Raquel González llegó a calle Fortaleza a manifestarse junto a un centenar de personas que marcharon el domingo desde Plaza Colón hacia Fortaleza para pedir la renuncia inmediata del gobernador Ricardo Rosselló. No llevaba calderos, ni cornetas, traía solo sus manos, las cuales extendió a agentes uniformados en línea de enfrentamientos entre policías y manifestantes, como una ofrenda de paz.
“Somos madres. Estoy hasta en chancletas. Estoy segura de que con el primero que nos den la mano, los demás se unen”, le dijo González, con mano extendida, al grupo de policías que se encontraban tras las barricadas que impedían el paso de los manifestantes a los predios de la vivienda ejecutiva, en un intento que los policías cesaran cualquier intento de utilizar fuerza mayor contra los presentes.
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La madre recorrió todo el perímetro hablando sobre sus pensiones y su situación a los agentes, donde uno a uno, hasta llegar a diez agentes, tomó sus manos y las besó.
“Yo sé que están bajo presión”, les expresaba González, quien pedía a los agentes un trato digno.
Para la manifestante, ofrecer sus manos era más que un acto de manifestación, de bajar la guardia, era estrechar un “puente de paz”. “Están viendo que todo el pueblo viene para acá, y aunque en el foro interno no saben qué quieren hacer hacer con nosotros, en el externo no quieren atacar a nadie de la gente aquí”, dijo.
“Todo lo hacemos con las manos. Si en mis manos yo no pongo honra, ¿dónde la pongo?”, expresó en declaraciones para Noticentro Wapa.
La marcha arrancó el domingo aproximadamente al mediodía del domingo desde la Plaza Colón hacia la Fortaleza
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