El cantar del “Gallito que no se juye” no se escuchó ayer al amanecer. A las 7:50 de la mañana, falleció el exgobernador Rafael Hernández Colón en su hogar en el Viejo San Juan.
El hijo de Ponce tenía 82 años y hace alrededor de cinco meses fue diagnosticado con leucemia, después de haber sido internado en varios hospitales en Puerto Rico y ser trasladado a Estados Unidos, donde se le informó que sufría cáncer en la sangre.
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Ayer, a las afueras de su residencia, funcionarios y curiosos se acercaron cuando, a eso de las 10:00 de la mañana, retiraron el ataúd con los restos de exgobernador, quien hizo historia al ser el más joven en ocupar algunos de los más altos puestos de Gobierno.
“Fue un hombre incansable al servicio de los demás, faro de sabiduría para nuestra familia y nuestro pueblo. Su fe inquebrantable le brindaba fortaleza y valentía en tiempos de decisiones difíciles. Su alto sentido del deber, anclado en el amor a Dios y en la rigurosidad con el estudio del Derecho, le brindaban las herramientas para poner en marcha su entrega por Puerto Rico. Nos dejó un legado de generosidad y rectitud, que vivirá para siempre en nuestros corazones”, expresó su familia en declaraciones escritas.
A las trincheras
Cuchín, como se le conocía, se convirtió en secretario de Justicia de Roberto Sánchez Vilella en 1965, con solo 28 años. En 1968, fue electo como senador por acumulación del Partido Popular Democrático (PPD) y presidió la Cámara Alta durante ese cuatrienio.
En 1972, con 36 años, destronó a Luis A. Ferré, pero el tiempo le pasó factura y cayó frente a Carlos Romero Barceló en 1976. En 1980, se enfrentaron nuevamente y fue ahí donde usó su conocida frase: “los populares, a las trincheras de lucha”. Se trataba de un llamado a defender los votos en unas controversiales elecciones. “Ese llamado fue a las dulces trincheras de la democracia”, corrigió entre risas años más tarde.
Hernández Colón ha sido el único gobernador en la historia puertorriqueña que llega a La Fortaleza después de una derrota. En 1984, venció a Romero Barceló y volvió a la cabeza del Ejecutivo. Revalidó en 1988 contra Baltasar Corrada del Río, a quien le lanzó varios “eche p’alante” en un acalorado debate.
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El último hombre
En la sede del PPD en Puerta de Tierra, líderes populares lamentaron la pérdida y celebraron el legado del férreo defensor de la libre asociación.
El también exgobernador Alejandro García Padilla expresó, tal vez, las declaraciones más contundentes. “¿Qué hacíamos como país que convocábamos hombres de esa talla y qué hemos dejado de hacer?” A su juicio, se perdió ayer el último de esa clase: intelectuales con la honestidad como bandera, el “último hombre de Estado”. García Padilla fue el único en llamarlo por su nombre de pila, aunque admitió que jamás lo habría hecho de frente al exgobernador.