En busca de lograr combatir la amenaza que puede representar el nuevo coronavirus a nivel mundial, resulta esencial conocer el origen y cómo ha evolucionado esta enfermedad.
Así lo estableció la médica veterinaria Brenda Rivera, quien, en entrevista con Metro, ofreció un panorama de cómo se ha estudiado durante las últimas semanas esta enfermedad, descubierta en diciembre. “Es un virus nuevo. Se piensa que tuvo origen en un murciélago, tuvo reestructuración dentro de otra especie que no era un murciélago y adquirió la capacidad de infectar a humanos. Lo vimos con el SARS, que es de la misma familia, en el 2002, y lo hemos estado viendo con el síndrome respiratorio del Medio Oriente que se le conoce como el MERS”, expresó Rivera.
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La portavoz de la Comisión de Una Salud del Colegio de Médicos Veterinarios destacó: “Es importante que tratemos de mirar a los problemas desde un punto de vista holístico, más englobado, en que la salud humana, salud animal y ambiental son esenciales y no las podemos divorciar. Y la solución a los problemas muchas veces está en mirar las diferentes posibilidades desde esa perspectiva y punto de vista que sea una salud”.
El árbol genealógico del virus no está identificado todavía. “Este tiene su raíz, posiblemente en murciélagos, pero no se sabe cuál es ese intermediario todavía”, manifestó la experta. Los primeros casos están vinculados a un mercado de mariscos en la provincia de Wuhan, donde hay venta de otras numerosas especies que “no son especies tradicionales de consumo en este hemisferio”.
Aunque el virus proviene inicialmente de un animal, ha adquirido la capacidad de contacto de persona a persona, y las documentaciones sostienen este tipo de contagio.
“Las herramientas las conocemos. Es importante saber que se transmite por secreciones nasales, orales. Así que la higiene de manos es esencial porque el virus sobrevive en la superficie, al igual que el flu”. Planteó que hay que tener las mismas medidas que se toman para protegerse contra la influenza, entre ellas higiene de manos y evitar contacto cercano con personas que estén enfermas con síntomas respiratorios. Los consejos los deben seguir más aún los pacientes de alto riesgo, que incluyen aquellos inmunosuprimidos, menores de cinco años de edad, embarazadas, población geriátrica y pacientes trasplantados.