Las migraciones de puertorriqueños y afroamericanos en Estados Unidos hacia Nueva York se entrecruzaron y originaron múltiples movimientos sociales y sindicales en contra de la inequidad que han sufrido durante décadas por causa del discrimen por raza o etnia, a pesar de ser ciudadanos americanos.
El artículo ¿Resistiendo el binarismo racial? de la historiadora y profesora de la Universidad de Rutgers, Lorrin Thomas, apunta que todo comenzó a partir de la década del ’20.
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Miles de puertorriqueños emigraron de Puerto Rico a La Gran Manzana impulsados por la recién estrenada ciudadanía americana y por la situación económica, así como miles de afroamericanos que se mudaron del sur de Estados Unidos a las urbes del norte, indica.
“Los puertorriqueños y los afroamericanos vivían en los mismos lugares, compartían espacios comunes en el mercado del trabajo, así como coaliciones políticas y producciones culturales”, explicó el profesor de sociología en la Universidad de Massachusetts y autor del libro Debates sobre ciudadanía y políticas raciales en las Américas negras, Agustín Lao-Montes.
Cuando ambos grupos comenzaban a asentarse en Nueva York, los afroboricuas fungieron como un puente entre los afroamericanos y los puertorriqueños, mencionó. Lo que los unió fue el discrimen que experimentaron en Estados Unidos, sentimiento que cimentó la zapata para futuras coaliciones negro-latinas.
Los movimientos sindicales en Estados Unidos que surgieron entre puertorriqueños y afroamericanos ejemplificaron una “dialéctica de solidaridad” entre ambos grupos, a pesar de sus diferencias mientras vivían en las mismas comunidades, observó el sociólogo.
Entre 1920 y 1945, los afroamericanos que emigraron del sur de Estados Unidos y los puertorriqueños se convirtieron en la principal fuente de trabajo a bajo costo en la industria neoyorkina, de acuerdo con el artículo Migración laboral puertorriqueña a Estados Unidos a cargo del sociólogo y profesor de Estudios Étnicos de la Universidad de Berkley, Ramón Grosfoguel.
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En 1929, los afroamericanos y los puertorriqueños ganaban entre ocho a 13 dólares por semana en contraste con los judíos e italianos que ganaban entre 26 a 44, menciona el artículo.
El sociólogo, Lao-Montes, igualmente recordó que The Young Lords “se convirtió en un movimiento político en el que había una alianza con las Panteras Negras” – organización nacionalista compuesta por afroamericanos que se fundó en 1966 y cesó funciones en 1982.
Fundada en 1969, The Young Lords era un organización nacionalista compuesta por puertorriqueños que habían emigrado desde la ruralia de Puerto Rico. El objetivo del grupo era la justicia social, acorde con el ensayo Las coaliciones estudiantiles negras y latinas en la construcción de Nueva York del historiador, Frederick Douglass Opie.
El ensayo detalla que movimientos de puertorriqueños de la diáspora lucharon de la mano de miembros afroamericanos con el respaldo de otros movimientos negros para fundar un departamento académico especializado en estudios africanos y puertorriqueños en el Hunter College – una institución académica que se encuentra ubicada en Nueva York.
El pedido se concedió, en 1969, con la creación del Departamento de Estudios Africanos, Latinos y Puertorriqueños del Hunter College.
“Ellos estaban exigiendo que se les incluyera a los puertorriqueños como parte de la ciudad porque no eran inmigrantes. Ellos llegaron desde la isla, pero no eran tratados como ciudadanos americanos”, expresó Milagros Denis-Rosario, historiadora y directora de la secuencia de estudios latinos y puertorriqueños del Hunter College.
En 1964, padres puertorriqueños y afroamericanos se unieron en un boicot en contra de la segregación de la que sufrían los estudiantes afroamericanos y puertorriqueños en el sistema educativo de Nueva York, explicó la historiadora.
Ese año el Departamento de Educación de Nueva York indicó que cerca del 8.4% de los estudiantes arrojaron C o menos al evaluar sus habilidades al hablar inglés. El artículo Las luchas de los Padres Unidos del Bronx por la equidad educativa durante el 60 —publicado por el Centro de Estudios Graduados de la Universidad de Nueva York (CUNY)— relata cómo la inmensa mayoría eran puertorriqueños debido a que estudiaban en escuelas con maestros poco experimentados y sobresaturadas de estudiantes.
En ese momento entraron en juego los Padres Unidos del Bronx con el fin de entrenar a los padres puertorriqueños y de minorías étnico-raciales en la comunidad para que ocuparan puestos de liderazgo en las escuelas, así como participaran de las reuniones para exigir los derechos de los niños. El grupo lo lideró la boricua, Evelina Lopez Antonetty.
El historiador y autor de varios escritos sobre la afropuertorriqueñidad, William García-Medina, expresó que los puertorriqueños y los afroamericanos tienen grandes semejanzas.
El historiador —quien creció de manera intermitente entre Nueva York y la isla— explicó que la ideología de que todos tenemos sangre africana, a pesar de que se ha debatido recientemente, estrechó los vínculos de los boricuas con los afroamericanos.
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La cercanía entre ambos grupos étnico-raciales es tanta que opinó que es una pena que se ignore la contribución de varios afroboricuas al quehacer afroamericano, tales como el historiador, educador y activista, Arturo Alfonso Schomburg.
“Sabemos que vivimos en barrios similares, nos vestimos similarmente y hablamos de manera similar. Hay una semejanza de la que no tenemos una idea cómo y por qué”, opinó el historiador. “Hemos naturalizado nuestro vínculo con los afroamericanos”.
El historiador concluyó que los puertorriqueños se parecen más a los afroamericanos que a los estadounidenses blancos, a pesar de que se ha intentado que la isla se asemeje al ideal blanco-estadounidense. Y es que este no tan solo es un fenómeno del presente, es un precedente que ha sido arrastrado desde que Puerto Rico se encontraba bajo el dominio de España.
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