El prelado recordó que la cruz de Jesús “manifiesta el amor vulnerable de Dios librado al poder de la muerte que habita en el corazón del hombre. Ella lega hasta el abismo del mal. Ella condena nuestro pecado pero no nos condena. El Crucificado, gran padre eterno, nos salva al rescatarnos por su intercesión”. Miles de franceses siguieron la ceremonia con profunda emoción y dolor, a la vista de las ruinas de la Catedral de Notre Dame.