TEHERÁN — Irán reportó el miércoles su mayor aumento hasta ahora en muertos por el nuevo coronavirus, con otros 147 muertos en 24 horas. La cifra, un repunte del 15%, elevaba a 1.135 los fallecidos por el virus en todo el país.
Las autoridades admitieron sus primeros casos del virus a mediados de febrero.
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También el número de infectados crecía día a día, con 17.361 infectados en todo el país, indicó el miércoles el viceministro iraní de Salud, Alireza Raisi.
El brote ha arrojado una sombra sobre las celebraciones del Año Nuevo Persa, Nowruz, que suele ser un feriado alegre que comienza el viernes. Las autoridades sanitarias han instado a la gente a evitar los viajes y lugares abarrotados, pero muchos parecían estar ignorando las advertencias, aumentando el riesgo a nuevos focos de infección.
Algunos mercados de alimentación en la capital, Teherán, seguían abarrotados el miércoles, y las autopistas estaban llenas de autos mientras las familias viajaban entre ciudades. Irán anunció que cerraría las mezquitas para las oraciones del viernes por tercer semana consecutiva.
Raisi criticó a la gente por no seguir las recomendaciones y dijo en la televisión nacional que el virus era muy serio. “Esta no es una situación buena en absoluto”, dijo, pidiendo a la población que se quedara en casa.
El presidente del país, Hasán Ruhani, defendió el miércoles la respuesta de su gobierno en medio de acusaciones generalizadas d que las autoridades actuaron demasiado despacio e incluso podrían haber ocultado los primeros casos antes de que el virus se propagara con rapidez por todo Irán.
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En un discurso a su gabinete, Ruhani dijo que el gobierno había sido “franco” con el país, afirmando que anunciaron el brote en cuanto supieron de él, el 19 de febrero.
“Hablamos a la gente de forma honesta. No tuvimos una demora”, añadió.
El gobierno ha sido muy criticado por una gestión considerada como lenta e inadecuada. Durante semanas, el gobierno suplicó a los clérigos que cerrasen abarrotados santuarios para contener los contagios. Finalmente, el gobierno los cerró esta semana.
“Por supuesto, fue difícil cerrar las mezquitas y lugares sagrados, pero lo hicimos. Hacerlo era un deber religioso”, dijo Ruhani.
El nuevo virus se ha extendido a más de 100 países, infectado a más de 195.000 personas en todo el mundo y matado a más de 7.800. Para la mayoría, provoca sólo síntomas leves o moderados como fiebre y tos. Pero algunos, especialmente ancianos y personas con problemas médicos previos, pueden sufrir complicaciones más graves como la neumonía. La inmensa mayoría de la gente se recupera.
En Israel, mientras tanto, el Ministerio de Salud informó de 90 nuevos positivos en el virus, elevando el total del país a 427, al día siguiente de que el gobierno emitiera una nueva serie de recomendaciones que restringió los movimientos en el país.
Por el momento no se han registrado muertes, aunque 15 pacientes están graves y el número de infectados ha crecido mucho en los últimos días. Las autoridades han tomado medidas drásticas para contener el brote y advertido de consecuencias catastróficas y miles de muertes si la gente no sigue las instrucciones.
“Hemos visto lo que pasa en otros países que no tomaron estas medidas. Ya han muerto miles de personas en todo el mundo. Como primer ministro, debo decirles la verdad. Para alegría mía, no hemos perdido nadie. Sin embargo, esto no seguirá así”, dijo el martes por la noche con gesto grave el primer ministro, Benjamin Netanyahu, en su comparecencia diaria.
Temiendo brotes como los que han golpeado a Italia o Irán, Israel ha tomado medidas estrictas como pedir a la mayoría de la población que trabaje desde casa, mantenga la distancia con otras personas y solo abandone su casa cuando sea estrictamente necesario.
En otra medida más controvertida, el gobierno ha dado instrucciones al servicio de seguridad interna Shin Bet para que emplee su tecnología de vigilancia telefónica para ayudar a contener la expansión del brote, una iniciativa criticada de forma generalizada por legisladores y grupos de derechos civiles.
Las autoridades palestinas reportaron 44 casos en Cisjordania, la mayoría relacionados con un foco de infección en Belén.
En Bagdad comenzó una semana de toque de queda que vació las calles de autos y gente, y dejó cerrada la mayoría de los negocios. Solo se permitió la salida de peatones para comprar comida y medicinas, y policías iraquíes armados patrullaban la ciudad y colocaban controles de carretera.
Aun así, algunos peregrinos desafiaron la norma para cumplir con los ritos anuales en memoria del imán chií Mousa al-Kazim. Cada año, miles de personas hacen una procesión a pie hasta el santuario del imán en Khadimiya, a las afueras de Bagdad. Varias personas caminaron con solemnidad por la calle Saadoun de la capital, decididas a completar el recorrido. Policías desplegados en la zona no intervinieron para impedirlo.
Los manifestantes en la Plaza Tahrir, núcleo del movimiento de protestas contra el gobierno iraquí, emitieron un comunicado suspendiendo las actividades de protesta para ayudar a frenar los contagios.
Irak ha reportado 11 muertes de 154 casos confirmados de COVID-19, la enfermedad que provoca el nuevo virus.
En Egipto, las autoridades empezaron a cerrar comercios para fomentar que la gente se quedara en casa. El país, que ha registrado casi 200 casos y seis muertes por el virus, ha suspendido vuelos, cerrado escuelas e impuesto cuarentenas y zonas de aislamiento.
En un clima de inestabilidad en los mercados, la autoridad bursátil de Emiratos Árabes Unidos anunció el miércoles por la mañana que las bolsas locales solo podrían fluctuar un 5% antes de que se suspendiera la cotización.
Por su parte, los líderes de las 20 economías más grandes del mundo podrían celebrar una cumbre virtual la semana que viene. Arabia Saudí, que ocupa ahora la presidencia del G20, dijo estar comunicándose con los países para organizar el encuentro telemático.
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