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The Politician: La moda como delicioso placer culpable

La serie es una oda al camp, pero también es una exquisitez visual.

the politician (Courtesy of NETFLIX)

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¿Quién, en sus cabales, se llevaría un carísimo vestido de Óscar de la Renta para arreglar el jardín y combinarlo con un sombrero de paja?  Eso solo lo haría Georgina Hobart, la atolondrada –pero muy empática emocionalmente– madre de Payton Hobart, el ambicioso joven, pero bastante inepto para todo lo que sea espontáneo e íntimo, interpretado por Ben Platt en la nueva serie de Netflix, “The Politician”.

Su madre es interpretada por una extraordinaria Gwyneth Paltrow, quien es uno de los personajes femeninos que encabezan este derroche de opulencia, estilismos y referencias a íconos históricos y de estilo como Gloria Steinem y Jackie Kennedy, entre otros. 

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Porque en “The Politician”, la primera serie de Netflix producida, escrita y dirigida por Ryan Murphy, vemos no solo una sátira y una fuerte crítica al privilegio y la política, así como a la representación. También nos deleitamos con la impronta legendaria del trabajo de este legendario productor, que está llena de sofisticación, exageración, drama y el uso de una amplísima imaginería para construir a sus personajes. Y por supuesto, esto también se traduce al ámbito del vestuario.

En medio de un ambiente a lo Wes Anderson, pero más con la opulencia de la Costa Oeste y la imaginería del Gucci de Alessandro Michele, se desarrolla una tragicomedia donde los personajes privilegiados combinan fast fashion, con marcas como Zara y Topshop, con exquisiteces de la marca italiana (entre otras) y muchas referencias vintage de por medio.

Muy exquisito, pero dramático, como corresponde en el universo de Ryan Murphy. Y para recrearlo a la perfección, este trabajo estuvo a cargo de las diseñadoras de vestuario Lou Eyrich y Claire Parkinson, quienes tuvieron que traducir a través de la moda ese tono cómico, pop, pero muy oscuro a su vez, que transmite la serie. 

Aquí te mostramos las claves de vestuario de cada personaje y el papel que juegan en esta metáfora –cóctel– sobre el poder, pero en clave adolescente y de instituto.

Georgina Hobart: derroche de estilo

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Lou Eyrich fue la encargada del vestuario de Georgina, interpretada por Paltrow, quien tiene unos caftanes impresionantes, así como blusas de Gucci y trajes del diseñador africano Duro Olowu, siempre hiperproducida, pero majestuosa en su papel de infeliz mujer millonaria. “Es muy colorida, y también extravagante, en el sentido más fastuoso de la palabra. Es capaz de ponerse un vestido rojo de Óscar de la Renta, unos guantes de jardinería a medida y un sombrero Halston a juego para regar las plantas. O un vestido de noche para cenar. Lleva diamantes a todas horas, y siempre está lista para una gala benéfica, sea de día o de noche”, dice Eyrich sobre el personaje, cuyos atuendos también estuvieron inspirados en dos famosas socialités de los setentas, Babe Paley y Talitha Getty. Todo esto, complementado con carísimas joyas de Harry Winston, de 9 millones de dólares.

Dusty Jackson: kitsch setentero 

En las antípodas de Georgina está Dusty Jackson, interpretada por Jessica Lange, musa de Ryan Murphy. La estética de Dolly Parton y los setentas jamás se alejaron de ella. Ella es la maquiavélica abuela de una joven con cáncer, Infinity, interpretada por Zoey Deutch. “Es muy probable que lleve veinte años poniéndose la misma ropa. Lleva ropa juvenil e intenta parecer más joven de lo que es, pero también está muy satisfecha con su aspecto. Su expresividad emana de la avaricia: ella no gasta dinero en ropa, mientras que Georgina gasta demasiado”, explica Eyrich.

 “Las personas se quedan ancladas en la época en la que se sentían más atractivas”, explica el estilista Chris Clark. “Nos pareció que Dusty se había quedado anclada en los 70 y creamos un look basado en una clienta de mi madre. Mi madre fue camarera durante 25 años en Bob’s Big Boy, en Phoenix (Arizona), y esta mujer llevaba un mullet ahuecado muy estilizado”, explicó. Asimismo, junto con la diseñadora de maquillaje, Eryn Krueger Mekash, se pensó en alguien que se creía elegante, pero no lo era. 

“Para contar esa historia le pintamos muchísimo los ojos a Jessica y recurrimos también a la manicura: encargamos unas uñas falsas hechas a mano, y le pusimos unos dijes pequeñitos en las de los meñiques. Eran muy divertidas”, añadió. A todo este look, le complementaron grandes gafas de la época, pañuelos en animal print y colores propios del maquillaje de la época en su rostro.

Se pensó en el vestuario del reparto evocando ese espíritu de la California de los años 70 y la influencia fotográfica de Slim Aarons, quien destacó por retratar a las socialités con esos tonos suaves de Palm Springs. 

