China actuó el lunes con rapidez para intentar controlar un nuevo brote del coronavirus, después de que se confirmaran 36 casos nuevos en Beijing.
La gente hacía fila en hospitales y otros centros en la capital mientras las autoridades trataban de hacer miles de pruebas diagnósticas a los trabajadores de un mercado al por mayor, a cualquiera que lo hubiera visitado en las últimas dos semanas o a los que hubieran entrado en contacto con esos dos grupos.
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Las autoridades han confirmado 79 casos del coronavirus en cuatro días, en lo que parece el mayor brote en el país desde China frenó en gran parte los contagios hace más de dos meses. El nuevo brote parecía haber comenzado en el mercado de Xifandi, el mayor mercado de alimentación al por mayor en la ciudad, lo que provocó inspecciones de carne y pescado fresco en Beijing y otros lugares del país.
“Debemos seguir tomando medidas decisivas para defendernos de los casos externos y los rebrotes internos, y movilizar a todas las unidades para asumir la responsabilidad”, dijo Xu Hejian, director de la oficina de información del gobierno de Beijing.
Mientras otros países suavizaban las restricciones asociadas al virus, la situación en Beijing mostraba la importancia de estar preparado para gestionar los rebrotes inevitables. Los nuevos focos de infección pueden darse en cualquier momento en lugares inesperados, incluso semanas después de que la epidemia parezca haber terminado.
Grecia, un país dependiente del turismo, levantó restricciones a la llegada de viajeros. Los pasajeros de algunos vuelos internacionales ya no pasarán pruebas obligatorias de coronavirus y hoteles y museos reabrían, al igual que los gimnasios, en la última fase de la reapertura gradual diseñada por Atenas.
En París reabrían cafeterías y restaurantes por primera vez desde que el virus obligó a cerrarlos el 14 de marzo.
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En Estados Unidos, el gobernador de la afectada Nueva York amenazó con reinstaurar los cierres de negocios mientras parte del país luchaba por controlar un brote que parecía prolongarse durante meses.
El gobierno autoritario y los estrictos controles sociales en China permiten registrar los movimientos de la población a través de apps y una red de asociaciones vecinales. El acceso a muchos edificios de oficinas, comercios y restaurantes requiere probar con una app en el celular que la persona no ha viajado a zonas donde el virus sigue activo.
Beijing cerró el mercado de Xifandi y requirió a cualquiera que lo hubiera visitado que se aislara durante dos semanas. Los barrios cercanos al mercado quedaron en cuarentena y se hicieron análisis a más de 76.000 personas.
La ciudad suspendió la reapertura de algunas escuelas primarias, prevista para el lunes, y reinstauró algunas medidas de aislamiento social.
La cepa del virus que causaba el nuevo brote estaba relacionado con los focos en Europa, según las autoridades sanitarias de Beijing, aunque no estaba claro si se había extendido debido al movimiento de personas o al transporte de comida.
Ian MacKay, experto en virus de la Universidad de Queensland, en Australia, dijo que no había pruebas que sugirieran una conexión entre los brotes y la comida.
“Es más probable que sea una persona que fue a la zona con mucha gente y el virus se expandiera, como hace el virus”, dijo.
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