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Ecuador: Una competencia de niños y llamas en los Andes

La competencia de llamas realizada para crear conciencia sobre el recurso del agua

A más de 4.500 metros de altura se han congregado poco más de 2.000 personas, la mayoría indígenas del parque Nacional Llanganates, para presenciar el sábado una original competencia de niños montando llamas, camélidos americanos convertidos en ayuda para el trabajo en las alturas andinas y compañeros de vida.

En la primera categoría de menos de tres años cruza la meta en solitario Wellington Barrera, pequeño que viste poncho de lana, un sombrero vaquero y unos zamarros (pantalones de cuero de oveja). Aún no camina con soltura y luce serio, pero cuando monta su llama, sus ojos se iluminan y hasta sonríe.

Durante el recorrido de 500 metros, estuvo literalmente atado, como el resto de competidores, sobre el lomo de la llama.

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Esta competencia, de niños divididos en categorías hasta 12 años, se realiza anualmente desde el 2010 con el propósito de llamar la atención acerca del cuidado de los humedales, zonas como la que existe en el parque Nacional Llanganates, 125 kilómetros al sureste de Quito, donde se genera y almacena gran cantidad de agua, no solo en el complejo lacustre sino en sus pantanos ubicados en medio de un imponente entorno de montañas andinas.

En la categoría de seis años, el ganador es Eric Chicaiza, junto a su llama, también de seis años, a la que pusieron el nombre de Rayo McQueen, obviamente el personaje de ficción favorito del pequeño.

La madre de Javier, Fátima Guanotuña, cuenta que ambos crecieron juntos, que son muy cercanos desde la más tierna edad y que la llama fue un regalo familiar para celebrar el nacimiento del niño.

Un total de 23 niños y otros tantos animales compitieron en una mañana soleada bajo la mirada de entusiastas espectadores y en medio de un paisaje de gran belleza, con lagunas, montañas y una cascada a un costado.

Abraham Salazar, de 60 años, dirigente de la comunidad Cumbijín, que organiza y patrocina la carrera de los camélidos, dijo a The Associated Press, que “los páramos y los humedales son como nuestro cuerpo, de la tierra está hecho el esqueleto y los músculos, del aire está inflado los pulmones y de agua está hecha la sangre que nos mantiene con vida, por eso debemos cuidar a los páramos como si fuera nuestra propia vida”.

Ibeth Santafé, de nueve años, ha corrido los últimos cinco años en esa competencia sobre los lomos de Pequeño, ha ganado al menos tres veces, pero en esta ocasión quedó en tercer lugar. Su rostro luce sombrío al cruzar la meta, pero aseguró que “he de venir de nuevo el próximo año y ahí les gano a toditos”.

El prefecto (gobernador), de la provincia de Tungurahua, donde está la reserva de los Llanganates, expresó que “esta festividad es para invitar a toda la población para que conserve las zonas donde se origina el agua, está maravillosa geografía a la que llamamos Pachamama”.

Luego del esfuerzo de niños y llamas, se convoca a las duplas a demostrar las habilidades de adiestramiento, se presentan cinco participantes, aunque la clara ganadora fue Ibeth Santafé, quien evidenció no solo la absoluta obediencia de su llama sino que arrasó con la preferencia del público.

La banda de músicos lanza con entusiasmo tonadas típicas de la región y se prende la fiesta, con invitados especiales como las llamas, con el objetivo de cuidar el agua.

 

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