Los mexicanos reaccionaron airadamente después que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que designará a los cárteles del narcotráfico de México como organizaciones terroristas.
Funcionarios mexicanos y expertos no temen que Trump envíe drones armados a territorio mexicano. Dichos ataques han sido un pilar de las operaciones antiterroristas de Estados Unidos en Pakistán y Afganistán, pero nadie cree que sean lanzados en México.
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Lo que los mexicanos sí temen es que la designación de terrorismo podría hacer que las relaciones bilaterales regresen a los días oscuros de la década de 1990, cuando las certificaciones anuales estadounidenses a las labores mexicanas contra el narcotráfico eran motivo constante de fricciones.
Con el proceso de certificación vigente entre 1987 y 2002, México corría el riesgo de perder apoyo o acceso a financiamiento internacional, así como de ser objeto de sanciones comerciales, de visado y bancarias. Después de ese periodo el proceso cambió a una forma menos agresiva.
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“Cada vez estos procesos dificultaban tremendamente la cooperación con los Estados Unidos”, señaló Alejandro Hope, analista de seguridad de la Ciudad de México. “Esto nos regresa a este asunto”.
Hope señaló que la designación de grupo terrorista sólo motivaría a quienes quieren militarizar la frontera entre México y Estado Unidos y construir un muro a lo largo de ella, algo a lo que México se ha opuesto enérgicamente.
“Esto refuerza y da municiones a los que quieren describir a México como un Estado fallido, a quienes quieren describir la frontera como una fuente de riesgo, a los que pretenden que el narcoterrorismo y la migración se traten como asuntos gemelos”, sostuvo Hope. “Eso sirve a esa agenda más amplia”.
Los mexicanos se enojaron por la potencial designación de terrorismo porque, afirman, violaría la soberanía de México.