Se imaginan ir al supermercado a comprar algo para comer, antojarse con una pizza y congelada y casi morir decapitado. Suena como la historia de una película de terror de bajo presupuesto, pero es la historia de Stuart Clegg, un hombre de 55 años, que sufrió el peor día de su vida por algo tan rico.
Todo sucedió en 2016, cuando intentaba sacar desde el interior de uno de los refrigeradores del supermercado británico Booths, una pizza congelada. En eso estaba cuando la puerta del aparato se soltó y calló sobre su cuello actuando casi como una guillotina.
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“Se me cayó encima y me inmovilizó en el suelo … No podía moverme. Pensé ’demonios, ¿qué demonios ha sucedido aquí?’ No esperas entrar en un supermercado y ser derribado por la puerta de una nevera. Me sorprendió y sacudió “, dijo el hombre al diario The Sun.
Pese a la lesión, el hombre se puso de pie y llegó por sus propios medios a un recinto médico, donde detectaron un severo problema en sus nervios.
Sin movilidad
Luego de tres años e imposibilitado de llevar una vida normal, Clegg ahora vive con solo el 20 por ciento de movilidad tras ser casi fue “decapitado” lo que le impide cumplir casi todas las tareas básicas.
A eso se suma un dolor crónico que sólo puede remediar con visitas cada seis meses al médico para recibir calmantes directo en sus nervios.
“El dolor es tan fuerte que no puedo hacer cosas cotidianas como cargar una cesta de la compra. No puedo conducir por mucho tiempo porque me duelen los dolores en el cuello, los hombros, los brazos y hasta los dedos”.
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“Tengo nietos y ya ni siquiera puedo recogerlos o interactuar con ellos debido a lo que sucedió”, dijo el hombre mirando con distancia su extraño accidente.