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Las bicicletas se han convertido en una gran alternativa de transporte durante pandemia

En varios países exigen más espacios para las bicicletas en las vías

Bicicleta AP (Manu Fernandez/AP)

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A mitad de camino en su bicicleteada al trabajo, la policía paró a Juan Pasamar, acusándolo de violar las normas del confinamiento por la cuarentena al ejercitarse en público. No le creían su explicación de que se dirigía a su trabajo desde las afueras de Zaragoza, donde vive.

“¿Tiene auto, verdad? ¿Por qué no lo usa?”, le preguntaron.

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Pasamar tuvo que contratar a un abogado para convencer a la policía de que el gobierno no había prohibido las salidas en bicicleta durante la pandemia.

En momentos en que los países empiezan a reanudar las actividades, se alienta el uso de bicicletas como alternativa a atestados trenes y autobuses que pueden facilitar los contagios del COVID-19.

Desde Alemania hasta Perú los amantes de las bicicletas tratan de aprovechar el momento para conseguir más ciclovías o para ampliar las ya existentes.

Generar espacios para las bicicletas “es un paso necesario si queremos que nuestras ciudades funcionen bien”, sostuvo Morton Kabell, copresidente de la Federación de Ciclistas Europeos.

“Mucha gente tiene miedo de usar el transporte público, pero hay que volver al trabajo de algún modo. Muy pocas ciudades pueden admitir más tráfico de autos”, señaló.

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Además de separaciones físicas para los carriles, Kabell apoya subsidios para bicicletas eléctricas, lo que alentaría a la gente a cubrir rutas más largas o empinadas.

El objetivo sería imitar a Copenhague, donde la mitad de la gente se maneja en bicicletas, y a Holanda, que tiene una amplia red de ciclovías.

Los países avanzan en esa dirección a distintas velocidades.

El gobierno francés le pidió al activista Pierre Serne que diseñe un plan para cuando termine el encierro el 11 de mayo. Serne hizo una serie de recomendaciones, incluidos carriles separados de los de los autos a un costo de 50.000 euros por kilómetro, las cuales deben ser aprobadas por el ministerio de transporte.

Por ahora Francia está subsidiando arreglos por hasta 50 euros (casi 55 dólares) para que la gente pueda tener lista su bicicleta para cuando termine la cuarentena.

En Berlín, pintaron rayas amarillas en algunas calles para abrir carriles para bicicletas. Las autoridades dicen que emplean el concepto de “urbanismo táctico”, que involucra medidas baratas, sencillas y reversibles, pero que pueden tener un impacto inmediato.

Hay iniciativas similares en otras ciudades, como Lima, Barcelona y Milán, que planean ampliar sus senderos para bicicletas y quitarles espacio a los autos en las calles y en los estacionamientos.

En Bogotá, donde muchos obreros usan bicicletas para movilizarse, la alcaldesa Claudia López exhortó a quienes regresan a sus trabajos esta semana a que lo hagan en bicicletas en lugar del transporte público, que opera al 35% de su capacidad.

En Estados Unidos ciudades como Oakland, San Francisco y Nueva York están cerrando algunas calles al tráfico de autos y solo admiten corredores y bicicletas.

Pedro Díaz, del club de ciclismo de Madrid Pedalibre, dice que la pandemia ofrece una oportunidad única de quitarle espacio a los autos y luego resistirse a devolverlo cuando termine la crisis.

“Si esperamos a tener una infraestructura adecuada para los carriles para bicicletas, necesitaremos un plan municipal y la planificación y aprobación tomarían cuatro años”, expresó Díaz. “De este modo, solo basta con poner un cerco y evitar que los autos usen ese carril. Luego será un fait accompli”.

Los fanáticos de las bicicletas siempre dijeron que son un vehículo que no afecta el medio ambiente y ese argumento gana peso ahora con el virus, según Laura Vergara, directora de la organización de activistas ConBici.

El turismo representa casi un 15% del producto bruto interno de España y las bicicletas podrían ayudar a mantener a flote ese sector.

“En Australia la venta de bicicletas se disparó”, dijo Vergara. “¿Por qué no puede pasar lo mismo aquí?”.

A pesar de tener días soleados la mayor parte del año, los españoles están décadas por detrás del norte de Europa en lo que se refiere al uso generalizado de bicicletas.

La ministra del medio ambiente Teresa Ribera, a cargo de la planificación para la era post-virus, dice que hay que “superar la resistencia derivada de hábitos y conceptos muy arraigados”.

Indicó que les pidió a los alcaldes que amplíen los carriles para bicicletas, reduzcan los límites de velocidad para los autos y ofrezcan estacionamientos para las bicis. Pero no está claro si el gobierno pagaría por todo eso.

“Podemos, y deberíamos, aprovechar este impulso para acercarnos a un nuevo modelo de movilidad sustentable”, manifestó en una declaración escrita a la Associated Press.

Al margen de la infraestructura, los activistas dicen que hay que cambiar la mentalidad de la gente y destacan que muchos funcionarios sostienen que hay que priorizar el uso de los autos durante la cuarentena.

Si bien algunos países permiten que la gente salga de su casa en bicicleta para ejercitarse, otros lo prohíben e incluso lo multan.

La Federación Francesa de Usuarios de Bicicletas dijo que recibió más de 800 quejas de ciclistas que dicen que fueron parados por la policía. Decenas de ellos tuvieron que pagar multas de 135 euros (146 dólares).

“La actitud de la policía es la misma actitud de mucha gente en la calle”, dijo Pasamar. Para mucha gente, agregó, “las bicicletas son un estorbo”.

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