LA PAZ – Destituido del poder y exiliado en Argentina el expresidente Evo Morales encontró en las redes sociales, a las que despreció en el pasado, el mejor instrumento para seguir influyendo en la política de su país y provocar al gobierno transitorio de Bolivia.
Desde que renunció hace 35 días cercado por protestas, Morales no ha dejado de tuitear diariamente para acusar de golpista a la presidenta interina Jeanine Áñez, cuyos reclamos no han dado resultados en los gobiernos de México y Argentina, que han acogido al líder político.
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“La golpista Áñez, como en las dictaduras, manda y anuncia orden de aprehensión contra mi persona por terrorismo y sedición, cuando los que cometieron sedición fueron ella”, comentó el lunes. El martes agradeció a dos medios de prensa argentinos “por el entrañable afecto que me demostraron durante las primeras entrevista” en Argentina, adonde llegó el pasado jueves.
La canciller Karen Longaric se quejó porque en México, Morales tuvo “micrófono abierto” con aval del gobierno. El ministro de la presidencia, Yerko Núñez, dijo la víspera que “hay un afán del gobierno de Argentina de (también) favorecer a Morales”, ante lo cual analizan enviar un reclamo a ese país cuyo canciller, Felipe Solá, dijo inicialmente que espera un “compromiso” de Morales de no hacer declaraciones políticas, aunque aclaró que las normas nacionales no se lo impiden.
“Yo no creo en las redes sociales, son como la alcantarilla, ya saben por qué digo esto”, se quejó Morales hace dos meses en medio de la caliente campaña electoral. Entonces era blanco de los memes.
A pesar de sus reparos, hace tres años abrió su cuenta en Twitter y no deja de usarla a diario. Es el político con más seguidores en Bolivia, 303.447 en total para noviembre, seguido de su rival en las anuladas elecciones, el expresidente Carlos Mesa, con 96.382 seguidores, según un estudio del comunicador Pablo Andrés Rivero.
“Sin acceso a los medios que controló durante su gobierno, es natural que Morales use ahora medios alternativos para legitimarse ante la población, pero las redes sociales tienen poca llegada a su electorado de las zonas rurales” y poblaciones de barrios populares y esa es su “desventaja”, dijo el analista político Jorge Dulón.
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Tras un mes de protestas que lo acusaban de haber montado un fraude para reelegirse a un cuarto mandato, Morales renunció tras 13 años y 9 meses en el poder y denunció un golpe de Estado. Tras su dimisión y exilio en México, sus partidarios emprendieron protestas que derivaron en la muerte de 35 personas, la mayoría por impactos de bala y en choques con fuerzas del orden.
El gobierno rechaza la teoría del golpe y dice que fue una rebelión popular para “recuperar la democracia” y derrotar a una dictadura que buscaba perpetuarse.
Habiendo sido anulados los comicios del 20 octubre, Morales quedó inhabilitado de participar en las elecciones que se celebrarán en cuatro meses en fecha aún por definir. Pero ha sido designado jefe de campaña de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), y el gobierno teme que usará su refugio en Buenos Aires como cuartel de campaña y hasta pretenda regresar al país.
Áñez dijo el sábado que está en trámite una orden de aprehensión contra Morales al que su gobierno inició una demanda por “sedición y terrorismo” por alentar las violentas protestas de sus partidarios después de su renuncia. “Tiene que venir, él sabe que tiene cuentas pendientes con la justica y se tendrá que atener”, dijo la mandataria.
Las normas del asilo son antiguas e imprecisas. El Convenio de La Habana (1928) y el Tratado de Montevideo (1939) prohíben a los asilados realizar “actos contrarios a la tranquilidad pública” porque entonces no existían las redes sociales.
Según Dulón, más que hacer política, Morales busca mantener cercanía con su electorado para apuntalar la campaña electoral.