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Pobre la calidad de agua en cuenca del estuario

Programa del Estuario ha logrado mejorías en los cuerpos de agua que comprenden la cuenca, mientras trabajan mano a mano con las comunidades a través de una red de voluntarios

Aunque hay unos cuerpos de agua que forman parte del estuario de la bahía de San Juan en mejor condición que otros, cuando se mide en conjunto toda la cuenca del estuario, resulta que obtiene una calificación de D, según los parámetros del Programa del Estuario de la Bahía de San Juan.

“Si medimos la calidad del agua general, cogemos esos trece cuerpos de agua que representan la cuenca y les adjudicamos una nota. Lo hicimos y nos está diciendo que la calidad del agua en la zona metropolitana, en ríos y quebradas, etcétera, es marginal; marginal es una D”, dijo a Metro el director científico del Programa del Estuario, Jorge Bauzá.

Detalló que la calificación de D en la cuenca “significa que la calidad del agua está poco protegida y, frecuentemente, está contaminada y amenazada”.

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Aunque el estuario, por definición, es donde se une el agua salada con el agua dulce, la cuenca del estuario incluye 13 cuerpos de agua que van más allá de esos límites y cubren ocho municipios: San Juan, Carolina, Loíza, Bayamón, Trujillo Alto, Cataño, Guaynabo y Toa Baja. “Estamos hablando de una cuenca que el 70 % está desarrollada, con una densidad poblacional de sobre dos millones de habitantes, cada habitante utiliza 85 galones de agua, y que por décadas se ha venido contaminando”, precisó el experto en calidad de agua, quien participó de la Cumbre Estuario 2019.

Desde 2008 todos los cuerpos se monitorean mensualmente para detectar presencia de enterococos, medir el oxígeno disuelto, turbidez, nitrógeno, fosfatos, así como presencia de aceites y grasas.

“Lo traducimos a una nota, un índice, para que podamos comunicar cómo está la calidad del agua. Esa nota adjudica una A, B, C, D o F al cuerpo de agua a base de los datos”, expuso el director científico. Mencionó como ejemplo que “hay unos (cuerpos de agua) que son estudiantes de B, la calidad del agua está protegida, muy pocas veces contaminados, como la bahía de San Juan, la laguna del Condado”. Por otro lado, hay lugares de nota de D o F, como el caño Martín Peña, lo que significa que “la calidad de agua no está protegida y está constantemente amenazada y contaminada”. De acuerdo con Bauzá, esta ha sido la tendencia por los pasados diez años.

“Hemos sido exitosos en mejorar la calidad de unos cuerpos de agua y necesitamos prestar atención a otros, y por eso, adjudicamos esas notas”, planteó. Un 40 % de los cuerpos de agua del estuario han ido mejorando, un 40 % ha disminuido y un 20 % se ha mantenido estable por los pasados 10 años. “El problema principal de la calidad del agua son las descargas directas de aguas sanitarias y los desbordamientos”, explicó Bauzá.

Por su parte, la directora ejecutiva del Programa del Estuario de la Bahía de San Juan, Brenda Torres Barreto, sostuvo que “en general, puede ser D, pero en ciertas áreas estamos teniendo progresos significativos, pero requieren de un tipo de trabajo increíble, de gente tirándose a las quebradas e identificando. Es un proceso bien intenso”.

Bauzá reconoció que el huracán María provocó que la calidad del agua llegara a F, prácticamente en todos los afluentes de la cuenca, debido a que las bombas de agua y plantas de tratamiento dejaron de funcionar.

Ambos profesionales indicaron que trabajan en conjunto con las agencias para identificar y reparar las descargas de aguas sanitarias, así como a través del apoyo ciudadano y de la Academia.

El 2 de marzo se publicará un informe sobre los impactos de calidad de agua, infraestructura natural, infraestructura gris y comunidades, en busca de ser herramienta para que las agencias y las comunidades puedan utilizarlo para crear comunidades más resilientes.

“Esta información nos va a permitir a nosotros conocer el nivel de vulnerabilidad en el cual se encuentra y la exposición a riesgos no tan solo ecológico, sino para la vida humana”, expresó Torres Barreto.

Utilizarán la información para desarrollar un plan de mitigación a nivel de cuenca hidrográfica, ya que, aunque cada municipio tiene su plan de mitigación, el manejo de aguas es multijurisdiccional y trasciende los límites territoriales de los municipios. “Legalmente, ante una emergencia, no podemos trabajar con fondos de FEMA o con fondos que se hacen disponibles después de una emergencia ante desastre natural, pero con un plan de mitigación a nivel de cuenca hidrográfica, vamos a tener un papel activo en el proceso”, destacó Torres Barreto.

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