Pese a que la mayoría de los casos confirmados de dengue se registran en el norte del país, el actual intercambio constante de personas alrededor de la isla tras la emergencia generada por los terremotos, así como la gran cantidad de gente que duerme a la intemperie por la pérdida de sus hogares, levantan bandera de salud pública sobre la amenaza de propagación de esta enfermedad en el sur.
Por ello, la Unidad de Control de Vectores ha realizado varias iniciativas en busca de evitar que el mosquito Aedes aegypti —transmisor del dengue, el zika y el chikunguña— se convierta en una plaga.
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“Con la situación de los temblores, las personas que están viviendo en casetas, al aire libre, lo que causa es que haya un mayor riesgo de exposición a los mosquitos, en particular al mosquito Aedes Aegypti, que es el que transmite las enfermedades”, dijo a Metro la directora asociada de la Unidad, Marianyoly Ortiz.
Añadió que “la situación de gente llevando ayudas y refugiándose en casa de sus familiares, tenemos un intercambio mayor de lo que se esperaría para este tiempo, así que tenemos una preocupación de que pudiera propagarse más que en años anteriores”.
La Unidad, adscrita al Fideicomiso de Ciencias, Tecnología e Investigación, celebró ayer por primera vez un evento, conocido como Rodeo, en el que se evaluaron, calibraron y repararon las máquinas de asperjar, pertenecientes a los municipios.
Del evento, participaron municipios de Barceloneta, Cataño, Bayamón, Caguas, Canóvanas, Morovis, Dorado, entre otros.
Por otro lado, se indicó que han puesto trampas en los campamentos de refugiados, han repartido repelente y mosquiteros, así como gestionado talleres para crear mosquiteros.