“Eso es un matadero. Es una morgue esperando que entreguen los clientes para enterrarlos. Eso es peor que una zona de combate”.
Así describió Luis Moreno las condiciones del Centro de Detección y Tratamiento (CDT) en Vieques, donde su hija Jaideliz Moreno Ventura falleció el pasado 12 de enero, luego de una serie de gestiones infructuosas para trasladar a la menor de 13 años a la isla grande para tratar un episodio de aneurisma cerebral que inicialmente fue diagnosticado como un caso de meningitis.
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Ante la Comisión cameral de Salud que investiga los hechos que llevaron a la muerte de la menor, Moreno y Jessica Ventura, progenitora de la adolescente fallecida, trazaron los eventos que, en poco más de cinco horas, condujeron al trágico desenlace.
En la vista pública, la secretaria auxiliar de Reglamentación y Acreditación de Facilidades de Salud (Sarafs), Verónica Núñez, y el director de esa dependencia, Andrés Ojeda, admitieron que no se ha inspeccionado si el CDT de Vieques cuenta con el equipo médico que se le requiere a este tipo de instalación para obtener la licencia operacional permanente.
Núñez indicó que el CDT opera desde el 21 de noviembre pasado con una licencia provisional.
A preguntas del presidente de la comisión, el representante Juan Oscar Morales, Ojeda sostuvo que, según el reglamento vigente de Sarafs, aprobado en 1999, no es requisito para los CDT contar con un desfibrilador mecánico, un aparato que podría haber ayudado a Jaideliz mientras luchaba por su vida.
Al momento, el CDT ni siquiera cuenta con un director médico, aceptaron los funcionarios.