En los últimos años, la llegada de los llamados cigarrillos electrónicos ha cambiado significativamente el panorama del consumo de tabaco en el mundo. Con la llegada primero de los vapeadores o vaporizadores y más adelante con la introducción al mercado de dispositivos para calentar el tabaco, como IQOS, un porcentaje cada vez más amplio de los fumadores ha empezado a migrar a estas nuevas tecnologías.
Con organizaciones y usuarios que consideran los llamados productos de riesgo reducido como una alternativa clave para disminuir el tabaquismo tradicional –tal y como lo conocemos desde el siglo pasado– así como detractores que afirman que estos aparatos tienen un impacto contrario, e incitan a no fumadores a tomar el hábito, lo cierto es que estos dispositivos están revolucionando la visión alrededor de este tema, que por décadas ha sido objeto de debates y ha dividido opiniones.
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Expertos coinciden en que la nicotina –componente que se da naturalmente en la planta de tabaco– es adictiva y sí supone un riesgo para la salud, pero no es la principal causa de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo. “La nicotina por sí sola no es especialmente peligrosa”, afirma el Royal College of Physicians, de Reino Unido, que agrega que: “si la nicotina pudiera ser provista en una forma aceptable y efectiva como sustituto del cigarrillo, millones de vidas podrían ser salvadas”. Esto, basados en estudios que afirman que los compuestos tóxicos que se desprenden del humo del cigarrillo causado por la combustión son los que hacen más dañino al cigarrillo tradicional.
“La combustión del cigarrillo, más que el tabaco o la nicotina, es la causa de un desastre de salud pública. El proceso de combustión produce muchos compuestos tóxicos que no se encuentran en el tabaco sin quemar”, afirma Jean-Francois Etter, profesor de Salud Pública y líder suizo de la investigación sobre el control de tabaco.
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Mientras que un cigarrillo convencional, que contiene nicotina y sustancias como alquitrán, plomo, o arsénico, se quema y produce este humo que potencializa los efectos de estos componentes dañinos, las tecnologías utilizadas en dispositivos como vapeadores y cigarrillos electrónicos y de calentamiento cambian esta dinámica y utilizan líquidos (de sabores, otro tema para debatir) y calor, sistemas con los que buscan, principalmente, eliminar la combustión (y con esta 95% del riesgo, según estudios), mientras se le sigue proporcionando al fumador la dosis de nicotina, clave para que los fumadores sí logren hacer un cambio definitivo.
Sin embargo, para Diana Rivera, directora de la Fundación Ellen Riegner de Casas, magíster en Salud Pública, y experta en consumo de tabaco, no hay mucha diferencia entre los efectos de estos dispositivos y los cigarrillos convencionales.
“Es importante aclarar que no existe una forma segura de consumir tabaco. Ya sea en los cigarrillos convencionales, los electrónicos o en los dispositivos de calentado, ninguna de estas formas es segura”, afirma.
“Los mismos efectos que el cigarrillo convencional: afectan los pulmones, los bronquios, afectan las células que se encuentran en la cavidad oral, porque bien sea con humo, como en el caso de los cigarrillos convencionales; con vapor, como en el caso de los vaporizadores; o con aerosoles, como en el caso de los dispositivos de calentado; todos tienen unos componentes que alteran el ADN de las células por las cuales se permean en el organismo. Obviamente, en el caso del IQOS, que es un producto más reciente, no existen estudios suficientes para calcular la efectividad y el riesgo para los consumidores. Es un producto tan reciente, que todavía no alcanzamos a dimensionar su magnitud”.
El debate
Pero ¿a quién están dirigidos?, ¿y qué se está haciendo para que este tipo de tecnologías, que son llamativas y que le dan un nuevo estatus al fumador, lleguen a menores de edad o personas que nunca han fumado?
Aunque las compañías tabacaleras detrás de estos productos de riesgo reducido afirman que plantean estrategias de mercadeo dirigidas a un público ya fumador para que haga el cambio a tecnologías más limpias, y que tienen políticas de restricción para la venta a no fumadores y menores de edad, lo cierto es que entre gobiernos de países como Australia, Canadá y Estados Unidos, así como organizaciones de la salud a nivel mundial sí preocupa que estos incrementen las cifras de fumadores, y le están haciendo frente a la llegada de estos dispositivos como un problema de salud pública.
“A futuro hay una preocupación y es mirar si realmente van a aumentar las tasas de consumo”, afirma Steven Schroeder, profesor de Salud en la Universidad de California, y director del Centro de Liderazgo para Dejar de Fumar, durante el The E-Cigarette Summit 2019 U.S. que se llevó a cabo en Washington D.C., donde estuvo PUBLIMETRO.
No obstante, compañías tabacaleras como Philip Morris, se reafirman en que la tecnología con la cuentan estos dispositivos ayuda a disminuir el impacto que el cigarrillo tiene en la salud del fumador.
