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Pastor negro dueño de un local del Ku Klux Klan

David Kennedy es hoy propietario del teatro, que no hace mucho fue un museo y sala de reuniones del Ku Klux Klan

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LAURENS, Carolina del Sur, EE. UU. — No hace mucho, en una pequeña localidad rural de Carolina del Sur, funcionaba el Redneck Shop, un museo del Ku Klux Klan en un teatro antiguo, donde supremacistas blancos neonazis hacían el saludo de heil-Hitler y mostraban banderas con esvásticas y del viejo sur.

Ese edificio, otrora propiedad del Klan, pertenece hoy a un predicador negro que lucha contra el racismo y que enfrentó al Klan durante más de 20 años. El reverendo David Kennedy planifica transformar el teatro en un monumento a la reconciliación.

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La historia de cómo Kennedy, cuyo bisabuelo tuvo un hermano que fue linchado en la misma comunidad, terminó de dueño del viejo Teatro Echo, construido por un ex klansman –alguien que alguna vez contempló asesinar a Kennedy– es el tema de una película que podría terminar recaudando fondos para esa transformación.

“Hoy simboliza el odio”, dijo Kennedy. “Espero que en el futuro sea un símbolo de amor”.

Una década atrás, el local de Laurence era un sitio donde una de las pocas camisetas sin carteles racistas que se vendían decía “de haber sabido que iba a pasar esto, habría recogido yo mismo mi algodón”. Detrás se encuentra lo que supo ser un museo del Ku Klux Klan, con una sala de reuniones para elementos racistas.

El KKK había decidido darle el título de propiedad a un miembro confiable de esa organización, Michael Burden, quien dice que en una oportunidad le propusieron que matase a Kennedy y que él lo consideró seriamente. Kennedy no sabía esa historia cuando vio a Burden, hambriento, empobrecido y lleno de odio, y lo llevó a un restaurante para que comiese algo. Luego a un hotel para que su familia no durmiese en la calle.

La novia de Burden llevaba tiempo pidiéndole que dejase el Klan y finalmente lo hizo en 1997. Al mismo tiempo le traspasó la propiedad del teatro a Kennedy por 1.000 dólares.

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Pero había un detalle: Bajo el acuerdo, John Howard, propietario del Redneck Shop, podía seguir operando su negocio hasta su muerte.

Howard abandonó el local hace años y dejó de mantenerlo. Falleció en el 2017, con lo que Kennedy asumió el control de todo el edificio.

Kennedy calcula que hacen falta al menos 500.000 dólares para reparar el edificio, debido a su edad y al hecho de que se encuentra en una zona histórica protegida. Reunir ese dinero parece una empresa imposible para el ministro de la Iglesia Misionera Bautista Nuevo Comienzo, cuya congregación se reúne en un antiguo negocio de venta de armas a varios kilómetros de Laurens.

Una película, sin embargo, podría darle un final feliz a esta historia.

La insólita amistad entre Kennedy y Burden es el tema de una película, “Burden”, a ser estrenada el 28 de febrero, en la que el actor Forest Whitaker representa a Kennedy. Fue presentada en el Festival de Cine de Sundance en el 2018.

La distribuye 101 Studios, que le aseguró a Kennedy que lo ayudará a reparar el teatro.

“El sur no puede deshacerse de su pasado. Pero podemos deshacernos del Redneck Shop”, dijo Kennedy.

Varias compañías están donando materiales y tiempo, y el estudio está vendiendo ladrillos conmemorativos que pueden ser usados en el teatro.

El director de cine Andrew Heckler visitó el Redneck Shop por primera vez a fines de la década de 1990, luego de leer un artículo corto sobre la batalla que libraba Kennedy. Decidió que esa historia tenía que ser llevada al cine y completó un guion en el 2001. Hace un par de años 101 Studios le dio finalmente la luz verde para que ponga en marcha el proyecto.

“Sabía que era una historia importante para mucha gente. Tres individuos en el medio de la nada en el sur de Carolina hicieron algo importante para muchos”, dijo Heckler. “Hay una forma de combatir el odio. No es fácil. Es el amor, la fe y no entregarse”.

Kennedy no es de los que se entregan. Protestó cuando un condado de Carolina del Sur se negó a observar el feriado de Martin Luther King Jr. y participó en una campaña para retirar la bandera de la Confederación de la cúpula de la legislatura estatal. En la oficina que tiene en su iglesia hay una gran foto de un negro que murió linchado colgando de una soga. Es su tío abuelo, asesinado hace más de 100 años por una turba de blancos en Laurens.

También hay una foto de hace 15 años de un grupo de blancos congregado en el fondo del teatro luciendo la esvástica nazi y haciendo el saludo del poder blanco.

“El racismo es un organismo extraño. Algo sistémico. Y probablemente no desaparezca durante nuestra vida”, dijo Kennedy.

Burden y Kennedy siguen siendo amigos, aunque no tan estrechos como antes. Burden se casó, cambió de vida y ahora maneja un camión por todo el país.

“Cuando cambié de vida enterré para siempre a ese individuo”, comentó Burden, aludiendo a su pasado como racista.

Dice que comparte su historia porque quiere mostrarle a la gente que se puede cambiar.

“El racismo y el odio son destructivos y no tienen futuro”, dijo Kennedy al pasear a unos periodistas por el teatro, donde todavía se pueden ver pintadas nazis y una bandera de la Confederación. “Pero el amor, el perdón y la misericordia siempre tendrán un futuro porque son algo constructivo”.

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