En lo que fue la despedida capitalina al segundo gobernador más longevo en la historia de Puerto Rico, la nostalgia se apoderó de las figuras que han dominado el espacio político en la isla a lo largo del pasado medio siglo.
Un día después de que falleciera a sus 82 años, viejos amigos y rivales de Rafael Hernández Colón colmaron la rotonda del Capitolio –donde el exgobernador ocupara su primer cargo como funcionario electo– para conmemorar una de las trayectorias más importantes de la política puertorriqueña moderna.
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Allí, como parte de la atmósfera cordial que en el ambiente político solo suele verse en este tipo de eventos, dirigentes de los dos principales partidos del país celebraron las cualidades que hicieron de Hernández Colón uno de los más prominentes líderes de la segunda mitad del siglo 20.
Durante el velorio, todos los exgobernadores vivos, con la excepción de Pedro Rosselló González, padre del actual gobernador Ricardo Rosselló Nevares, recordaron los lazos que con el paso de los años desarrollaron con Hernández Colón, a quien la mayoría, de una manera u otra, describió como un mentor que siempre estuvo disponible para darles la mano para enfrentar las presiones que supone ocupar la silla más caliente del país.
La exgobernadora y correligionaria del Partido Popular Democrático, Sila Calderón, por ejemplo, lo catalogó como un “gigante” de la administración pública y la política nacional, que sobre todas las cosas defendió la “puertorriqueñidad” y el idioma español como símbolo de identidad.
“Por eso, esa hermosa bandera que cubre su féretro, y algún día cubrirá el mío también, me emociona profundamente. Gracias Dios todopoderoso por habernos dado un líder que se entregó en cuerpo y alma a su pueblo. Él dio la buena batalla”, subrayó Calderón, a unos pocos pasos de donde descansaba el cuerpo de Hernández Colón, frente a una pintura con su imagen y cubierto por el emblema patrio.
El pasado gobernador, Alejandro García Padilla, resaltó por su parte los vínculos de amistad que siempre existieron entre su familia y Hernández Colón.
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“Crecí en un entorno rafaelista, soy rafaelista y seguiré siendo rafaelista”, afirmó García Padilla, quien además expresó su deseo por que las nuevas generaciones adopten el ejemplo de Hernández Colón en su vocación al servicio público.
Aníbal Acevedo Vilá, quien gobernó la isla entre 2005 y 2008, trajo a colación un recuerdo de su niñez cuando, en las elecciones de 1968, el Partido Nuevo Progresista, de la mano de Luis A. Ferré, ganó por primera vez la carrera por La Fortaleza. El exmandatario popular señaló que fue tras esa derrota que escuchó por primera vez el nombre de Hernández Colón.
“Mi mamá preguntó algo así como que qué pasaría con el Partido (Popular Democrático). Y mi padre respondió ‘bueno, ahí está ese muchachito Rafael Hernández Colón, él lo puede hacer’. Y el resto es historia”, relató Acevedo Vilá sobre aquellas elecciones, tras las cuales Hernández Colón se convertiría en presidente del Senado como parte del primer gobierno compartido desde que los puertorriqueños comenzaron a votar por el cargo de primer ejecutivo en 1948.
Los exgobernadores presentes del Partido Nuevo Progresista (PNP) igualmente hablaron sobre su relación con el fenecido exmandatario.
Carlos Romero Barceló quien en los comicios de 1976 y 1980 fuera el némesis de Hernández Colón –antes de que este le devolviera el favor en 1984– y quien por años mantuvo una guerra pública con el líder popular, mencionó en su breve alocución que el paso del tiempo fue suficiente para que entablaran una relación “de amistad y mucho respeto”.
“Puerto Rico tiene que reconocer el liderato de Rafael Hernández Colón y su extraordinaria contribución a nuestra vida política”, manifestó Romero Barceló, quien con la muerte de su otrora adversario se convirtió en el exgobernador de mayor edad.
Luis Fortuño reconoció, como también hicieran otras figuras del PNP, la capacidad de Hernández Colón para cruzar líneas partidistas y ofrecer su apoyo a la gestión de todos los gobernantes.
De los seis exgobernadores vivos, solamente Rosselló González, quien en 1993 reemplazó a Hernández Colón en la Fortaleza, se ausentó al velorio.
Su hijo Rosselló Nevares, sin embargo, aseguró que fue bajo el segundo mandato de Hernández Colón (1985-1992) que comenzó a desarrollar su “conciencia política”, y que en la transición al gobierno estadista que lideró su padre, pudo apreciar el “amor por la democracia” del fenecido líder.
“¿Qué significa ese pase de batón? Lo importante que es la democracia cunado vemos que a 500 millas de Puerto Rico no se respetan esos principios. Aquí gracias a líderes como Hernández Colón se respetan y se valoran”, sostuvo el gobernador, en aparente referencia a la crisis política que atraviesa Venezuela.
En el velorio, que comenzó poco después de las 9:00 de la mañana, estuvieron presentes la viuda de Hernández Colón, Nelsa López, y los cuatro hijos que procreó con la ex Primera Dama, Lila Mayoral, así como varios nietos.
Del ambiente político hicieron acto de presencia decenas de alcaldes y legisladores de todo el espectro político, al igual que la congresista demócrata de origen boricua Nydia Velázquez. También, sentados en las primeras dos filas, se encontraban los jueces del Tribunal Supremo.
La jueza presidenta del máximo foro judicial estatal, Maite Oronoz, recordó las aportaciones de Hernández Colón, egresado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, al campo del derecho civil, así como su impulso a las creaciones del Tribunal de Apelaciones, la Oficina del Panel sobre el Fiscal Especial Independiente, la Ley 54 de Violencia Doméstica y regulaciones laborales en beneficio de los trabajadores.
Uno de los hijos de Hernández Colón, José Alfredo Hernández Mayoral, reveló que el propio exgobernador solicitó que se le homenajeara tanto en el Capitolio como en su ciudad natal de Ponce, de acuerdo con unas instrucciones que dejó por escrito.
“Por más que uno se preparara, él estaba más preparado que uno. Planteaba el problema y planteaba también la solución”, recalcó Hernández Mayoral.
Tras culminar la actividad en el Capitolio, ya después del mediodía, el féretro con el cuerpo de Hernández Colón fue transportado a la Iglesia San José en el Viejo San Juan, donde por cerca de hora y media cientos de personas se congregaron a escuchar la misa en su honor.
Y es que, como exclamara un anciano previo del inicio del velorio en el Capitolio, quizás embargado por la emoción del momento, “los políticos de antes eran mejores”.