En un lapso de tres días, el mexicano David Cruz fue detenido por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos tras cruzar sin papeles la frontera común y devuelto en un vuelo a la Ciudad de México junto a decenas de migrantes del país en medio de la pandemia de la enfermedad del nuevo coronavirus Covid-19.
Luego de aterrizar en la capital mexicana, el hombre de 48 años narró que entre su detención y su expulsión estuvo en instalaciones en la ciudad de McAllen, Texas, a las que migrantes llaman “gallinero” porque los espacios de encierro están delimitados por una malla metálica.
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Los agentes le entregaron una mascarilla y midieron su temperatura, pero Cruz consideró que en ese lugar no existían medidas sanitarias suficientes ante la Covid-19, como la distancia entre personas, y agregó que tampoco le hicieron una prueba antes de repatriarlo a México.
“Todos estábamos ahora sí que juntos, muy juntos, donde estaba yo éramos como unas 27 personas, más o menos, de diferentes países: El Salvador, Honduras, Guatemala, Cuba, Perú”, dijo a Xinhua el migrante.
Cruz estuvo entre 189 mexicanos que Estados Unidos repatrió el 22 de mayo en dos vuelos a la Ciudad de México desde los aeropuertos de Brownsville, Texas, y San Diego, California, de acuerdo con un comunicado de la cancillería mexicana y el Instituto Nacional de Migración (INM).
Los vuelos forman parte de una operación que se realiza desde el 19 de mayo y hasta finales de este mes para facilitar las devoluciones de mexicanos, dijeron por separado, al anunciar la medida, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) estadounidense y el gobierno mexicano.
México detalló que estaban planeados ocho vuelos en total, con hasta 133 mexicanos en cada uno, desde las dos ciudades fronterizas con el país.
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Estados Unidos realiza la mayoría de las repatriaciones de mexicanos vía terrestre por la frontera común y no había llevado a cabo vuelos de devoluciones a la Ciudad de México desde mediados de 2018, luego de varios años de hacerlo, según registros del INM.
“El objetivo general de estos vuelos de repatriación es reducir la propagación de Covid-19 a los Estados Unidos”, señaló el CBP.
No obstante, expertos y defensores de migrantes alertaron que las deportaciones que Estados Unidos realiza en medio de la pandemia hacia América Latina, sin hacer antes pruebas de coronavirus a los migrantes, arriesgan a las comunidades de origen de los repatriados.
Migrantes deportados en vuelos del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) han dado positivo por la Covid-19 en Guatemala, Colombia, Haití y Jamaica, e inclusive el gobierno guatemalteco ha pedido frenar las repatriaciones.
Cruz, un obrero de la construcción originario de un poblado rural del central Estado de México, comentó que las medidas antes de abordar el avión en Brownsville fueron “lo común”: medición de temperatura, desinfección de manos con gel y entrega de mascarilla.
“Nos tomaron la temperatura, nos dieron cubrebocas, eso fue todo. Checaron el estado general de salud y ya, ’súbanse al avión'”, añadió por su parte un migrante que se identificó como Pedro, quien dijo que también estuvo tres días en las mismas instalaciones antes de ser expulsado.
El mexicano contó que todas las personas del vuelo habían sido detenidas recientemente tras cruzar la frontera común y que las autoridades estadounidenses llamaban a su repatriación una “salida voluntaria”.
“Juntaron lo que era el pasaje del avión y mandaron para acá el avión porque dijeron que no pueden pasarnos por la frontera. No sé por qué”, abundó el hombre, habitante de la capital mexicana y quien buscaba migrar en busca de empleo.
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Según la cancillería de México y el INM, solamente “personas que no presentaron signos o se encontraban asintomáticas” abordaron los dos vuelos tras la aplicación por parte de autoridades estadounidenses de protocolos para la detección de síntomas de la Covid-19.
Los expertos que alertan sobre los riesgos de las deportaciones en medio de la pandemia indicaron que el temor se debe a que los centros de detención del ICE, donde los migrantes permanecen antes de su repatriación, han registrado brotes o por lo menos algún contagio.
Para el caso de los vuelos que aterrizaron el 22 de mayo en México, repatriados entrevistados coincidieron que estuvieron en instalaciones de la Patrulla Fronteriza y no del ICE, porque sus casos fueron devoluciones rápidas, una medida que Washington tomó a partir de la emergencia.
Desde el 21 de marzo, la CBP comenzó la aplicación de la medida que se ha conocido como expulsiones rápidas a México de migrantes de cualquier país que arresta en la frontera, al alegar que se busca evitar la propagación del virus en sus estaciones usualmente llenas.
José Angel, un campesino mexicano originario de Guerrero, comentó que las autoridades estadounidenses rápidamente prepararon su devolución tras arrestarlo en la frontera, porque exponían que no había personal para procesar solicitudes de entrada.
“Nada, así, para afuera”, apuntó el campesino de 23 años y agregó que regresaría a su comunidad tras su primer intento de migrar a Estados Unidos para trabajar.
Tras el aterrizaje de los dos vuelos, autoridades mexicanas revisaron temperatura y el estado de salud de los mexicanos devueltos, les entregaron un certificado de repatriación, alimentos y los trasladaron a centrales de autobuses para que se dirigieran a sus lugares de origen.