el departamento de policía de Chicago a programas de salud mental, vivienda, apoyo a las víctimas de la violencia y alentar la creación o ampliación de negocios en los barrios, aseguró.
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