Los Medici fueron una familia que dejó su marca en la historia desde el siglo XV hasta el siglo XVII. De ella salieron papas, reinas, artistas. Fueron los más grandes mecenas de su tiempo y revolucionaron social, política y culturalmente todo el escenario europeo. Pero con su auge y caída hay alrededor historias de corrupción, traición, asesinatos y hasta envenenamientos. En medio de esa fascinante dicotomía, Matteo Strukul investigó cómo esta familia cambió el mundo en su tetralogía “Los Medici, una dinastía al poder”. METRO habló con el autor sobre cómo desentrañó la historia de esta familia, su relevancia en la actualidad y cómo desmontó ciertas leyendas negras a su alrededor.
Tenemos una larga tradición de exitosas novelas que hablan de familias e intriga política. “Yo Claudio”, de Robert Graves. “Los reyes Malditos”, de Maurice Druon. En la ficción, la misma “Game of Thrones”. ¿Por qué los Medici son relevantes hoy y qué aportan a esta manera de contar historias?
–Los Medici nos recuerdan, seguramente, que algunas de las obras maestras de arte como el David de Miguel Ángel, las pinturas de Da Vinci, las esculturas de bronce de Donatello, La Primavera y el Nacimiento de Venus de Boticelli, todas estas obras extraordinarias fueron realizadas por artistas cuyos mecenas fueron los Medici. Si una persona visita Florencia, por ejemplo, o visita Roma, donde el renacimiento florentino se traslada (porque luego de los Medici los grandes mecenas fueron los papas) pensemos en la Capilla Sixtina, por ejemplo, todo esto, está ligado a los Medici, a esa grandísima revolución cultural que ellos promovieron, que fue el Renacimiento. Y actualmente hablamos de esto, de este gran periodo. Yo creo que los Medici nos enseñan, al recordarlos, al creer en la fuerza de la belleza, cultura y el arte. Y siento que en Italia lo hemos olvidado bastante.
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¿Cómo comenzó su fascinación por ellos?
–Por esto, precisamente. Por la belleza de estas obras, ciudades. Siena, Pisa. Ciudades que son tesoros artísticos. Y también, como te decía antes, como no había una saga de novelas dedicada a los Medici, creí que era importante poder escribir una, como autor italiano, sobre todo. Era muy raro que en Italia no hubiera aún un novelista que escribiera sobre la familia más importante, que son los Medici. Claro que también, cuando empecé a investigar y descubrir que Cósimo el Viejo fue exiliado de Florencia a Padua (y yo nací allí), vi que esto era un mensaje.
Una de las cosas más interesantes de su saga es que usted cambia el relato de dos reinas, figuras femeninas, muy desdibujadas y controvertidas por la Historia: Catalina y María de Medici, que fueron retratadas como verdaderas villanas en su época. ¿Cómo lo hizo?
–Qué bella pregunta. Es muy cierto que Catalina y María, sobre todo Catalina, fueron muy odiadas como personajes. Catalina incluso fue definida como “la Reina Negra”, porque muchos la señalaron como la responsable de la Matanza de San Bartolomé ( matanza de católicos hacia protestantes en 1572, en París). Aunque desafortunadamente sí hubo una historiografía muy francesa que fue poco generosa con estos dos personajes y poco a poco, algunos historiadores italianos han tratado de equilibrar esos retratos que nos llegaron por parte de la crítica histórica.
Pero usted tiene razón: yo traté, a través de las novelas donde aparecen ellas, de hablar de ellas. Catalina y María son dos reinas extranjeras en Francia. Dos florentinas en Francia. Ninguna de ellas es hija de sangre real, según la definición de los franceses. Así que tocaba volver a San Luis (fundador de la rama capetina y primera rama de la monarquía francesa) para poder tener sangre real. Los Médici eran una familia muy poderosa, muy rica, pero muy ligada al comercio. Y de hecho, Catalina y María, ambas, eran definidas por los franceses, como las “mercaderes”, de manera despreciativa, porque no eran nobles desde su punto de vista. Entonces, mi intento es contar cuáles fueron las dificultades y problemas que afrontaron por ser extranjeras, porque cada una de ellas tuvo que combatir contra una amante de su marido, porque los dos matrimonios obviamente fueron arreglados por motivos políticos. Y además, Catalina tenía un problema: no era particularmente hermosa y se comparaba con Diana de Poitiers, muy amada por los franceses, que era una mujer fascinante, que tenía 20 años más que el rey Enrique II y que lo manipulaba totalmente. Y por otro lado, María, casada con Enrique IV de Navarra, lidia con su carácter enamoradizo.
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¿Cuáles fueron esas dificultades con las que lidiaron?
