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Incendios forestales, nueva fuente de contaminación

Las autoridades se preparan para nuevos posibles incendios y en Seattle planean adaptar cinco edificios municipales para usar como refugios

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BILLINGS, Montana, Estados Unidos — El cambio climático está provocando incendios más frecuentes y más intensos en la costa oeste de Estados Unidos y generando un humo que según los científicos se desplazará por todo el continente y afectará a decenas de miles de personas, causando incluso muerte prematuras.

Esta realidad cada vez más visible hace que los habitantes de ciudades y zonas rurales se preparen para otro verano de cielos plomizos a lo largo de la costa del Pacífico y de las Montañas Rocosas, que serán las regiones seguramente más afectadas por incendios asociados con la resequedad y el calor.

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“No hay mucho que podamos hacer. Tenemos purificadores de aire y máscaras, y hacemos votos para que no haya incendios”, expresó Sarah Rochelle Montoya, de San Francisco, quien tuvo que escapar de su casa con su marido y sus hijos el otoño pasado a raíz de una densa humareda causada por un incendio a 241 kilómetros (150 millas) de distancia.

Otras fuentes que contaminan el aire tienden a desaparecer con el cierre de fábricas que usan carbón y la fabricación de autos más compasivos con el medio ambiente. Pero esos progresos son anulados en algunas zonas por los efectos nocivos de grandes nubes de humo que los vientos hacen viajar cientos, si no miles, de kilómetros, según los investigadores.

Científicos de la NASA y de universidades están mejorando las imágenes satelitales que ayudan a pronosticar en qué dirección viajarán las nubes de humo y qué tan intensas serán. Las autoridades municipales usan esos pronósticos para alertar a la gente si debe evitar salir a la calle porque las condiciones ambientales no son saludables.

La magnitud del problema es enorme: Se calcula que en las próximas tres décadas más de 300 condados de la zona oeste del país soportarán nubes de humo producto de incendios forestales, algunas de las cuales podrían durar mucho más que en el pasado, de acuerdo con investigaciones atmosféricas coordinadas por las universidades de Yale y Harvard.

Durante casi dos semanas, un incendio mató a 85 personas y destruyó 14.000 viviendas en Paradise, California, y el humo inundó el barrio de San Francisco donde vive la familia de Montoya.

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Surgieron largas colas en las ferreterías para comprar máscaras y purificadores de aire. El famoso funicular de la ciudad dejó de funcionar. Las escuelas cerraron o no dejaron salir a los alumnos durante el día.

Los tres hijos de Montoya tienen problemas respiratorios que su médico dicen son probables precursores de asma, según dijo la mujer. Esto los pone entre los más vulnerables a sufrir trastornos vinculados con el humo de los incendios, pero la familia no consiguió máscaras para niños ni filtros de aire adecuados. Todo se había agotado.

Desesperada, la familia se mudó temporalmente a la casa de parientes en Lake Tahoe. Los niños estaban felices de poder salir a la calle o al jardín de nuevo.

“Nuestros hijos tienen que poder respirar”, dijo Montoya.

El humo de los incendios forestales era considerado una pequeña molestia, excepto para las poblaciones más vulnerables. Pero en algunas regiones ahora es visto como una creciente amenaza a la salud pública, de acuerdo con James Crooks, del National Jewish Health, un centro médico de Denver especializado en trastornos respiratorios.

“Hay tantos incendios que la gente está expuesta a crecientes niveles de partículas y de ozono por semanas y semanas”, expresó Crooks.

Uno de esos sitios es Ashland, Oregon, una ciudad de 21.000 habitantes conocida por un Festival de Shakespeare que dura todo el verano.

Los dos últimos veranos nubes de humo invadieron la ciudad durante 40 días, indicó Chris Chambers, funcionario del departamento de bomberos a cargo de la división de incendios forestales. El año pasado hubo que cancelar más de dos docenas de actividades al aire libre. El médico Justin Adams dijo que los más afectados por el humo fueron los pacientes con asma y otros problemas respiratorios. Agregó que espera que esto cause trastornos a largo plazo.

“Fue como si hubiesen vuelto a fumar por dos meses”, declaró.

“Hemos hecho grandes esfuerzos por adaptarnos al cambio climático”, dijo Chambers. “Pero no puedes vivir adentro toda tu vida”.

Hay perjuicios fáciles de medir. Más de 33.000 viviendas fueron destruidas por los incendios en los dos últimos años en California. Y al menos 146 personas fallecieron en circunstancias asociadas con los incendios en ese lapso.

Más difícil es determinar el impacto a largo plazo de las partículas microscópicas del humo que pueden provocar paros cardíacos, problemas respiratorios y otros trastornos. Las partículas penetran los pulmones y causan tos, dolores en el pecho y ataques de asma.

Las personas más vulnerables pueden morir días o semanas después de estar expuestas al humo, indicó Linda Smith, de la Junta de Recursos del Aire de California.

En la última década fallecieron prematuramente unas 2.500 personas anualmente tras haber estado expuestas al humo de incendios forestales, según científicos de la Agencia de Protección Ambiental.

Los efectos del humo a largo plazo no recibían tanta atención antes, pero se calcula que en Estados Unidos hay unas 20.000 muertes prematuras anuales asociadas con el humo, expresó Jeff Pierce, profesor adjunto de ciencias atmosféricas en la Universidad Estatal de Colorado. Esa cifra podría duplicarse hacia el final de este siglo debido a las temperaturas más altas y las condiciones más secas, que hacen que la temporada de incendios dure más.

Loretta Mickley, investigadora de Harvard, dice que “es increíble los progresos de Estados Unidos en la limpieza del aire en relación con las fábricas y los vehículos, (pero) el cambio climático agrega nuevos elementos”.

“El aumento en la cantidad de humo conspira contra los esfuerzos por limpiar el aire a través de regulaciones”, señaló. “Es una fuente de contaminación inesperada y un riesgo para la salud”.

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