Mientras Washington se prepara esta semana para la votación para iniciar el juicio político al presidente Donald Trump, las líneas de batalla partidistas se endurecieron el domingo: los demócratas están defendiendo el caso aunque Trump no sea destituido y los republicanos están denunciando la integridad del proceso constitucional.
La cámara baja del Congreso, controlada por los demócratas, planea someter a votación el miércoles dos cargos contra el republicano, convirtiendo a Trump en el tercer presidente en la historia del país en ser enjuiciado.
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En caso de aprobar el juicio político, en enero el proceso pasará al Senado, donde los republicanos son mayoría y parece haber pocas dudas de que los senadores absolverán a Trump.
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Pero el resultado prácticamente predeterminado no ha convencido a los demócratas de que su esfuerzo por enjuiciar al mandatario –que comenzó cuando Trump pidió a Ucrania investigar a un rival político– fuera en vano. Enmarcando el asunto como un problema de seguridad nacional, el líder del comité legislativo que dirigió la investigación insistió el domingo en que “no fue un fracaso en el sentido de que era nuestro deber constitucional en la Cámara de Representantes”.
“Esta mala conducta continúa, la amenaza a la integridad de nuestras elecciones continúa”, dijo el representante demócrata por California Adam Schiff, quien encabeza el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
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“Creo que esto es un peligro claro y presente para nuestra democracia, y no es algo de lo que podamos alejarnos simplemente porque los republicanos en la cámara baja se niegan a cumplir con su deber y continúan poniendo al presidente por encima de su obligación personal” afirmó el funcionario.
Los demócratas tienen filas casi cerradas en apoyo al juicio de destitución y no se espera que se una algún republicano. Desde el comienzo de la investigación, Trump ha dicho que se trata de una maniobra de los demócratas para deshacer el resultado de las elecciones de 2016.