Astrid Sloan: una princesa oscura

Astrid Sloan es interpretada por la encantadora Lucy Boynton, quien ya es un ícono de estilo por sí misma y ha protagonizado editoriales de moda con The Cut y SModa por su ecléctica y refinada visión de la moda. Acá Claire Parkinson potencia su estilo de chica mod con prendas de Topshop, Zara y con minibolsos, medias largas al estilo noventero y botas blancas. Ella es la reina de su preparatoria, una Queen Bee oscura y distorsionada y ese espíritu se ve en los atuendos que van acordes con la historia y transformación de su personaje.

Hay varias prendas que son claves en su narrativa: un vestido victoriano de terciopelo de Zara, su vestido de tweed, también de la misma marca, camisas rosas ribeteadas, para mostrar que es una niña “bien” y pía. Y cuando se transforma, usa  un jumper bordado de Marc Jacobs, y chaquetas de dénim, que mezclan lo setentero con las claves más millennial a través de lo sporty.

McAffee Westbrook: girl power

Por su parte, McAffee Westbrook, asesora de Payton y una de sus grandes amigas (interpretada por Laura Dreyfuss), es un claro homenaje a la feminista Gloria Steinem en su época de los años 70, combinada con un poco de David Bowie. Nadie como ella para lucir power suits con un aire desenfadado y contemporáneo, los que le dan un chic insuperable.  “Lo suyo son los trajes de yuppie de los 80 y los colores pastel, muy vintage todo”, comenta Parkinson. A McAffee también le vemos infinidad de marcas, entre las que destaca ASOS, para comenzar.  

Alice: así se hace una futura primera dama

En un tono más aspiracional y “correcto” está Alice Charles (interpretada por Julia Schlaepfer), la novia de Payton y quien como una Claire de “House of Cards” es una tremenda estratega política y aspira a ser la primera dama. Y se viste como tal, con sus perlas, faldas pastel, pelo perfecto, recordando a Jackie Kennedy e incluso a la mismísima Melania Trump. Usa pussy bows, mini carteras virales, diademas y todos los accesorios que provocan furor en redes.

Ella es la futura reina, la queen to be para acompañar y hacer lo que sea para obtener el poder a través de su pareja. “Diseñé mucha ropa para personajes concretos, sobre todo para Alice”, explica Parkinson. “Siempre lleva perlas y un look a lo Chanel; todo muy conservador, en plan mocasines y calcetín alto. Después confeccioné un montón de lazos y diademas”.

Infinity Jackson : un mundo de azúcar y algodón

Infinity Jackson (interpretada por Zoey Deutch) es una joven con cáncer, a quien su abuela viste como todavía una niña. Por eso, la idea que Murphy le dio a Parkinson se resumió en “bebé de algodón de azúcar”. Y viste con tutús, prendas demasiado grandes, usadas e infantilizadas.

“Compramos un montón de ropa y luego la adornamos nosotros mismos para que diera la impresión de que ella la había retocado”, explica Parkinson. “Después cubrimos a Infinity de capas y capas de prendas que encontramos en tiendas vintage; ropa que solo se pondría alguien a quien no le importara la moda “, explicó. Zoey representa el estilo más ingenuo de la serie y el más desenfadado en su propio universo. 

Payton Hobart: el político por excelencia 

Por él es que la serie tiene su título y se cuenta cómo desarrolla su dualidad entre ser un adolescente con los conflictos propios de su contexto (es adoptado en medio de una familia feroz y millonaria, para comenzar ) y el tamaño de sus propias ambiciones. Y esas son las que se ven reflejadas en su ropa. Mientras sus hermanos adoptivos reflejan lo más exagerado y cliché de la cultura preppy, como vestirse uniformados con blazers y suéters, Parkinson creó a Payton como un hombre que se viste de colores fuertes, con un look clásico estadounidense, de traje a medida, pero contemporáneo y siempre correcto, para presentarse así ante el mundo.

De hecho, esa es la clave de su personaje, como explica el estilista Chris Clark: “Siempre va impecable, y nunca permitiría ni la más mínima grieta en esa fachada”, dice. “Por eso le cortábamos el pelo dos veces por semana, para asegurarnos de que estuviera exactamente igual toda la temporada. Era como una escultura; todo muy preciso. Usábamos productos y técnicas muy concretos para garantizar que su aspecto se mantuviera inmaculado todo el día”, añade.

El quid del personaje y de la serie es que un político nace, pero también se hace. Y esa imagen puede desmoronarse ante la falta de autenticidad, uno de los conflictos centrales de Payton a lo largo de la serie. En el primer capítulo, al estilo Nixon/Kennedy, tiene un debate con su mejor amigo y amante, River ( David Corenswet), que lo derrota preciso con su talón de Aquiles: la espontaneidad. Y eso se traduce en el vestuario.

“Payton quiere parecer cercano”, explica Claire  Parkinson, “pero, si te fijas en el debate, River se arremanga, mientras que Payton va demasiado arreglado y elegante como para hacer eso. Va vestido para triunfar, con la vista puesta en el futuro, mientras que River, en mi opinión, se viste para el presente, y por eso resulta más cercano. Es algo que Payton no lleva nada bien. Tiene que demostrar mucho aplomo”, explica.

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