Aviones de combate atacaron un enclave rebelde en el noroeste de Siria y mataron al menos a 10 personas, incluidas algunas que huían del bombardeo, según dijeron el jueves un servicio de rescate y activistas opositores. El ataque se atribuía a aviones rusos que respaldan una ofensiva del gobierno sirio, también dejó fuera de servicio un hospital local, señalaron.
El ataque del miércoles por la noche contra Ariha, una localidad en la provincia de Idlib, se produjo durante una intensa ofensiva del gobierno sirio sobre la zona, que lleva casi ocho años bajo control de la oposición.
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Al menos 10 civiles murieron en los ataques aéreos, que se creía realizaron aviones rusos de combate, indicó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña. El grupo de rescate Defensa Civil Siria, conocido como Cascos Blancos, dio una cifra de 11 muertos, incluido un niño, y dijo que la mayoría murieron cuando los aviones rusos bombardearon una carretera utilizada por los desplazados que intentaban huir de la ciudad. Tanto el Observatorio como los Cascos Blancos dijeron que el ataque había alcanzado a un hospital local y una panadería.
El hospital de Ariha, conocido como Al-Shami, ya no estaba operativo, señaló el Observatorio. Al menos 24 personas resultaron heridas, incluidos un médico, un voluntario de los Cascos Blancos, tres mujeres y dos niños, según los rescatistas.
El coordinador de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios y Ayuda de Emergencia, Mark Lowcock, describió el miércoles ante el Consejo de Seguridad las penosas condiciones en las zonas bajo control rebelde. En los últimos dos días había 20.000 nuevos desplazados, señaló, y 115.000 personas habían dejado sus casas en la última semana, elevando a 390.000 las personas desarraigadas desde diciembre por la violencia.
“Muchas familias se han mudado varias veces. Llegan a un lugar que creen seguro, solo para que lleguen las bombas, de modo que se ven obligados a mudarse de nuevo”, dijo. “El ciclo resulta demasiado familiar en el noroeste de Siria”.
En la ofensiva siria respaldada por Rusia, las tropas del gobierno tomaron el miércoles Maaret al-Numan, una de las ciudades más grandes y estratégicas que estaba en manos rebeldes en la provincia de Idlib. La localidad, que llevaba bajo control rebelde desde 2012, está en la carretera que conecta Damasco y Alepo, y estaba considerada como crucial para las fuerzas del presidente, Bashar Assad. La ciudad quedó prácticamente vacía tras los intensos bombardeos de las últimas semanas.