Esta semana, la gobernadora decretó, luego de meses de lucha, un estado de alerta nacional ante el alarmante aumento en feminicidios y violencia de género en Puerto Rico. La Colectiva Feminista en Construcción, Coordinadora Paz para las Mujeres, Movimiento Amplio de Mujeres, Proyecto Matria y Taller Salud, entre otras entidades, han brindado años de servicio por las mujeres puertorriqueñas y lideraron el esfuerzo para exigir el reconocimiento de esta emergencia por parte del Estado.
Aunque reconozco esta declaración como un paso importante, nos queda mucho por hacer. El país, los tiempos y las mujeres requieren acciones afirmativas para implementar política pública, así como para hacer cumplir legislación vigente, que redunde en mayor seguridad. El cambio se debe promover en los hogares, en las escuelas, en los lugares de trabajo, en las calles y también desde el Gobierno.
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Cada vez que alguien dice que no existe tal problema, que son asuntos entre parejas, que son changuerías o pataletas, se perpetúan patrones peligrosísimos que, con el pasar de los años, han resultado en un sentido de impunidad de los agresores y un estado de miedo perpetuo en las potenciales víctimas.
La violencia de género, según definida por las Naciones Unidas, es “todo acto de violencia que resulte, o pueda tener como resultado, un daño físico, sexual o psicológico para la mujer”. Pero, además de la violencia física, la violencia de género se alimenta de la normalización del avance sexual no solicitado, la disparidad en derechos y representatividad en ambientes de trabajo, la vulnerabilidad económica, entre otras manifestaciones.
Algunas de las propuestas presentadas a la gobernadora son de fácil implementación y poco costo, y redundarían en beneficios muchísimo más grandes que lo que se invertiría en ellas. Estas recomendaciones se enfocan en cinco ejes que incluyen campañas de prevención, educación, seguridad, techo seguro y cero impunidad, además de restituir la educación con perspectiva de género en las escuelas y entidades gubernamentales.
Debemos todas mantenernos atentas sobre qué representará este estado de alerta en la práctica y de cómo se implementarán las medidas propuestas; que no quede en letra muerta. Por mi parte, mi agradecimiento eterno a las que dan la batalla por todas nosotras, y por este pequeño pero importante logro en esa lucha.