CABO SAN LUCAS, México (AP) — Residentes y turistas se refugiaron en casas, albergues y hoteles mientras el huracán Lorena amenazaba el viernes al balneario mexicano Los Cabos con fuertes vientos, inundaciones repentinas y marejadas peligrosas a lo largo de la península de Baja California.
El ojo del huracán abarcaba gran parte del extremo de la península hacia la media tarde, informó el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC por sus siglas en inglés), y agregó que la trayectoria futura de Lorena era “muy incierta”.
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Horas antes, la policía y los soldados registraron barrios pobres en tierras bajas para exhortar a las personas a desalojar. Los residentes que ya han vivido huracanes anteriormente no dejaron nada a la suerte: sacaron sus barcos del agua y tapiaron ventanas y puertas.
“Si no sacamos el yate, el oleaje lo puede dañar”, dijo Juan Hernández, que renta su embarcación a turistas extranjeros. Es una “medida preventiva cuando un ciclón amenaza a la zona”.
Las autoridades de Los Cabos dijeron que 787 personas se habían refugiado en 18 albergues. Las fuerzas de seguridad local exhortaron a las personas a que desalojaran sus viviendas, aun cuando algunos turistas seguían paseando por las calles bajo el cielo nublado. Otros regresaron a sus hoteles.
El NHC dijo que los vientos máximos sostenidos de Lorena habían aumentado 140 km/h (85 mph) y estaba a unos 70 kilómetros (45 millas) al este de Cabo San Lucas. Se reportó que la tormenta se estacionó sobre la zona, inmóvil por el momento.
Sin embargo, ya provocaba fuertes olas bajo cielos oscuros en los centros turísticos de San José del Cabo y Cabo San Lucas.
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Carlos Alfredo Godínez, subsecretario de Protección Civil del estado, dijo el viernes que un turista estadounidense que fue a la playa en Los Cabos con su hijo murió cuando fue arrastrado por el mar. El hijo sobrevivió, pero Godínez dijo que la muerte sucedió la mañana del jueves, antes de que se restringiera el acceso a la playa, por lo que el deceso “no necesariamente está relacionado con este fenómeno”.
El vórtice de una segunda tormenta tropical, Mario, estaba a unos 555 kilómetros (345 millas) al extremo sur de la península de Baja California en las primeras horas del viernes, con vientos máximos sostenidos de 100 km/h (65 mph), pero no se prevé que toque tierra.
Las autoridades suspendieron las clases el viernes y se alistaron para emplear los colegios como refugios si fuera necesario. El puerto de Cabo San Lucas estaba cerrado a la navegación.
“Estamos tomando medidas preventivas”, explicó el secretario general de gobierno del estado de Baja California Sur, Álvaro de la Peña. “Los víveres, la gasolina, todo el abasto está garantizado. No hay que hacer compras de pánico”.
La región estaba en alerta amarilla y aguardaba fuertes lluvias.
“Lorena nos va a dejar mucha agua”, dijo Godínez.
Un día antes, Lorena tocó tierra como huracán en el estado de Colima, en el occidente de México, con fuertes vientos y lluvias. Anegó calles, dañó carreteras y provocó pequeños deslaves en 10 municipalidades. Decenas de árboles fueron derribados y algunas zonas quedaron sin electricidad.
El gobernador del estado de Colima, José Ignacio Peralta, informó que en apenas 24 horas cayeron 20 centímetros (8 pulgadas) de lluvia y estimó que más de 3.000 hectáreas (7.400 acres) de cultivos como bananas y papayas quedaron dañados en toda la región.
Al llegar a tierra, Lorena perdió fuerza y se convirtió en tormenta tropical, pero recuperó intensidad en su camino a Los Cabos.