LA HABANA (AP) — Choferes de autos clásicos, dueños de restaurantes privados, guías, vendedores de artesanías y dueños de habitaciones en renta estarían entre los más afectados por el ajuste a las sanciones impuestas la víspera a Cuba para golpear al turismo.
“En los negocios hay tiempos buenos y malos, estamos por entrar a una temporada pésima”, dijo a la AP Enrique Nuñez, el dueño del restaurante particular o paladar, como se les conoce localmente, “La Guarida”, uno de los más visitados por viajeros estadounidenses.
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Según dijo a la AP el economista y experto en turismo, José Luis Perelló, la isla perdería ingresos por unos 130 millones de dólares en la temporada alta de cruceros –de noviembre a junio– y podría no alcanzar la cifra anual de cinco millones de turistas internacionales que calculó el gobierno. Sin embargo, no hay estimados de lo que los emprendedores dejarían de recibir.
El emergente sector privado –fruto de una década de tímidas reformas aperturistas del expresidente Raúl Castro para impulsar la economía y generar empleos a pesar de los fuertes controles estatales– recibió con preocupación la noticia de la prohibición de cruceros y viajes en la categoría de “pueblo a pueblo” –una de las que permitía a estadounidenses ir a la isla– del gobierno de Donald Trump.
“La repercusión va a ser muy grande porque nadie va a tener trabajo, todo es una cadena. No solo los (autos) convertibles sino van a ser los hoteles y la población”, comentó Yosbell Figueroa, quien con su Chevrolet 51 mantiene a una familia con dos hijos y a sus padres.
Según Figueroa, unos 300 choferes como él en La Habana pagan unos 600 dólares por su licencia mensualmente y cobran 30 por 60 minutos de recorrido a los turistas.
Uno de sus compañeros, que ya tenía un acuerdo con una agencia de viajes a la que ofrece servicios para cruceristas, recibió este miércoles la cancelación de ocho horas para lo que queda de semana.
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En el sector de emprendedores participan unas 500.000 personas. Negocios como La Guarida, de Nuñez, emplean a una decena de trabajadores con sueldos dos o tres veces más elevados que los estatales.
Las sanciones anunciadas por Estados Unidas se suman a otras como las limitaciones de visas para cubanos y la reciente activación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite a ciudadanos estadounidenses hacer demandas judiciales contra empresas que operen en la isla.
El argumento que usó la Casa Blanca para las medidas recientes se basó en el apoyo que Cuba da a Venezuela –su principal socio comercial– y tiene como objetivo explícito asfixiar a la economía local, que además enfrenta crisis de abastecimiento y liquidez.
“Es una medida muy agresiva, un comportamiento brutal del presidente de Estados Unidos”, dijo a la AP Reinaldo Dennis, un guía de la agencia estatal Cubatur de 52 años. “Supuestamente es una medida contra el gobierno, pero realmente están afectando a las familias, al pueblo de Cuba”.
Trump dio un giro al restablecimiento de las relaciones que despegaron con Barak Obama tras cinco décadas de embargo para presionar un cambio en el modelo político de la isla.
“El llamado clima de normalización desde la administración del presidente Obama ha estado medido fundamentalmente por la actividad turística, o sea, por el nivel de restricciones a los viajes, si había más o menos viajes”, agregó el experto José Luis Perelló.
Cuba recibió 4,8 millones de visitantes en 2018. De éstos, 639.000 llegaron de Estados Unidos, el segundo país del cual viajan más turistas.
Cifras oficiales indicaron que entre enero y abril llegaron unos 257.000 estadounidenses a Cuba –93% más que el mismo lapso del año pasado–, y 142.000 lo hicieron por mar, un incremento contra los 40.000 del mismo periodo de 2018 y los 20.000 de 2017.
“Comenzará una cuenta regresiva del crecimiento del mercado emisor estadounidense hacia Cuba”, aseguró Perelló, quien coincidió con los emprendedores en que ellos serían los más afectados dado que a nivel macroeconómico el sector turístico cubano podría formularse nuevas estrategias como como atraer mercados emergentes –China o Vietnam–, pero el sector privado es vulnerable.
Sobre las cinco de la tarde del miércoles y con el sol cayendo sobre el océano turquesa, el “Emperatriz de los Mares” de Royal Caribbean se retiró de La Habana y se convirtió en el último crucero en visitar la isla durante la administración Trump.
“No sabía que este sería el último”, dijo el pasajero estadounidense Garry Lemar antes de abordar la nave.
Mientras, en Nassau, Bahamas, cientos de pasajeros enojados bajaron de una embarcación de la Norwegian Cruise Line, después de que se desvió de su camino hacia Cuba.
“Avizoro dificultades en el desempeño de mi propio negocio”, dijo a la AP David Pajón, quien renta un apartamento en La Habana Vieja. “Muchos arrendadores terminarán entregando su licencia. Otros verán significativamente mermados sus ingresos. Los primeros en sentir el golpe serán los trabajadores contratados o colaboradores habituales de los negocios en tareas como limpieza, lavandería, gastronomía”.
Pajón tiene un mensaje para la administración Trump: si “desea prosperidad para el sector privado en Cuba y el pueblo cubano en general… pues ni una medida más, por favor”.