“Lo que realmente queremos hacer es que la gente que sigue fumando haga el cambio a estas tecnologías lo más pronto posible. Tenemos una meta muy importante: la visión de crear un mundo libre de humo de cigarrillo, queremos acabar con el cigarrillo tradicional. Y esto no es un programa en el que estamos trabajando, es la idea a lograr a mediano plazo”, aseguró Mikael Franzon Ph.D., asesor médico sénior para Productos de Riesgo Reducido en Philip Morris.
Se estima que en la actualidad hay alrededor de 1300 millones de fumadores en el mundo, una cifra que no parece tender a disminuir, aunque entre organismos internacionales como la OMS sí se espera que las medidas de riesgo reducido, como las que se plantean con la llegada de estos dispositivos, ayuden a disminuir el impacto en la salud pública.
P&R
¿Cuál es el objetivo de la industria tabacalera con estos productos de riesgo reducido como IQOS?
Nuestra visión es que los adultos actualmente fumadores que planean seguir fumando, cambien a otras tecnologías menos riesgosas lo antes posible. Lo que queremos hacer es crear un mundo libre de humo de cigarrillo. Y esto no es solo un programa en el que estamos trabajando, sino que en realidad es nuestra visión a futuro. Nuestro mensaje es totalmente claro: si usted no fuma, no empiece, si fuma, déjelo y si no piensa dejarlo, cámbiese a alternativas de menor riesgo que el cigarrillo convencional.
¿En qué consisten las políticas de reducción de riesgo que están buscando implementar?
Las políticas de reducción de riesgo se implementan cuando no se puede eliminar al 100%, pero se busca prevenir el daño. Estas políticas se han implementado por décadas en diferentes campos, como por ejemplo, cuando se empezó instaurar el uso del cinturón de seguridad al manejar, o la concientización sobre el uso del preservativo, tras la alarmante llegada del VIH en los años 80. Entonces, ¿por qué no buscar alternativas en un tema de salud pública como lo es el tabaquismo? Eso es lo que hemos querido hacer. El objetivo es lograr la reducción del daño.
La Organización Mundial de la Salud ha estimado que en 2025 todavía habrá 1,1 millones de fumadores en el mundo, entonces lo que buscamos con estas medidas es incentivar a los fumadores a pasarse a alternativas menos riesgosas que los cigarrillos combustibles.
¿Cuál es el mensaje a quienes tienen dudas sobre esta tecnología?
El mensaje es que a pesar de todos los esfuerzos que se hacen a nivel mundial para que la gente deje de fumar, y de las políticas y regulaciones que se implementan, la gente va a continuar consumiendo cigarrillos. Por eso es importante entender que es una realidad y que estas alternativas pueden ayudar a reducir ese impacto en las personas que no van a dejar el cigarrillo o que no han podido hacerlo con otros métodos.
P&R
¿Los vapeadores, cigarrillos electrónicos y dispositivos de calentado son menos nocivos que el cigarrillo tradicional?
No. Los vaporizadores fueron inventados en China en 2003 y han sido restringidos en una gran cantidad de países. Es un dispositivo electrónico que tiene un cartucho al que se le recarga nicotina y no tiene un control de calidad lo suficientemente estricto. Se ha comprobado que estos dispositivos tienen vapores y aerosoles, y que algunos de sus componentes contienen agentes carcinógenos.
Existen estudios que afirman que lo que hace más nocivo al cigarrillo convencional es el humo producido por la combustión, y que el uso de estos dispositivos sí disminuye esos riesgos, ¿qué piensa de eso?
El argumento de la industria tabacalera sobre los productos de menor riesgo es el mismo que tienen desde los años 80. Hay que diferenciar algo: el IQOS no es un cigarrillo electrónico, es un dispositivo para calentar el tabaco, mientras que el cigarrillo electrónico es un dispositivo al que le ponen una cápsula que tiene un tabaco reconstituido, pero el argumento de la industria, ya sea la de los cigarrillos electrónicos o en el caso de la industria tabacalera, es que tiene menor riesgo. Y lo aclaro, no existe una manera de producir menos riesgo, de hecho, ya hay estudios que han demostrado que los vapores y aerosoles que producen estos aparatos también tienen componentes que afectan la salud humana.
¿Qué efectos pueden tener estos dispositivos sobre la salud?
Los mismos que el cigarrillo convencional: afectan los pulmones, los bronquios, las células que se encuentran en la cavidad oral, porque ya sea con humo, con vapor, o con aerosoles, todos tienen unos componentes que alteran el ADN de las células por las cuales se permean en el organismo.
Dispositivos alternativos
IQOS
Es un dispositivo que utiliza una tecnología llamada HeatControl™, que en vez de quemar el tabaco lo calienta para evitar el humo y crear otra experiencia.
Vapeadores
Son aparatos para ‘vapear’ líquidos que pueden o no contener nicotina y no tienen tabaco, aunque su uso se ha relacionado con afecciones pulmonares.
Cigarrillo electrónico
Son dispositivos que liberan nicotina a través del calentamiento de un líquido, mezcla de propilenglicol y glicerina vegetal.