Locales

Opinión: Inacción protectora

Lea la opinión de Mayra López Mulero

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Resurge la figura de Pedro Pierluisi como aspirante, por tercera vez, a la gobernación. Regresa con el mismo discurso, elaborado con una retórica construida sobre su ya conocida frase “borrón y cuenta nueva“. Conveniente tal postura para quienes, escondidos, llevaron a Puerto Rico al abismo financiero y moral que enfrentamos hoy.

Ahora pretende que las mujeres, los trabajadores, jubilados, estudiantes, maestros, policías, artistas, lideres comunitarios, familiares de muertos durante María, pacientes, viejos, obesos, discapacitados, jóvenes, periodistas y pueblo en general apuesten a su candidatura optando por una evaluación sostenida en la amnesia. Tal parece que el principio de que los pueblos que no tienen memoria están destinados a repetirse no va con Pierluisi. A fin de cuentas él despachó el asunto del pasado verano, desde el inicio de su brevísima estadía en La Fortaleza,  como  un “lamentable suceso”.

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Acto seguido, sus palabras fueron repetidas por su sucesora y las acciones correctivas, investigaciones y consecuencias, bien, gracias. Sin memoria no hay voluntad…, ¿verdad, Wanda? Sin voluntad no hay justicia, ni sosiego ni consecuencias…, ¿verdad, Ricky, Beatriz, Elías, Henry, Héctor, Rosa, Olga? Sin recuerdo no hay futuro.

Pero nuestra gente sabe más que eso y lo acontecido durante el gobierno de Rosselló, así como los recientes sucesos quedaron tatuados en el alma de todos los que creemos en la democracia y fomentamos la equidad. El sacrificio del pueblo no puede quedar impune. Esos cientos de miles de puertorriqueños que salieron a protestar a las calles exigiendo respeto, sensibilidad y justicia del Gobierno farsante que, en su inmensa mayoría, siguen ahí, no serán olvidados. Todos quedaron al descubierto y fueron delatados ante el mundo por boca de cada puertorriqueño, habitara o no en la isla.

Es triste ver a un exsecretario de Justicia y ex comisionado residente pedirle al pueblo que pase la página para ayudar a los amigos opulentos. Peor, quizás, sirviéndoles de aliado para asegurarse de que impedirá que otro u otra cambie el rumbo. Proteger los grandes intereses que lo respaldan y, de paso, mantener el poder en familia.

El curso de los eventos desde el pasado 2 de agosto demuestra la falta de interés en hacerle justicia a un pueblo sublevado por las acciones concertadas de los que dicen poner primero el bienestar de la gente, pero, simultáneamente, se arrodillan ante la Junta de Control Fiscal. Los que ceden las luchas de los pensionados. Los que dan la espalda a las víctimas de la violencia de género. Los que abandonan a nuestros hermanos viequenses y culebrenses.

En fin, a los que olvidan en qué consiste el bien común y el significado del servicio público. Los que enmudecen ante las promesas de puestos o billetes y los que claudican ante cualquier reclamo que exija auditar la deuda o encausar a los responsables de la quiebra del país, o a los recién llegados que llaman “vándalos” a las nuevas generaciones que levantan su voz.

Ese tipo de extravío mental no será motivo de olvido en esta ocasión. 

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