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La conversión de un vertedero en paraíso ecológico

Los esfuerzos de grupos defensores del ambiente, combinados con el trabajo de organizaciones como el Fideicomiso de Conservación, han permitido el rescate ecológico de uno de los paisajes más impresionantes de la isla

cañón San Cristóbal Metro

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En 1974, el fondo del cañón San Cristóbal, en la colindancia entre Barranquitas y Aibonito, era poco más que un simple vertedero que contenía los desechos no solo de estos dos municipios, sino también de otros pueblos de la región central de la isla.

Hoy día, 45 años más tarde, el cañón San Cristóbal es uno de los paisajes más impresionantes que alberga Puerto Rico, con una diversidad de flora y fauna que sirve de complemento perfecto al panorama que permite apreciar desde las alturas el interminable flujo del río Usabón.

La transformación en el uso de este espacio fue posible gracias al activismo comunitario, en una época en que las luchas ambientales no contaban con el arraigo que hoy conocemos, y al traspaso de los terrenos donde se encuentra el cañón San Cristóbal al Fideicomiso de Conservación en febrero de 1974.

El cañón San Cristóbal “funcionó como un vertedero por entre 20 y 25 años. Diferentes municipios venían a lanzar su basura directamente desde los bordes de los riscos hacia el cuerpo de agua, abajo. Entonces, el Fideicomiso de Conservación adquiere los terrenos y, esencialmente, frena esta práctica”, explicó a Metro Roberto Cerpa Rendón, intérprete ambiental de Para La Naturaleza, organización encargada de administrar los terrenos que quedan bajo la jurisdicción del Fideicomiso.

Cerpa Rendón recordó que, incluso antes de utilizarse como un vertedero, los cuerpos de agua que rodean el área del cañón sirvieron como fuente de energía hidroeléctrica para una compañía generatriz en Aibonito, que, a su vez, vendía la producción al municipio de Barranquitas.

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Un tesoro ecológico

El experto detalló que el material que compone las estructuras rocosas de los acantilados que rodean el río Usabón puede alcanzar los 100 millones de años de antigüedad.

“El cañón está formado básicamente por dos tipos de roca, en este caso, roca ígnea, que tiene cerca de 100 millones de años. Por encima de esas capas, se deposita roca sedimentaria, de aproximadamente 90 millones de años. Estas capas de roca, se levantan del fondo marino, ocurren procesos de erosión sobre estas rocas, movimientos y cortes por fallas geológicas. Entonces, los ríos que se mueven por encima de la topografía empiezan a excavar poco a poco y crean este tipo de estructura profunda de acantilado, que es lo que conocemos como cañón”, precisó Cerpa Rendón.

Estimados de Para La Naturaleza apuntan a que el área protegida del cañón San Cristóbal abarca 1,778 cuerdas, repartidas entre los barrios Honduras y Helechal, en Barranquitas, y Caonillas, La Plata y Los Llanos, en Aibonito.

Este amplio espacio acoge una gran diversidad de flora y fauna, y al mismo tiempo, sirve como un espacio clave para los esfuerzos que encamina Para La Naturaleza a los fines de reforestar la isla, luego de la devastación producida tanto por la mano humana como por fenómenos naturales de la magnitud del huracán María.

“Lo que hemos observado es que las paredes son bastante escarpadas (empinadas) y les brindan a la vegetación, a los bosques, la oportunidad de mantenerse protegidos. Mayormente, esas áreas de bosques quedan protegidas por la misma topografía, así que pueden anidar aves, especies que se mantienen dentro del mismo pool genético. Si vamos a ver, desde que vinieron nuestros colonizadores, esas especies, prácticamente, nadie las toca, ya que no hay usos intensos como agricultura o ganadería. En términos ecológicos, hay un área de conservación bien importante en nuestro país”, dijo Cerpa Rendón.

En total, el área protegida del cañón San Cristóbal es hogar para, al menos, 136 especies de fauna y 678 de flora. Entre ellas se encuentran el guaraguao colirrojo, el san pedrito, variedades del coquí, el lagarto verde y la boa puertorriqueña.

De acuerdo con Cerpa Rendón, los bosques contiguos al cañón San Cristóbal formarán parte del objetivo que trazó Para La Naturaleza de sembrar hasta 750,000 árboles en un periodo de cinco años. Actualmente, el área ya cobija a una serie de especies en peligro de extinción, como el higüero de sierra, el nogal, el palo de jazmín y el palo de rosa.

Atractivo exquisito

Aunque no se recomienda que personas inexpertas visiten por su cuenta el cañón San Cristóbal, existen múltiples oportunidades de realizar un recorrido guiado por esta maravilla natural.

Por ejemplo, el equipo de Para La Naturaleza organiza al menos un recorrido mensual, en grupos que oscilan entre 12 y 24 personas. Asimismo, la organización también acostumbra recibir grupos escolares, por lo que la cifra de visitantes ha superado los 2,000 en los últimos años.

“Siempre sugerimos que las personas que visiten este lugar lo hagan con personas que conozcan, personas certificadas o con algún tipo de conocimiento de canonismo o técnica vertical, que ayude con el camino, que no es fácil. La realidad es que este es un lugar que, a pesar de ser tan bonito, es un lugar peligroso. Nuestra organización lo que quiere es conservarlo y que las personas lo conozcan, pero siempre de una manera adecuada”, subrayó Cerpa Rendón sobre el atractivo natural que rodea el río Usabón, que cuenta con una extensión de nueve kilómetros.

Si bien el tráfico de personas en el área del cañón San Cristóbal es considerable, Cerpa Rendón apunta que, gracias a los esfuerzos de educación por parte de ambientalistas y organizaciones, ha tenido efecto la reducción de la huella humana, lo que ha facilitado las iniciativas de conservación.

“A nivel local, yo creo que hay bastante conocimiento, aunque todavía hay que reforzarlo. Hay personas que todavía, en las áreas cercanas, lanzan su basura por el cristal del carro. Eso lo arrastra la escorrentía cuando llueve y, pues, llega al cañón. Ese tipo de cosas tenemos que reforzarlas un poco más, pero entiendo que hemos mejorado muchísimo en términos de lo que es el conocimiento si lo comparamos con los años setenta, que se contaminaba directamente”, sostuvo Cerpa Rendón.

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