El director de la Organización Mundial de la Salud pidió el lunes a los líderes mundiales que no politicen la pandemia de coronavirus, sino que se unan para combatirla, recordando a todos que la crisis global de salud aún se está acelerando y produciendo aumentos diarios récord de infectados.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien ha sido criticado por el presidente norteamericano Donald Trump, habló mientras la cantidad de infecciones reportadas se disparó en Brasil, Irak, India y los estados del sur y oeste de Estados Unidos, abrumando los hospitales locales.
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El mundo sufrió el mayor aumento diario hasta la fecha de casos de coronavirus, con contagios disparados en zonas rurales de India tras el regreso de trabajadores migrantes desde las ciudades. Casi 9 millones de personas se han visto infectadas por el coronavirus y más de 468.000 personas han muerto, según cifras recopiladas por la Universidad Johns Hopkins. Los expertos creen que la dimensión real de la pandemia es mucho mayor, dada la capacidad limitada de hacer pruebas y que se presume que hay un gran número de casos asintomáticos.
La OMS reportó el domingo el mayor aumento diario de casos según sus estimaciones, con más de 183.000 casos nuevos en las 24 horas previas. Brasil registra casi 55.000, seguida por Estados Unidos con 36.617, según la agencia de salud de Naciones Unidas. India reportó más de 15.400 nuevos contagios.
Los expertos atribuyen el aumento de casos a varios factores, como el hecho de que se hacen más pruebas diagnósticas y hay más contagios. Más de dos tercios de las nuevas muertes se reportaron en América.
Durante una videoconferencia para la organización no lucrativa World Government Summit, con sede en Dubái, Tedros dijo que el mundo tomó más de tres meses para registrar el primer millón de infectados con el virus, pero que el último millón de casos ocurrieron en apenas ocho días.
“La pandemia de COVID-19 ha demostrado que, de hecho, el mundo no estaba preparado”, dijo Tedros. “A nivel mundial, la pandemia sigue acelerándose”.
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Tedros nunca mencionó el nombre de Trump o el hecho de que el mandatario estadounidense está decidido a sacar a Estados Unidos de la agencia de salud de la ONU, pero advirtió en contra de “politizar” la pandemia.
“La mayor amenaza que enfrentamos ahora no es el virus en sí mismo, sino la falta de solidaridad global y liderazgo mundial”, dijo. “No podemos vencer esta pandemia con un mundo dividido”, agregó.
Los casos de COVID-19 en India subieron en casi 15.000 personas para el lunes, a 452.282 personas, con más de 13.000 muertes, según el Ministerio de Salud.
Tras suavizar las cuarentenas nacionales, el gobierno indio ha habilitado en las últimas semanas trenes especiales para llevar a miles de trabajadores migrantes de vuelta a sus pueblos de origen. Casi el 90% de los distritos más pobres del país tienen casos, aunque el brote sigue centrado en los estados de Delhi, Maharashtra y Tamil Nadu, donde hay grandes ciudades.
Las infecciones bajaron de ritmo en China y Corea del Sur, indicando que podrían estar ganando terreno para frenar sus nuevos brotes, pero pese a los progresos claros en la contención del virus en algunos lugares, especialmente los que tuvieron los primeros focos de infección, a nivel global se disparó la cifra de casos.
En Pakistán, las infecciones se han acelerado y los hospitales se vieron obligados a rechazar pacientes. La cifra de nuevos casos diarios llegó a 6.800 a mediados de junio, en un país con 220 millones de personas. El gobierno ha relajado las restricciones de la pandemia en un intento de salvar una economía casi en ruinas, donde la tasa de pobreza ha subido al 40%, respecto al 30% anterior.
En Irak, trabajadores con mascarillas construían unidades temporales de coronavirus en un amplio terreno de Bagdad dedicado a exhibiciones, mientras un temido aumento de los contagios ponía a prueba a sus asfixiados hospitales, debilitados por años de conflicto e infraestructuras endebles.
En un sombrío recordatorio del alcance del virus, autoridades filipinas afirmaron que el rey de Arabia Saudí había pedido que los restos de 282 trabajadores filipinos fallecidos en los últimos meses en el reino petrolero fueran repatriados en tres días. Los migrantes murieron por diversas causas, pero las restricciones asociadas al virus demoraron las repatriaciones.
El gobierno filipino pidió que se ampliara el plazo y que los muertos de unos 50 filipinos fallecidos por COVID-19 fueran enterrados en Arabia Saudí.
Filipinas ha reportado más de 30.000 infecciones y 1.169 muertes, una de las cuentas más altas en el sureste asiático, y está teniendo problemas para llevar de vuelta a casa a decenas de miles de filipinos que perdieron sus empleos en el extranjero.
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