Unas 2.000 personas se congregaron el sábado en la manifestación más multitudinaria hasta la fecha para solicitar el rechazo a una nueva Constitución en el plebiscito que decidirá si reemplazar o no la Carta Magna heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) en Chile en abril.
Se registraron algunos enfrentamientos en varias instancias con personas de la postura contraria que fueron desde insultos a golpes y diversas formas violencia, aunque la presencia de partidarios de la nueva Constitución fue minoritaria.
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El grupo mayoritario insultó al otro bando llamándolos “comunistas” e instándolos a regresar a Caracas o Cuba, y defendió que Chile “Es y será un país en libertad” que no quiere convertirse en “otra Venezuela”.
“El problema no es que la Constitución esté mal, el problema es que los políticos no saben aplicar las leyes como corresponde”, dijo a The Associated Press, Andrés Ugalde, guardia de seguridad treintañero.
“Chile está pasando por un período muy crítico en donde se necesita que la gente bien nacida, la gente que tiene principios y tiene valores salga a las calles y defienda los espacios públicos porque la izquierda en estos momentos se los está tomando”, señaló de su lado Marco Díaz, abogado, de unos 50 años. Sostuvo que la Constitución vigente generó estabilidad, crecimiento económico, disminución de la pobreza, apertura de espacios económicos y que con cualquier cambio “vamos a retroceder”.
La manifestación se realizó en el barrio adinerado del Golf, en el sector alto de Santiago, donde muchas personas portaban pancartas solicitando votar el rechazo a una nueva Constitución en el plebiscito del 26 de abril. En la convocatoria se observaba una gran presencia de adultos y adultos mayores, así como un gran predominio de banderas chilenas.
Las personas mostraron además mucho rechazo y hostilidad a la prensa, a la que agredieron en varias ocasiones.
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El reclamo por una nueva Constitución ha sido una de las principales demandas del estallido social del pasado 18 de octubre en Chile. Lo que comenzó como un reclamo contra el alza de los precios del subterráneo se extendió a una amplia serie de peticiones para revertir las profundas desigualdades que esconde el exitoso modelo económico chileno.
Las medidas tomadas por el gobierno del centroderechista Sebastián Piñera _alzas moderadas del ingreso mínimo, las pensiones, reforma del sistema impositivo para gravar a los más privilegiados y subsidios al transporte para mayores, entre otras_ no han logrado calmar las protestas luego de más de cuatro meses.