Dos semanas después de la reanudación de actividades económicas en Texas, los casos de coronavirus van al alza, siguen surgiendo nuevos brotes y, en el restaurante Guero’s Taco Bar de Austin, donde se puede ver ocasionalmente a algunas celebridades, el registro de cada comensal y el sitio donde se sentaron está en desarrollo a regañadientes.
“Parece una enorme invasión a la privacidad”, comentó la propietaria del restaurante Cathy Lipincott, quien pese a eso trata de cumplir con las directrices de salud pública de Austin al pedirles, mas no requerirles, a los comensales que den su información.
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Pocos estados están levantado restricciones más rápido que Texas, donde las órdenes de permanecer en casa expiraron el 1 de mayo. Con las infecciones aún en aumento, incluidos 1,458 casos nuevos y 58 muertes el jueves, el gobernador Greg Abbott ha defendido el ritmo enfatizando que las tasas de hospitalización e infección son estables, y señalando que las 1,200 muertes de Texas siguen por debajo de las registradas en estados similares, como California y Florida.
Pero en la antesala de que expiren más restricciones el lunes, incluidas las que se impusieron a los gimnasios, crece un enfrentamiento político en torno a los planes de algunas ciudades grandes para mantener ciertas restricciones en vigor.
La disputa pone de manifiesto la brecha entre los demócratas que gobiernan ayuntamientos y los líderes del Partido Republicano, quienes toman las decisiones en la capital de Texas, uno de varios estados donde funcionarios locales y gobernadores han discrepado por las restricciones durante la pandemia.
El recrudecimiento de las tensiones surge en momentos en los que el doctor Anthony Fauci, el principal experto del país en enfermedades infecciosas, advirtió en el Congreso esta semana que habrá un “sufrimiento y muerte innecesarios” si Estados Unidos se mueve demasiado rápido.
Sin embargo, los tribunales de Wisconsin desecharon las órdenes de confinamiento ordenadas por el estado, creando caos en las comunidades debido a que algunos bares reabrieron inmediatamente mientras que en otros sitios se mantenían vigentes estrictas medidas locales.
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En Georgia, la alcaldesa de Atlanta Keisha Lance Bottoms también expresó preocupación por la velocidad con la que el gobernador Brian Kemp ha permitido la reanudación de actividades en el estado. Los legisladores de Oklahoma, molestos con los funcionarios locales que impusieron medidas estrictas durante la actual crisis de salud, aprobaron el jueves un proyecto de ley en la Cámara de Representantes estatal que debilitará la autoridad de las ciudades durante futuras crisis.
Y en Texas, el secretario de Justicia estatal Ken Paxton arremetió esta semana contra las ciudades de Dallas, Austin y San Antonio por lo que describió como órdenes locales “ilegales” que son más estrictas que las restricciones indicadas por Abbott, y amenazó con demandar si las ciudades no dan marcha atrás. La advertencia se produjo un día después de que El Paso abogó por posponer el levantamiento de más medidas de confinamiento en vista de que el número de casos de COVID-19 en la ciudad aumentó 60% en las últimas dos semanas.
“Desafortunadamente, algunos condados y ciudades de Texas parecen haber confundido las recomendaciones con requerimientos y han excedido enormemente la ley estatal para imponer su propia voluntad a ciudadanos y empresas”, manifestó Paxton.
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Los mandatarios locales dijeron que sus órdenes, que incluyen un énfasis más estricto en las protecciones faciales en público y en protocolos para restaurantes, no entran en conflicto.
El juez del condado de El Paso, Ricardo Samaniego, el principal funcionario electo de la entidad, dijo que presentó sus argumentos al gobernador durante una llamada y le pidió unas semanas más para evaluar los datos y reducir los casos de coronavirus antes de levantar más restricciones. Pero no cree que recibirá una respuesta antes del anuncio público de Abbott programado para el lunes.
“No estoy luchando contra su plan, lucho contra su calendario”, comentó Samaniego. “Parece que funcionaría para nosotros dentro de unos meses”.
La disputa contrasta con lo que ocurrió en los primeros días del brote en Texas, cuando Abbott le dio a las ciudades y condados una gran libertad para emitir restricciones como lo creyeran conveniente. Desde entonces, Abbott ha tomado las riendas en torno a qué tan rápido reanudar las actividades en Texas, que la semana pasada incluyó adelantar la reapertura de salones de belleza luego de quejas por parte de conservadores.
El número de pruebas de detección durante gran parte de mayo ha estado muy por debajo del objetivo de Abbott de 30,000 por día, aunque la cantidad ha aumentado en los últimos días, de acuerdo con las autoridades de sanidad estatales.
Los hospitales que fueron montados en Dallas y Houston para atender un exceso de pacientes fueron desmantelados sin haberse utilizado, y la tasa de casos nuevos en Texas ha disminuido desde abril a 5.3% en promedio para los siete días que concluyeron el jueves, de acuerdo con información de la oficina de Abbott. Pero los expertos siguen preocupados.
“Ven el declive y se dan palmadas en la espalda y dicen: ‘Mira el buen trabajo que hemos hecho, ahora podemos dejar que esto siga su curso y abrir las cosas’”, dijo Dennis Perrotta, un epidemiólogo jubilado del estado. “Y luego somos golpeados por un segundo pico”.
En Austin, los restaurantes se han quejado de las recomendaciones para registrar a los comensales con el fin de rastrear los contactos, junto con una advertencia de que, de lo contrario, las autoridades de salud tendrían que señalar públicamente a los restaurantes si se producen brotes. Algunos propietarios tomaron eso como una amenaza, pero en The Peached Tortilla, el dueño Eric Silverstein dijo que su industria tiene que hacer lo que sea necesario para reabrir.
“No tenemos elección”, comentó. “Tienes que volver a hacer algún tipo de negocio”, añadió.
A unas cuantas cuadras de distancia, en la cafetería Brentwood Social House, la propietaria Suzanne Daniels no está tan segura. Aunque su competencia ha reabierto, sus mesas en el interior siguen cerradas para el público, y no sabe cuándo se sentirá segura para hacer reabrir también.
“Se siente prematuro”, dijo Daniels. “Para mí, no se siente correcto o bien”.