La primaria demócrata presidencial se redujo a dos candidatos principales y se nota.
El exvicepresidente Joe Biden y el senador de Vermont Bernie Sanders pasan su primer fin de semana como los últimos contendientes principales de su partido para la Casa Blanca con una intensificación de ataques entre ellos. Cada uno intenta demostrar que es la mejor opción antes de la votación del martes en seis estados más: Idaho, Michigan, Mississippi, Missouri, Dakota del Norte y Washington.
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Esto refleja el nuevo aspecto de una contienda que alguna vez incluyó a más de 20 demócratas. Esta situación podría durar meses mientras Biden y Sanders se aprestan a una batalla prolongada para el derecho de enfrentarse al presidente Donald Trump en noviembre.
“No puedes derrocar a Trump con la misma política de antaño”, dijo Sanders a más de 7.000 seguidores en una sala de convenciones en el centro de Detroit.
Con 78 años, Sanders es, en realidad, un año mayor que Biden. Pero el autotitulado socialdemócrata que está en el Congreso desde 1991, argumenta que ha ido en contra del establishment de ambos partidos con décadas de posiciones impopulares que ahora le dan la credibilidad de dirigir una revolución política “de abajo hacia arriba”.
Sanders dice que es parte de un movimiento mayor que puede atraer a jóvenes, minorías y la clase trabajadora a las urnas, aunque tiendan a votar en menor concentración que otros estadounidenses. Un fuerte apoyo entre hispanos le dio la victoria a Sanders en Nevada y California, pero Biden lo superó en Carolina del Sur y gran parte del sureste que votó durante el Supermartes. En particular, Biden acumuló puntos gracias a los afroestadounidenses.
Sanders busca un sólido cierre en Washington, pero canceló un viaje a Mississippi para enfocarse en Michigan, el premio mayor del martes. Estaba en un evento el sábado en la comunidad mayoritariamente árabe-estadounidense de Dearborn y tenía tres eventos más en Michigan programados para este fin de semana. Biden hacía campaña en Missouri y Mississippi.
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Sanders ha aprovechado sus paradas en Michigan para atacar el pasado apoyo de Biden al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, argumentando que se llevó trabajos bien pagados en Estados Unidos a México y China, mientras devastó la manufactura en un estado dominado por la industria automotriz.