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Protestas pacíficas piden reformas profundas en Estados Unidos

Algunas ciudades impusieron toques de queda después de que varias marchas la semana pasada

Las demandas de profundas reformas policiales ganaron impulso el domingo después de que las autoridades de la ciudad donde murió George Floyd a manos de un policía iniciaran el proceso para desmantelar todo el departamento de policía.

La muerte de Floyd desencadenó protestas en todo el país exigiendo que se afronte el racismo institucional. En ocasiones, las marchas derivaron en choques con la policía, pero muchos agentes adoptaron una actitud menos agresiva durante el fin de semana, cuando la gran mayoría de las manifestaciones fueron pacíficas.

Dos semanas después de la muerte de Floyd, un empleado de seguridad que se había quedado sin trabajo, después de que un policía blanco de Minneapolis le apretara el cuello con la rodilla durante varios minutos, la mayoría del Consejo Municipal de Minneapolis votó a favor de desmantelar la agencia de 800 miembros.

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“Está claro que nuestro sistema de policía no está manteniendo a salvo a nuestras comunidades”, dijo el domingo la presidenta del consejo, Lisa Bender. “Nuestros esfuerzos de reformas progresivas han fracasado, punto”.

No es la primera vez que una ciudad estadounidense busca la forma de gestionar un departamento de policía acusado de ser demasiado agresivo o de ejercer prácticas discriminatorias. En Ferguson, Misuri, donde un policía blanco mató a tiros en 2014 a Michael Brown, un joven negro de 18 años, el entonces secretario de Justicia, Eric Holder, dijo que las autoridades federales consideraron desmantelar todo el cuerpo de policía local. La ciudad terminó llegando a un acuerdo menos drástico, pero que requería amplias reformas.

El estado de Minnesota ha iniciado una investigación de derechos civiles sobre el Departamento de Policía de Minneapolis. Los primeros cambios concretos llegaron cuando la ciudad acordó prohibir las presas de estrangulamiento.

Nueve de los 12 miembros del Consejo Local de Minneapolis prometieron el domingo poner fin a la policía tal y como es ahora en la ciudad. El alcalde, Jacob Frey, dijo no apoyar la “abolición completa” del departamento.

En respuesta a la muerte de Floyd, manifestantes en todo el país reclamaban reformas policiales y que se afrontara el racismo institucional. Los coros en favor de retirar el financiamiento a la policía se han convertido en lemas para muchos. La agresiva respuesta policial a las marchas en muchos lugares ha subrayado lo que mantenían muchas voces críticas: la policía está militarizada y emplea una fuerza excesiva con demasiada frecuencia.

Algunas ciudades impusieron toques de queda después de que varias marchas la semana pasada se vieran empañadas por incendios provocados, agresiones y saqueos de negocios. Más de 10.000 personas fueron detenidas en todo el país desde el inicio de las protestas, según registros monitoreados por The Associated Press. Han circulado videos de agentes con equipo antimotines empleando gas lacrimógeno o fuerza física incluso contra manifestantes pacíficos.

Pero las marchas de los últimos días en Estados Unidos han sido pacíficas en su gran mayoría, y durante el fin de semana, varios cuerpos policiales parecieron evitar estrategias agresivas.

También se levantaron toques de queda en ciudades como Chicago y Nueva York, donde el gobernador instó a los manifestantes a hacerse pruebas del nuevo coronavirus y tener precaución hasta tener los resultados. Líderes de todo el país han expresado su preocupación porque las concentraciones pudieran provocar un aumento de los contagios.

Por primera vez dese que comenzaron las protestas en Nueva York hace más de una semana, la mayoría de los agentes desplegados el domingo ante las marchas no llevaban cascos antimotines. La policía movió las barricadas ante el hotel de Trump en Columbus Circle para que los manifestantes pudieran pasar por la zona.

En algunos puntos de la ciudad se veía a los agentes fumando, tomando pizza o comiendo helados con tranquilidad. Algunos agentes estrecharon manos y se tomaron fotos con motociclistas en una marcha.

En Compton, California, miles de manifestantes, algunos de ellos a caballo, marcharon de forma pacífica por la ciudad al sur de Los Ángeles. La única presencia policial era una docena de agentes del condado, que observaban sin confrontar a los asistentes.

En Washington D.C. se vio a miembros de la Guardia Nacional llegados de Carolina del Sur saliendo de su hotel el domingo, poco antes de que el presidente, Donald Trump, tuiteara que había dado orden de retirarlos de la capital.

Las cosas no fueron pacíficas en Seattle, donde el alcalde y el jefe de policía habían dicho que intentaban reducir la tensión. La policía utilizó granadas de flash y aerosol de pimienta para dispersar a la gente después de que se lanzaran piedras, botellas y explosivos a los agentes el sábado por la noche. El domingo por la noche, un hombre dirigió un auto contra los manifestantes, chocó con una barricada y después salió del vehículo mostrando una pistola, según las autoridades. Un hombre de 27 años fue baleado y trasladado al hospital en condición estable, según el cuerpo de bomberos de Seattle.

Dos crisis paralelas -la pandemia del coronavirus y las protestas- han sido especialmente duras para la población negra estadounidenses, que se ha visto afectada de forma desproporcionada por el virus y expuesta a profundas divisiones políticas durante este año de elecciones presidenciales.

El liderazgo de Trump en ambas situaciones ha sido cuestionado por demócratas y unos pocos republicanos, que consideraron su gestión del COVID-19 como tardía e insuficiente, y su reacción a las protestas como dura e insensible.

El senador federal Mitt Romney de Utah marchó el domingo en una protesta en Washington contra el maltrato policial a las minorías, lo que le convierte en el primer senador republicano conocido que lo hace.

El cuerpo de Floyd llegó el domingo a Texas para un tercer y último servicio fúnebre, según el jefe de policía de Houston, Art Acevedo. Estaba previsto celebrar una capilla ardiente el lunes en Houston, seguida de un servicio religioso y un entierro el martes en el suburbio de Pearland.

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