–María de Médici sí era muy hermosa. Ella logró, gracias a su fortuna, manejar ese tipo de situaciones. Catalina enviuda cuando ella es muy joven y sus hijos son muy pequeños. Y ella tiene que manejar el poder estando en una Francia devastada por ocho guerras de religión consecutivas y tiene que manejar esos intereses de los nobles, como Enrique de Guisa, los Valois. Ella está ahí, pero están estas casas nobles que tratan de conquistar el poder. Es muy complicado. Y desde el punto de vista de “La Noche de San Bartolome”, no es cierto que la matanza fue ordenada por ella. Es verdad que el rey Carlos IX, su hijo, era un loco. Enrique de Guisa, católico, era un sanguinario y quería eliminar a los hugonotes (protestantes). Catalina quería proteger a sus hijos. De esta situación tan compleja surge esa voluntad de sacrificar a Margot de Valois (que siempre recordaremos de la película “La Reina Margot”, de Patrice Chéreau, interpretada por Isabelle Adjani en 1994 y la novela de Alexandre Dumas) y nos damos cuenta de que el escenario es mucho más complejo de lo que se dice sobre “esa venganza de una reina”. Hay muchos grupos de poder. Y simulan este matrimonio de Enrique de Navarra con Margot para tener a los hugonotes en la ciudad y exterminarlos. Pero Catalina no decidió asesinarlos.
Precisamente, en su libro “La decadencia de una familia” también es impactante ver cómo decae la popular Reina Margot, que nosotros conocemos como la bellísima Isabelle Adjani y es el retrato que muchos conservamos de ella.
–Es verdad: Margot es un personaje muy oscuro. Ha sufrido muchísimo. Es el chivo expiatorio de la Noche de San Bartolomé. La hacen casarse con un hombre que no le interesa en lo más mínimo, Enrique IV de Navarra, aunque ella lo protegerá esa noche. Es una mujer que no tendrá hijos, que será olvidada, aunque siendo hija de Catalina de Médici, pertenece a la familia real. Lo que yo estudié me mostró que era una mujer que perdió su extraordinaria belleza con los años, porque sufrió tanto, que se encerró en su propio palacio y ahí había vivido y permanecido llevando una vida muy rebelde, distinta de una princesa francesa normal. Era una mujer con muchos amantes, mucho más jóvenes que ella. Comía mucho y engordó mucho con los años. Leí incluso que tuvieron que llamar al carpintero para ensanchar las puertas porque no cabía. Es una mujer “maldita”, pero que amé muchísimo. Es uno de mis personajes favoritos, precisamente por todo lo que vivió.
“El motivo del éxito de Los Medici es que el arte siempre gana. Siempre se quiere hablar de una belleza eterna”
¿Qué opina de la serie televisiva de los Medici protagonizada por Richard Madden (Robb Stark en Game of Thrones)?
–(Medici, 2016) es una coproducción americana e italiana. Entonces eso es bueno, en cierto sentido, porque es útil que nuestra televisión italiana (que es la RAI) haya podido coproducir una serie como esta con Estados Unidos y con actores tan importantes. No es muy fiel a los hechos históricos, pero creo que es muy importante que haya series o películas que estén vinculados con este periódico histórico y cuenten de esta época. Porque hablar del Renacimiento a través de las series y el cine permite involucrar a un público más amplio, incluso joven. Entonces, eso en general ayuda mucho, de cierta manera, si uno decide profundizar luego de ver la serie, al leer la novela o un ensayo, porque hace un “click” en ese periódico histórico.
¿Cree usted que pueda existir en la actualidad una familia que, como los Medici, pueda cambiar la Historia?
–Seguramente hay varias familias cambiando la historia del mundo para lo peor, pero no para lo mejor. Desafortunadamente es así. Pensemos en los Trump, Bush, Clinton, esas familias estadounidenses. No sé si están haciéndole un bien a la HIstoria, pero sí la están cambiando. Aunque tengo la sensación de que Estados Unidos es cada vez menos el centro del mundo y Oriente está tomando ese lugar. Después de mil años, tal vez, seguramente los personajes estarán en China o en Japón, que sigue siendo una gran potencia. Pero China tiene dimensiones devastadoras. India también crece de manera impresionante. Lo veo en el cine. Hollywood ya no existe tanto. Hay películas que ya están dirigidas hacia los chinos, porque ahí están sus ganancias. Y poco a poco son más esclavos culturales de los chinos.
¿Por qué cree que sus libros se convirtieron en best-sellers y tanta gente está tan interesada en los Medici?
–Porque la belleza y el arte siempre ganan. Cuando alguien va a Florencia, Venecia (que tenía a Tiziano y a Tintoretto), Roma, había artistas increíbles en ellas. Pensemos en Caravaggio. No puedes no enamorarte de esa belleza absoluta. Entonces, yo creo que los lectores italianos son los primero se enamoran, son los que dan un gran éxito a la saga, pero empecé a notar que en otros países, Alemania, Serbia, Eslovaquia, acá en Latinoamérica, estoy sorprendido de su éxito. Eso quiere decir que la belleza del arte gana sobre todos los corazones. Y eso es maravilloso. Es como los libros de García Márquez, que cuentan historias fabulosas. Pensaba en “El amor en los tiempos del cólera”, es una historia increíble y uno se enamora de una historia así. Por eso pienso que el motivo de su éxito está ligado a eso: hablar de una belleza eterna, de alguna manera.