Ángel Ortiz Uceda se graduó con distinciones de cuarto año y en ese momento tan especial estuvo acompañado de la fiscal, Janet Parra, quien hace cuatro años llevó el caso contra los hombres que asesinaron a toda su familia en lo que se conoció como la masacre de Guaynabo.
“En noviembre de 2014, Puerto Rico despertó con una noticia que consternó al país. Ese día conocí a quien muchos llamaron ‘el niño sobreviviente’. Yo conocí a un guerrero, un ángel que me enseñó el significado de la valentía, la humildad pero sobretodo la compasión. No sólo gané un caso, gané una familia y la bendición de ver a un niño convertirse en un joven talentoso, amoroso y bendecido. Dios tiene propósito para cada uno de nosotros, cuando yo olvido mi propósito solo tengo que recordar a mi ángel, mi estrella y vuelvo a recuperar la fe en mi misma. Hoy mi niño alcanzó otra nueva meta, ya será un universitario pero sobretodo un hombre bendecido por el Dios que lo ha amado, sostenido y guardado. A DIOS SEA LA GLORIA!!!”, fue el emotivo mensaje que compartió la fiscal que logró la convicción de los asesinos de la familia de Ángel. El joven se graduó de la academia militar donde su padre era profesor y en la cual estudiaba al momento de los trágicos hechos. La comunidad escolar fue de gran apoyo durante el proceso.
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En noviembre de 2014, entonces siendo un adolescente de 14 años, Ángel vivió la peor de las pesadillas. Dos hombres, uno de ellos conocido para la familia, llegaron a su hogar en Guaynabo y luego de unas horas, su padre, su madre, su abuela y su hermano mayor estaban muertos. Habían sido asesinados en su presencia por los dos hombres que buscaban la forma de asesinarlo luego que les fallaran las armas de fuego. Tras diferentes intentos que incluyeron el ahorcamiento, lo hirieron con un arma blanca y lo empujaron por un puente dejándolo por muerto. Pero, el joven sobrivivió la caída, buscó fuerzas y llegó a la carretera por donde caminó hasta llegar a una zona de residencias para pedir ayuda. Los vecinos no le abrieron las puertas, pero llamaron a la Policía que llegó a su encuentro y con su relato comenzaron a trabajar uno de los casos más macabros en la historia de Puerto Rico.
Un año más tarde, Ángel brindaba su testimonio en sala ante la fscal Parra y los dos hombres —Christopher Sánchez Asencio y José Luis Bosch Mulero— fueron encontrados culpables por los asesinatos del profesor de la American Military Academy Miguel Ortiz, su esposa Carmita Uceda, la madre de esta, Carmita Ciriaco, y el adolescente Michael Angelo Ortiz Uceda. Además de Parra, María del Mar Ortiz fue fiscal del caso. Sánchez Asencio fue sentenciado a 254 años de prisión, mientras Bosh Mulero recibió una sentencia de 95 años de cárcel.