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Opinión: ¡Lo mejor de lo mejor!

Lea la opinión de Alexandra Lúgaro

Alexandra Lúgaro

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El principio del mal menor es aquel que justifica la elección de un mal con tal de evitar otro mayor. Dicho principio, históricamente, ha sido utilizado para justificar males como la guerra, la tortura e, incluso, en el campo médico, la amputación. Este principio también lo hemos visto frecuentemente encarnado en la política.

Particularmente, en sistemas bipartidistas como el nuestro, donde por décadas nos han presentado a los votantes dos opciones malas junto a la narrativa trillada del “voto útil”, una de las herramientas más poderosas en el arsenal de la vieja política, con la que nos impulsan a usar nuestro voto no para escoger al mejor candidato, sino para evitar el peor.

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En las últimas semanas, la incompetencia y la corrupción rampante de la administración de turno han puesto al pueblo puertorriqueño en la difícil situación de tener que escoger no entre el menor de dos males, sino el menor entre muchos.

Como si no hubiese bastado la imposición de una Junta de Control Fiscal colonial, humillante y antidemocrática; la inclemencia de los huracanes Irma y María; la indiferencia de las autoridades federales y las medidas de austeridad impuestas a nuestra gente, ahora, en el momento más crítico de nuestra historia, se han disputado la gobernación un corrupto incompetente, el abogado de la Junta y de los intocables, la secretaria de Justicia que ha encubierto los esquemas del corrupto incompetente y la comisionada residente que le carga las maletas y el papel toalla al presidente que con mayor desprecio y discrimen ha tratado a los puertorriqueños.

Hoy, luego de tantos años escogiendo el menor de los males nos damos cuenta de cuán absurdo ha sido bajo el pretexto de evitar un mal mayor, haber escogido siempre un mal. Hoy, les decimos a los que nos pretenden tender la misma trampa que se empujen ellos el menor de los males y nos den a nosotros una elección especial. Si ellos quieren conformarse, nadie los detiene, pero este pueblo reclama y solo merece ¡lo mejor de lo mejor!

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