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Bocadillos Lingüísticos: La G Del Torero

La Doctora Aida Vergne, profesora universitaria y lingüista habla sobre el nacimiento de la letra G

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Cambiando diametralmente el tema de la pandemia y del Covid-19 (que ya nos saca por el techo), hoy le cuento sobre el nacimiento de la letra G. Aunque usted no me crea, Carvilio se inventó la letra G, añadiéndole un palito a la letra C. Tal invento, que debía resolver un problema, causó TRES. La idea era que la nuevita [g] representara un solo sonido, pero la cosa se complicó, como todo en la vida.

Y aquí está el Bocadillo para descomplicar el tema (o confundirlo más…) La [g] latina sonaba igual siempre, pero nuestra [g] española lamentablemente NO. Ante las vocales a, o, u suena como la [g] de Carvilio. Pero frente a las vocales e,i, suena como jota [ge, gi ](dos sonidos muy distintos).

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¿Por qué? Ufff, por procesos evolutivos del paso del latín hacia el español. Nada, que se formó un rollo horrible, que no cabe aquí, y que desembocó en tres Ges: la ge, la gu_, y la gü_. Para que la g suene como [g] ante la e, i, TENEMOS que añadirle una u, como en GUITARRA. Esa u, NO SUENA, (la guitarra sí).

La u que se añadió resolvió el asunto y nos quedamos con ga gue, gui, go y gu. ¿Felices todos? No. Nos dicen Lodares y Salvador que en la ortografía antigua no existía la diéresis. ¡Ea!

Y, como la gue, gui, tenían una u muda, en el siglo 17 nace la diéresis, para hacer sonar la u, y por supuesto, para evitar vergüenzas. Lodares cuenta una anécdota donde explicaban a jóvenes españoles cómo ser buen torero: “El secreto de un buen torero está en las tres ges: gracia, garra y… güevos”, con refuerzo consonántico, por supuesto. Ya sabe… ¡A torear el virus! ¡Feliz día a mis Metro lectores!

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